Re: Altdorf
Publicado: 29 Dic 2012, 18:52
Aldon Barbapartida.
- Ciertamente un libro no ha de ser objeto de menos recelo que una espada-, dice Aldon mesándose la barba y observando a su camarada enano -, un libro, en manos de una humana con ciertos conocimientos es un arma tanto o más peligrosa. Pequeñas hormigas de papel, que con su ponzoñosa tinta envenenan los pensamientos de una mente más clara como putrefactas patrañas, o peor aún...¡Brujería!-. Esto último lo dice en voz baja, en un tono absolutamente suspicaz-.No puedo sino mostrar mi más profundo desprecio por la palabra escrita; palabra que dicho sea de paso, os recuerdo que ha sido la que nos ha conducido hasta la situación en la que nos encontramos. ¿Verdad Hans?
El enano observa a la muchacha, sopesándola lárgamente.
- En lo que me respecta, la única palabra escrita que merece mi respeto es la que se escribe en la piedra de nuestros salones, en el acero de nuestras hachas o en la sangre de nuestros agravios. No pienso-, dice ahora poseando sus ojos de uno a otros miembros del grupo-, enemistarme esta noche con ninguno de los presentes en razón de cualquier agitadora o bruja descarriada que pretendáis rescatar. Tenemos un contrato con Josep y hemos aceptado su dinero. Aceptemos pues su consejo al respecto y demos ahora buen término a nuestro trabajo.
- Ciertamente un libro no ha de ser objeto de menos recelo que una espada-, dice Aldon mesándose la barba y observando a su camarada enano -, un libro, en manos de una humana con ciertos conocimientos es un arma tanto o más peligrosa. Pequeñas hormigas de papel, que con su ponzoñosa tinta envenenan los pensamientos de una mente más clara como putrefactas patrañas, o peor aún...¡Brujería!-. Esto último lo dice en voz baja, en un tono absolutamente suspicaz-.No puedo sino mostrar mi más profundo desprecio por la palabra escrita; palabra que dicho sea de paso, os recuerdo que ha sido la que nos ha conducido hasta la situación en la que nos encontramos. ¿Verdad Hans?
El enano observa a la muchacha, sopesándola lárgamente.
- En lo que me respecta, la única palabra escrita que merece mi respeto es la que se escribe en la piedra de nuestros salones, en el acero de nuestras hachas o en la sangre de nuestros agravios. No pienso-, dice ahora poseando sus ojos de uno a otros miembros del grupo-, enemistarme esta noche con ninguno de los presentes en razón de cualquier agitadora o bruja descarriada que pretendáis rescatar. Tenemos un contrato con Josep y hemos aceptado su dinero. Aceptemos pues su consejo al respecto y demos ahora buen término a nuestro trabajo.