Bögenhafen II
Publicado: 05 Nov 2013, 01:04
De camino a la tienda donde está el juez
-Al menos le he atizado a uno en la cara - murmura Aldon en Khazalid, esbozando como puede media sonrisa,- y al final vamos a ver al juez, ¿eh Felsten?.
Al ver el ceño fruncido de uno de los guardias, escuchándole hablar en una lengua que les es extraña, el mulero añade en Reikspiel:
- Estaba aquí, recordándole a mi compañero una antigua leyenda de hace algún tiempo. Es un cuento antiguo y ya casi olvidado, pero creo que todos lo oímos durante nuestras difíciles infancias. En ese cuento, los jueces, así como el Emperador, mantenían su palabra. Y a nosotros, pobres vasallos, no nos une con la ley más que esa misma palabra: En ella se basan tratados, alianzas, nuestros privilegios y en definitiva, incluso buena parte de lo que implica ser enano. ¿Y qué? ¿Vamos a tener que dudar de todo esto? ¿Dudar de la inmutabilidad de la palabra de un juez? ¿Llegar a ver que signifique tanto como la nieve del invierno pasado? ¡A decir verdad, si esto ha de ser así, a nuestra niñez difícil le espera una vejez no menos tranquila!.
El sonido de las armas de su escolta, tintineando al costado es la única contestación que recibe por respuesta.
- ¿Pero que sabrán los hombres de ninguna de estas cosas en los tiempos que corren?- afirma el enano con frialdad.
Llegáis a la tienda, un guardia os dice
-Esperad aquí- y entra. Los otros tres siguen vigilándoos, no se fían de dos enanos malhumorados.
Pasan un par de minutos y pasáis, está el juez que os mira con cara de pocos amigos. Un guardia se adelanta y le cuenta lo sucedido.
-Señoría parece que estos enanos junto con otra gentuza intentaron entrar por la fuerza en las oficinas de la familia Steinhäggen, no parece haber ningún herido de gravedad.
-Que decís en vuestro favor. Os advierto que es tarde y no tengo ganas ni humor para tonterías, así que sed escuetos en vuestra defensa.
Mientras en otro lado de la ciudad...
A pesar del mareo y el fuerte dolor de la sien, Rainar consigue desvariar con un largo monólogo. Un sabor acre le viene a la boca.
- Deberíamos volver a por los enanos. Al menos alguno de nosotros. Quizá podamos hacer entrar en razón a los guardias... o podríamos engañarlos. ¿Y si nos hacemos pasar por simples borrachos buscabroncas? Quizá podamos hacer creer a esos guardias que alguno de los hombres de Steinhaggen tiene una deuda de juego con nosotros... Pero no deberíamos ir todos. El elfo y el sacerdote no creo que den el pego... pero quizá si nos acercamos el resto... Y vosotros, (digo señalando a Ilieth y a Zakarias) vigilad por si nuestra treta no surte efecto... quizá tengáis que sacarnos de la cárcel.
Desato el saquillo de monedas de mi cinturón y se lo doy al iniciado.
- Ten Zakarías, por si hiciera falta.
- Vamos?
Cuanto despropósito, detrás de uno otro este viaje está lleno de sorpresas. piensa Ilieth
Si por cada cosa que nos ocurre nos dieran una corona, seriamos ricos jajaja
No debemos separarnos, vamos a intentar controlar desde la distancia a nuestros compañeros y lo que hacen, decidiremos actuar en su momento.
Por el momento acerquémonos juntos a la tienda del juez y allí ya decidimos que podemos hacer- Dice Zakarias
Tenemos 4 Coronas de oro que nos dieron por las molestias del goblin, pero las tiene el enano, ya sabéis que le tienen mucho cariño al oro esos pequeños.- Comenta el elfo.
Dicho esto se encaminan a la feria a ver qué pueden hacer. La tienda ya la tenéis a la vista.
Ya me decis que haceis unos y que dicen los otros
-Al menos le he atizado a uno en la cara - murmura Aldon en Khazalid, esbozando como puede media sonrisa,- y al final vamos a ver al juez, ¿eh Felsten?.
Al ver el ceño fruncido de uno de los guardias, escuchándole hablar en una lengua que les es extraña, el mulero añade en Reikspiel:
- Estaba aquí, recordándole a mi compañero una antigua leyenda de hace algún tiempo. Es un cuento antiguo y ya casi olvidado, pero creo que todos lo oímos durante nuestras difíciles infancias. En ese cuento, los jueces, así como el Emperador, mantenían su palabra. Y a nosotros, pobres vasallos, no nos une con la ley más que esa misma palabra: En ella se basan tratados, alianzas, nuestros privilegios y en definitiva, incluso buena parte de lo que implica ser enano. ¿Y qué? ¿Vamos a tener que dudar de todo esto? ¿Dudar de la inmutabilidad de la palabra de un juez? ¿Llegar a ver que signifique tanto como la nieve del invierno pasado? ¡A decir verdad, si esto ha de ser así, a nuestra niñez difícil le espera una vejez no menos tranquila!.
El sonido de las armas de su escolta, tintineando al costado es la única contestación que recibe por respuesta.
- ¿Pero que sabrán los hombres de ninguna de estas cosas en los tiempos que corren?- afirma el enano con frialdad.
Llegáis a la tienda, un guardia os dice
-Esperad aquí- y entra. Los otros tres siguen vigilándoos, no se fían de dos enanos malhumorados.
Pasan un par de minutos y pasáis, está el juez que os mira con cara de pocos amigos. Un guardia se adelanta y le cuenta lo sucedido.
-Señoría parece que estos enanos junto con otra gentuza intentaron entrar por la fuerza en las oficinas de la familia Steinhäggen, no parece haber ningún herido de gravedad.
-Que decís en vuestro favor. Os advierto que es tarde y no tengo ganas ni humor para tonterías, así que sed escuetos en vuestra defensa.
Mientras en otro lado de la ciudad...
A pesar del mareo y el fuerte dolor de la sien, Rainar consigue desvariar con un largo monólogo. Un sabor acre le viene a la boca.
- Deberíamos volver a por los enanos. Al menos alguno de nosotros. Quizá podamos hacer entrar en razón a los guardias... o podríamos engañarlos. ¿Y si nos hacemos pasar por simples borrachos buscabroncas? Quizá podamos hacer creer a esos guardias que alguno de los hombres de Steinhaggen tiene una deuda de juego con nosotros... Pero no deberíamos ir todos. El elfo y el sacerdote no creo que den el pego... pero quizá si nos acercamos el resto... Y vosotros, (digo señalando a Ilieth y a Zakarias) vigilad por si nuestra treta no surte efecto... quizá tengáis que sacarnos de la cárcel.
Desato el saquillo de monedas de mi cinturón y se lo doy al iniciado.
- Ten Zakarías, por si hiciera falta.
- Vamos?
Cuanto despropósito, detrás de uno otro este viaje está lleno de sorpresas. piensa Ilieth
Si por cada cosa que nos ocurre nos dieran una corona, seriamos ricos jajaja
No debemos separarnos, vamos a intentar controlar desde la distancia a nuestros compañeros y lo que hacen, decidiremos actuar en su momento.
Por el momento acerquémonos juntos a la tienda del juez y allí ya decidimos que podemos hacer- Dice Zakarias
Tenemos 4 Coronas de oro que nos dieron por las molestias del goblin, pero las tiene el enano, ya sabéis que le tienen mucho cariño al oro esos pequeños.- Comenta el elfo.
Dicho esto se encaminan a la feria a ver qué pueden hacer. La tienda ya la tenéis a la vista.
Ya me decis que haceis unos y que dicen los otros