Heinrich Messner II: En busca de la Verdad

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Saratai
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Rudiger Bacher

El politico escuchó atento cada palabra del ayudante del Fiscal, asintiendo cada cierto tiempo, haciendo ver que comprendia lo que Messner le comentaba. Tras una larga pausa en la que recapacitó todo lo que Heinrich pedia, Rudiger habló por fin.

-Estimado Herr Messner. Su padre y toda su familia son una gran estirpe, y está claro que su sangre corre por sus venas. Sinceramente, preferiria tutearle, y dado que usted me ha hablado de manera tan cercana, y quiero responderle con lo propio.

-Amigo Heinrich, se nota que eres un buen letrado, y no dudo de que tus motivos tendrás para que retrase el Referéndum. También es cierto que mi vida corre peligro con tal asunto. Pero, como buen averlandés, acepto con gusto los riesgos de sacrificarme por mi Provincia. Y queria corregirte una cosa, el referendum es para el gobierno de la ciudad, no de toda la provincia. Eso ya se verá, jajajaja.

-Además, también eres consciente de que la ciudad no puede esperar ni un dia más a que yo tome las riendas de un gobierno que no tiene mando ni guia que los lleve a buen puerto. Humildemente, haré todo lo que esté en mi mano para conseguir ese fin, y no podemos esperar ni una sola hora para llevar a cabo esos cambios, que el pueblo demanda y necesita. En cuanto a mis enemigos, no te preocupes por ellos, Heinrich. La gente de la calle sabe, la gente de la calle comprende que esos encantadores de serpientes solo quieren ganar ellos, mientras que yo quiero que ganemos todos. Compañero Messner, te agradezco tu preocupación, pero es mejor que todo siga como esta, y no cambiar ninguna fecha. Tranquilo, que también resolveré los problemas de la Fiscalia, y tú podrias llegar muy alto, como toda tu familia.


Rudiger no parecia muy agradado con la idea de cambiar de fecha el Referéndum. Lo tenia claro, cuanto antes, mejor para él.


Al tiempo, Migolver ofrecia a Heinz algo de comer, y la atención de un médico que estaba atendiendo a una de las cocineras de la casa, para que le viera ese ojo.

FDI: Heinz, tendrás que responderle algo a Migolver. Heinrich, Rudiger puede haber dado por finalizada la conversación, pero puedes seguir hablando con él en lugar de despedirte ya.
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Van Hoffman
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Heinz Stolzer / Franz Miller

- Agradezco su paciencia, Herr Miller, pero estoy seguro de que tendrá cosas mejores que hacer que seguirme. Haga lo que le parezca...

- No se preocupe, Messner, no tengo prisa...

Heinz se sentó en una de las sillas de la sala de espera y vió como el letrado y su acompañante subían las escaleras. Heinz se relajó, quitandose el sombrero y dejandolo sobre su regazo. Fue entonces cuando Miglover se le acercó.

- Si, la verdad es que tengo hambre. Y bueno, respecto a lo del ojo... no es nada serio, pero no rechazaré tan buen trato.

Heinz estaba siendo sincero, y fuera de la presencia de Messner, Azelhof, Rudiger Bacher o Saford, se sentía más aliviado. Lo cierto era que había tenido muchos disgustos últimamente, y en aquel preciso momento, sentado comiendo algo y esperando, todo lo ocurrido parecía esfumarse, solo estaba él.
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Weiss
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Heinrich Messner

El discurso de Messner no había funcionado todo lo bien que él esperaba. Pero no pensaba rendirse todavía y haría todo lo que pudiese para retrasar la consulta. Anna Alptraum había sido muy generosa, le había proporcionado valiosa ayuda, y sólo había pedido como favor una semana más antes del Referéndum. Messner utilizaría todos los recursos a su disposición antes de dar la tarea por perdida.

Rudiger, agradezco la cercanía con la que me trata, y valoro mucho su comprensión. Pero por favor, creo que no se da cuenta de hasta dónde llegan ahora mismo los problemas. Tampoco yo lo sabía hasta hace poco más de un día, pero créame, ahora me doy cuenta de la magnitud de los peligros que nos acechan. Son más letales que cualquiera que se pueda imaginar, y están bien organizados. Ahora no es tiempo de palabras ni discursos, Rudiger, sino de sangre y acero. Y por eso debe aplazar el Referéndum. Tú no eres el guerrero que acabará con nuestros enemigos. Tú quien eres es el líder de la ciudad, el incorrompible político que nos guiará a todos en una época de paz y progreso, que limpiará la ciudad de corrupción y delincuencia. Por eso debe mantenerse vivo, para dirigir a la gente una vez que haya pasado todo ésto. La gente debe tener fe en ti, y debes saber que es muy probable que las cosas se pongan bastante feas en las próximas horas, en los próximos días. Usted no debe verse empañado por éso. Use su don para la palabra, hable al pueblo, dígales que tengan confianza en las fuerzas de seguridad provinciales, y asuma el mando una vez que hayamos acabado con todos los que se afanan en destruir lo que hemos creado.

Eres la persona que la ciudad necesita para recuperarse, para recuperar el esplendor perdido. Y no puedes dejar que una espera de unos pocos días acabe con todo. Se lo debe al pueblo, Rudiger, nos lo debe a todos. No podemos perderle, ni la gente puede perder la fe en ti. O todo se habrá acabado... Por favor, Herr Rudiger, sólo le estoy pidiendo una semana. Y le prometo que después de esa semana tendrá una provincia pacífica que reconstruir, sin secuestradores de niños ni muerte en los caminos... Entones tendría tiempo para dedicarse a los males que sólo usted puede resolver: la corrupción de los cargos, la delincuencia, sobornos... Estese seguro de que lo consideraré un favor personal, y actuaré en consecuencia...


Messner había dado el discurso por acabado, y bajó la mirada, cansado. Pero entonces, se le ocurrió una última cosa.

Herr Rudiger, su vida es muy valiosa como para perderla. No quedan muchos hombres buenos como vos. Yo, por mi parte, puede que esté viviendo mis últimas horas de vida, pero sé que puede que mi propia vida sea el precio que debo pagar por mi causa, por nuestra causa. Más el precio que usted debe pagar no es la vida, Rudiger, es sólo una semana...

Con este último argumento, Messner había jugado todas sus cartas. Sólo quedaba esperar...
Última edición por Weiss el 11 Feb 2009, 14:03, editado 1 vez en total.
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En el estudio de Rudiger, los minutos pasaban. Cada discurso era más apasionado que el anterior, y Messner estaba demostrandos su valia como politico. A Ruidger se le pasó por la cabeza tener a aquel hombre como ayudante.

Pero a cada palabra, los ojos verdes del noble fueron cambiando su enfoque, comprendiendo lo que el letrado queria explicar. Enternecido por sus peticiones, asentia a cada argumento, corroborandolo y meditandolo profundamente. Estaba a punto de aceptar la propuesta, cuando el hombre que a su lado, callado y serio permanecia, habló. Y al contrario que Rudiger, aquel tipo no estaba entusiasmado con el discurso, sino que se mantenia en una calma anormal ante tan sentimentales palabras.

Administrador Oliver Saford

-Herr Messner, el señor Bacher ya le ha hecho entender que el Referéndum no debe ser aplazado. Sin duda, nada nos agradaria más en esta casa que todo fuera bonito y feliz, y que pudieramos aplazarlo. Pero no es asi. Y usted debe comprenderlo. Pero es cierto que es usted un hombre muy leal al pueblo, una persona que puede ayudar a la gente. Usted no tiene por que arriesgar su vida para nada. No sé por que motivos dice eso, pero si son enemigos lo que tiene, que amenzan su vida, solo tiene que pedirnos ayuda, pues le auxiliaremos. Aqui en esta casa sabemos recompensar a la gente trabajadora, que se esfuerza por el bien común.


Una pausa larga hizo acto en el salón. Pieter miró atento a Messner, con el ceño fruncido, mientras Rudiger y Saford hablaban en voz muy baja en el otro extremo de la mesa, primero el administrador y luego el dueño. Tras la pausa, Saford volvió a hablar, mientras Rudiger mantenia una sonrisa en su rostro.

-Herr Messner, mi señor aprecia mucho sus cualidades, el valor que ha tenido al venir aqui, y el orgullo que le regala alguien de la sangre de Mannfred Messner al permanecer ante él. Por ello, y tras comprobar su esfuerzo y tesón, queremos ofrecerle un puesto en nuestra casa. Olvidese de lo que esté haciendo en la fiscalia, mi señor le ve a usted como un buen vocal del gobierno. Iré directo. ¿Querria usted, Heinrich Messner, ser el portavoz del gobierno de la capital, si mi señor gana el Referéndum? Se qué es inesperado, pero estabamos en busca de un buen portavoz, pues queremos desvincular de la casa Bacher la jefatura de la ciudad. No queremos asociarlo. ¿Qué nos dice, le interesa la idea? No habria que sacrificar ninguna vida ni ninguna semana, y el pueblo saldria ganando con usted y con mi señor al mando del ayuntamiento central.

Una fria corriente de viento entró por una ventana de la que habia saltado la cerradura. Por un momento, la calidez de la habitación desapareció ante un velo invernal.



Dos pisos más abajo, los gritos de una cocinera llenaban de malestar a Migolver y a Heinz. El galeno tenia que aplicar sus ungüentos sobre las quemaduras de la mujer, pero ésta no se estaba quieta y entre el noble y el cazarrecompensas tenian que inmovilizarla.

Migolver pensaba que tendria que contratar a cocineras más diestras la proxima vez, pues el matasanos le salia por un ojo de la cara y el hedor de las clases bajas podia con él, pues no gustaba de tocarlas en atenciones hospitalarias, aunque si en otros fines. Y ya que estaba alli, y el buen hombre cobraba por visita y no por horas, lo iba hacer curar hasta a las pulgas del perro si era posible. Migolver estaba dispuesto a coger mercenarios de la calle para maximizar los ochenta chelines que el maldito Molbin Asder le habia cobrado.

Asder era el médico más famoso de la ciudad, y casi siempre estaba haciendo visitas y trabajando para las casas ricas. Habia aprendido cirugia de un médico algo obsesionado con la limpieza, que murió hará dos años, y Asder habia heredado de él los clientes y las herramientas, pero no la humildad. Cobraba verdaderas barbaridades a los nobles, que al disponer de tanto dinero no notaban la diferencia en el caudal. Pero lo peor de Asder eran sus muletillas y su barba de chivo, que parecia crecer a cada segundo.

Cuando las cremas habian sido aplicadas, la pobre mujer cayó desmayada de dolor, mientras sus compañeras le ayudaban a ir a la cama. Cama de paja en el establo por supuesto, si se les ocurria ponerla en una cama de la casa y manchar las ricas sabanas de seda traidas de Ind, posesión de Migolver, la sangre correria y no seria la del galeno.

Una vez pasado el susto, el médico atendió a Heinz.

Molbin Asder

-Uy Uy Uy. Ese ojo tiene muy mala pinta, se ha infectado la herida. Has tenido suerte de que esté yo aqui muchacho, si no habrias perdido la vista en ese ojo en una semana. En cinco dias más bien, viendo ese pequeño cúmulo de pus. Colocate esto, y aprieta.


El cirujano cosió, limpió y curó la grave herida del stirlandés. Heinz comprendia ahora por que los soldados stirlandeses morian en mayor número después de una batalla que durante ella. Las infecciones que se producian de las heridas sucias parecian matar y amputar a muchos combatientes, y la falta de estudiantes de medicina en la rural provincia ayudaba a que éstos males se extendieran.

Pero tras las atenciones de Asder, Heinz quedó como nuevo.

FDI: Heinz, te curas un punto de heridas, aunque sigues grave ya no corres peligro de infección. Heinrich, la petición es bastante directa, no te suena a que sea ningún formalismo.
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Heinz Stolzer / Franz Miller

Joder, como se las gasta Jaran. Pues menudo hostión me soltó...

- Muchas gracias, doctor. No se que habría hecho de perder la vista en este ojo...

Heinz dejó hacer al galeno sin rechistar. Una vez el doctor hubo concluido, comió algo de lo que le ofrecieron y siguió esperando a Messner y a Pieter.
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Heinrich Messner

Ahora sí que había hecho todo lo que podía. Había conseguido ganarse a Rudiger Bacher, pero no a su Administrador, que con su aplastante intervención acabó con las esperanzas de Messner. En cualquier otra circunstancia Messner se habría sentido halagado por el puesto, habría aceptado sin pensárselo. Le estaba ofreciendo un cargo de suma importancia, una oportunidad que posiblemente no volvería a repetirse... Y Messner no podía aceptarlo...

Puede que fuese por principios, por lealtad a alguna causa o simplemente porque era idiota. Pero Messner renunciaría a un cargo por el que muchos matarían... Lentamente, levantó la vista hacia Rudiger Bacher y su Administrador.

Caballeros, en verdad me siento halagado, y considero un gran honor que se me considere para un puesto de tal responsabilidad. Pero siento decepcionales, Señores... No puedo aceptar. Ya me he comprometido con una causa, y no puedo abandonarla ahora... Seguiré hasta el final el camino que he elegido, sea como sea ese final... Si de verdad quieren ayudarme, no necesito honores... Lo que necesito son hombres. Hombres valientes dispuestos a sacrificar su vida por Averland. Si no pueden retrasar el Referéndum, que me imagino que sus razones tendrán, la mejor forma de ayudar ahora mismo a la provincia es ayudarme a mí... Me andaré sin rodeos, Herr Bacher. Esta noche me dispongo a acabar con los Asesinos de Patrulleros, y a recuperar a unos rehenes que me revelarán dónde está Eva Fahen.

Messner contempló la cara de los dos hombres.

Sí, la desaparecida hermana de la prometida de su hermano. Sin embargo, sólo es uno de los males que afectan a la provincia... Queda aún mucho por hacer, y espero que si yo no puedo continuar, seáis vos quien siga con la tarea de hacer de Averheim lo que era... Le agradecería cualquier ayuda que pudiese darme, en especial algo que los asesinos llamaron "piedra verde"... No sé a qué se referían es el problema... Sea cual sea el resultado de todo, sólo puedo volver a expresar mi agradecimiento por el tiempo que me ha concedido. Si sobreviviese, pasaré a informarle de cómo han ido las cosas... Si de verdad quiere hacerse cargo de la situación, me imagino que deberá saberlo. Y podríamos volver a hablar del cargo. Comprenda que ahora mismo me es imposible aceptarlo, pues podría quedarse sin portavoz en unas horas...Sin más, creo que ya he dicho todo lo que tenía que contarle, Herr Bacher. Le agradezco mucho su atención.

Messner alargó la mano hacia Rudiger, y luego hacia el Administrador.

No he conseguido aplazar el Referéndum, pero puede que me vaya con algo útil... Quizás a Anna Alptraum le interese saber el ofrecimiento que me han hecho... Aunque realmente parece un buen hombre, merece el mando de la ciudad... ¿De qué me preocupo?. Lo más fácil es que no viva para ver cómo acaba todo...

Messner ya lo tenía asumido. Esa noche sería probablemente la última de su vida. Pero si por alguna extraña razón todo acababa saliendo bien, Messner se alzaría como un hombre poderoso, como alguien capaz de enfrentarse a los problemas de Averland con medios más que suficientes... Sólo el tiempo lo diría.
Última edición por Weiss el 12 Feb 2009, 22:48, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Saratai »

Un silencio hizo acto de presencia en la sala al oir las últimas palabras de Messner, con asombro por el rechazo de la oferta. Un leve gesto de desagrado por parte de Saford se notó en su rostro. Tras las despedidas pertinentes, los cuatro contertulios se levantaron de sus sillas. Pieter se sentia orgulloso de Messner, habia preferido hacer su cometido que aceptar un buen trabajo. Intentaria ayudarlo en todo lo posible en el próximo cometido.

Mientras salian de la habitación, Rudiger habló una vez más, preocupado por las palabras del ayudante del Fiscal.

Rudiger Bacher

-No puedo permitir que una familiar de mi futura cuñada esté en peligro mientras me quedo con las manos cruzadas, Messner. Vamos abajo a hablar con mi hermano, veremos que podemos hacer para ayudarte en tu tarea.


Los cuatro bajaron las escaleras hasta la sala principal. Alli encontraron a Migolver y a Heinz despachando al galeno. Sin tiempo a decir nada, Rudiger le comentó a su hermano lo que Messner habia dicho. Imaginaba la reacción de Migolver, pero no debia ocultarselo:

-Migolver, el señor Messner sabe dónde están los captores de Eva Fahen. Ha venido a pedirnos ayuda.

El benjamin de la casa no se tomó tan tranquilamente la noticia como Rudiger. Migolver se acercó corriendo a Messner, la mirada fija y los dientes apretados, con la mano en el pomo de su espada.

Migolver Bacher

-Sólo digame dónde están letrado, y se arrepentirán de haber atacado el honor de los Fahen.


Al ver que se estaban hablando de temas fuera de su incunbencia, el galeno se alejó por la puerta, hacia otra habitación. Migolver pegaba gritos para que vinieran los guardias, sin dejar a nadie hablar, pues se volvió tremendamente violento al oir tal noticia. Al entrar los guardias, les reclamó su mejor caballo y a un hombre de confianza para que le acompañara, aunque el solo podria bastarse con los secuestradores, según su opinión. Sin lugar a dudas, era una persona variable y creida.

-Messner, ya estamos tardando en ir a por Eva. Deberia haberme dicho nada más entrar que su motivo de visita era ese, hemos perdido un tiempo muy valioso. Lleveme rápido a donde tienen su guarida esos salteadores, o digame como llegar al menos, Fahen y Bacher ya llevamos mucho tiempo con el peso de su desaparición sobre nuestras cabezas.


Mientras Migolver atosigaba a Messner, el guardia que el señor habia demandado preparaba un par de caballos, uno para Migolver y otro para un conocido testigo del benjamin en duelos de honor, el cual ya habia presenciado demasiadas tonterias de su señor. Al tiempo, Safor se preocupaba por el estado de Heinz, y Pieter y Rudiger se mantenian al margen de las conversaciones.

Ahora estais los seis en la sala. Migolver está como loco por ir a por Eva, Pieter defenderá a Heinrich, y claro está, preferirá ir antes a por los secuestradores que a por Alan. Oliver Saford vigilaba todo movimiento, captando las intenciones de cada uno de los presentes, y Rudiger quedaba al margen, haciendole ver a su hermano que no debia precipitarse, y que acpetara los consejos del letrado.

FDI: Las reuniones individuales en el estudio Bacher se dan por concluidas. Serán alrededor de las siete de la tarde, está oscuro y fuera hay una fuerte ventolera.
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Heinrich Messner

Messner alcanzó a ver la decepción de Saford. Sin duda tanto él como Bacher esperaban que aceptase. Y es que era lo que cualquier otra persona hubiese hecho... y lo que habría hecho Messner, si no fuera porque sabía que si lo hacía lo estaría lamentando el resto de su vida. Aquella noche el sitio de Messner era en el combate, y sólo Sigmar diría si el Letrado viviría para ver de nuevo el Sol. Y si moría nadie podría decir que había sido como un cobarde, pues habría llevado su deber hasta las últimas consecuencias...

Bacher estaba claramente impresionado y preocupado por las últimas declaraciones de Messner, las que trataban sobre Eva Fahen, y decidió bajar a comentárselo a Migolver. Primero salió Bacher de la habitación, seguido de cerca por Saford. Messner se retrasó un poco, mientras se ponía el sombrero, y al salir, pudo ver una sonrisa en la cara de Pieter Azhelhof. Messner le respondió con una palmada en el hombro.

No iba a abandonar ahora... Acabaremos con todo ésto o moriremos en el proceso...

Abajo, Bacher le estaba dando la noticia a Migolver, que en cuanto la supo se ciñó el cinto de la espada, y llevado por la ira se acercó a Messner. El noble estaba fuera de sí, totalmente furioso, y exigía satisfacción por la afrenta cometida.

Sólo digame dónde están letrado, y se arrepentirán de haber atacado el honor de los Fahen.

Acto seguido soltó a Messner, y se puso a dar vueltas por la habitación, histérico, ladrando órdenes a todos los Guardias y sirvientes que veía. Pidió dos caballos ensillados, y que buscasen alguien de confianza para que le acompañase. Aquello era caótico, sin orden ninguno. Y Messner no permitiría éso. Una vez más, Migolver se acercó a Messner, hablándole con los ojos fuera de las órbitas.

Messner, ya estamos tardando en ir a por Eva. Deberia haberme dicho nada más entrar que su motivo de visita era ése, hemos perdido un tiempo muy valioso. Lléveme rápido a donde tienen su guarida esos salteadores, o dígame como llegar al menos, Fahen y Bacher ya llevamos mucho tiempo con el peso de su desaparición sobre nuestras cabezas.

Messner no dudaba de la valentía de aquel hombre, ni de sus ganas de ayudar. Pero no permitiría que le acompañase. No era que le cayese bien, que tuviese en gran estima su vida... Al contrario, le parecía un hombre que sólo se guiaba por las apariencias, un noble sin nada muy útil que hacer... Pero no pensaba hacerse responsable de la muerte de Migolver Bacher. Primero miró a éste, mientras hablaba con voz pausada.

Lo siento, Migolver, pero no puedo permitir que me acompañe. No pienso poner su vida en peligro, compréndalo. Lo que va a suceder esta noche no será un simple lucha contra forajidos... Será algo mucho más grande, Migolver, y no pienso permitir que pierda la vida allí. Haré todo lo que pueda para traer a Eva sana y salva, pero usted se quedará aquí.

Luego se giró, para mirar a Rudiger y a Saford.

Pero lo que si aceptaría serían hombres, Guardias de su casa. Deben saber que los Alptraum han colaborado generosamente con la causa, consiguiéndome hombres y armaduras, ayudando en todo lo posible tanto a los Bacher como a los Fahen. Deben saber que si Eva vuelve a casa, gran parte del mérito es de Anna Alptraum. Deme los hombres que considere necesarios, y yo mismo los dirigiré en combate, para librar a la provincia de los asesinos de Guardias y de los secuestradores de niños. Pero debe saber que será muy difícil, que será un combate complicado... Lo dejo en sus manos, Herr Bacher. Si quiere ayudar a Averheim, éste es un buen momento para demostrarlo... Yo no puedo demorarme mucho más, Señores, pues debo armarme y reunirme con las tropas Alptraum, además de con otros aliados. Si van a ayudarme, apresúrense...

Acabó de hablar y pasó la mirada por todos los presentes. Migolver seguía furioso, Pieter sonreía orgulloso, Bacher asistía emocionado al discurso, y el Administrador mantenía su cara impasible. Miller también escuchaba la conversación, en un segundo plano. Primero se acercó a Migolver, y le puso la mano en el hombro.

Haré todo lo que pueda.

Luego, volvió hacia Saford y Rudiger, y volvió a tenderles la mano.

Como dije, es la hora de la sangre y el acero, y no puedo demorarme mucho más... Haremos lo que podamos, tanto mis compañeros como yo mismo, pero la situación es complicada... ¿Ahora entiende mi petición de antes, no?. Vuelva a pensárselo en mi ausencia, y ya volveremos a hablar si regreso...

Por última vez Messner esperó una respuesta. Mientras hablaba, una idea se había ido fraguando en su mente. Lideraría a los Alptraum y a los Bacher... ¿Por qué no también a los Messner y a los Fahen?. Aquella podía ser la oportunidad que estaban esperando, la oportunidad de unir a las grandes casas de Averheim... Se acercó rápidamente a Migoler, deiciéndole.

Migolver, vaya al Palacio Fahen. Explíqueles lo que he dicho y pídales toda la ayuda que sean capaces de reunir, y la envíen inmediatamente a la plaza del Templo de Verena. Hombres armados y a caballo.

Luego se dirigió a Rudiger.

Ésta es la oportunidad, Herr Bacher. Ahora podemos unir a las Casas de comerciantes de Averheim por una misma meta. Los hombres de Mannfred Messner también irán al combate.

Rudiger estaba perplejo, pensando qué responder. Messner aguardó. Pasaría a ver a su padre, a pedirle apoyo también. Luego partiría a recoger a los hombres de Anna Alptraum, y a hablar con ella una última vez antes de partir al combate. Luego se reuniría con los hombres de Alan. Y cabalgaría a afrontar su destino...
Última edición por Weiss el 13 Feb 2009, 10:04, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Van Hoffman »

Heinz Stolzer / Franz Miller

El stirlandés asistió a la escena con una expresión mitad asombro mitad orgullo. Al parecer, el chupatintas de la fiscalía estaba reuniendo a un ejército para enfrentarse a unos secuestradores. Secuestradores que, posiblemente, fueran los Quober. Sin embargo, no tenía sentido armar un montón de hombres para enfrentarse a cuatro criminales. No, detrás había algo gordo, algo muy gordo, algo que, quizás y solo quizás, tuviese que ver con los mutantes de Monheim... Sin duda, los pueblerinos habrían masacrado a los que había en la cueva, pues se trataban de mujeres y ancianos deformes. Pero sin embargo, algo rondaba la espesura, algo poderoso y capaz de tender trampas por los caminos a placer y a asesinar a los patrulleros. Heinz desestimó la posibilidad de que los responsables fueran Jaff o Gordo, dado que el primero era muy inteligente, y no se arriesgaría a actos de ese estilo, y el segundo era muy poco sutil, más destinado a defender a sus hermanos que a acechar. Sin duda, había algo más, algo más que debía ser exterminado.

Finalmente, el stirlandés tomó una decisión. Inspiró profundamente y dió un paso adelante.

- Mis queridos colegas, veo que vais a ir de cacería. Y supongo, Messner, que se llevará a Pieter con usted. Bien, no estoy dispuesto a perderlo, así que yo mismo me encargaré de cuidar por su vida, dado que me es más útil vivo que muerto. Asi pues, Messner, pasaremos algo más de tiempo juntos...

Sin duda, lo que había dicho no era más que una evidente escusa. Poco importaba ya llevar a Pieter ante Alan. Ahora todo era orgullo. Ya había rechazado combatir en Monheim, y si un montón de campesinos, o peor aún, una rata de biblioteca lo hacían, ¿porqué no lo iba él a hacer? Si, lo haría, defendería Averland de la chusma mutante.

En aquel momento, el solitario cazador experimentó por primera vez un extraño sentimiento de camaradería.
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Mensaje por Saratai »

En la sala de recepción todo el mundo tenia claro lo que habia que hacer, pero no cómo hacerlo. Estaba claro que los secuestradores debian ser capturados, pero cada uno de los grupos presentes tenia diversas opiniones de cuál seria la mejor idea.

Messner y Pieter estaban deacuerdo en la manera que llevaban a cabo. Reunir a la mayor cantidad de hombres de entre la guardia y las guarniciones nobles para asegurar una operación con éxito, pero sin contar con Migolver.

Heinz, en cambio, pensaba que seria más simple y rápido ir los que estaban presentes y acabar de una vez por todas con los criminales, pero ayudaria a la soldadesca creada por Heinrich.

Los Bacher preferian encargarse ellos del asunto, veian como una falta de respeto que se les dejara fuera, pero que si se utilizaran sus hombres. Saford, en cambio, mantenia silencio sobre sus pensamientos.

El hermano menor de Rudiger, ante las últimas palabras de Messner no pudo evitar contestar.

Migolver Bacher

-Creo que no le he entendido bien, señor Messner. ¿Viene a esta casa, a decir qué podemos y qué no podemos hacer? Yo iré a donde me plazca, pues creo que no es ningún delito. Y tampoco estamos obligados a colaborar con ningún hombre. Un letrado no me va a decir que me quede en casa mientras unos malnacidos mantienen atada a la hermana de mi prometida. Eso, por no decir que dudo mucho de sus capacidades como estratega, Herr Messner. Si quereis mis hombres, tedrán que venir conmigo.


Rudiger meditó las palabras de su hermano. Por una parte, gracias a la Fiscalia se habian encontrado a los secuestradores. Pero por otra parte, tratar a Migolver asi era una falta total de respeto, pues su hermano ya habia demostrado en muchas ocasiones su valia en situaciones tensas. Tras pensarlo detenidamente, Rudiger tuvo que optar por una razón intermedia.

Rudiger Bacher

-Tanto Heinrich como Migolver están en lo cierto. No quiero que los Alptraum se lleven el mérito del rescate, y tampoco puedo negar la licita satisfacción de mi hermano para con esa gentuza. Heinrich, si no quieres llevartelo, al menos deja que os acompañe al punto donde encontrareis a los secuestradores y que el mande a su siriviente lo que quiera. No os interferirá. Además, te aseguro que está acostumbrado a este tipo de asuntos asi que no tendrás que estar pendiente de él.


Mientras tanto, Safor salió de la sala en dirección a los jardines, ignorando toda la conversación sin molestarse en despedirse, aunque nadie pareció reparar en tal actitud. Pieter, a su vez, no perdia de vista a Heinz. Si las cosas se fueran de contexto durante el apresamiento de los secuestradores, nadie sabe como reaccionaria.

FDI: El tiempo apremia, y Migolver está muy concienciado con el tema, asi que os seguira incluso si rechazais su ayuda. Aportará solo un hombre, que irá junto a él.
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Mensaje por Weiss »

Heinrich Messner

Y pensar que hace unos instantes se había compadecido de él... Migolver Bacher resultó ser el payaso prepotente que Messner había imaginado, pero alcanzando cotas de estupidez y falta de respeto que Messner no se habría llegado a esperar. Pero el tiempo seguía pasando, de forma inexorable, y el letrado no tenía tiempo que perder discutiendo. Se dirigió a Migolver, que seguía con sus humos, con sus aires de superioridad, con su creencia de que él sólo podría arreglarlo todo.

Déjeme decirle una cosa, Migolver. Realmente, sí puedo venir a su casa y decirles lo que tienen que hacer, pues para éso soy el oficial al mando de esta operación, y me importa muy poco que dude de mis dotes de estratega, porque quiera o no, yo soy ahora mismo quien manda. Colabore si quiere, es cierto que no está obligado, pero sería extremadamente deshonroso para su Casa, y especialmente para su buen y honrado hermano, que se supiese que mientras la Guardia y varias Casas nobles de forma altruista se vuelcan en la búsqueda de Eva, los Bacher se quedasen de brazos cruzados... Aún así, si no hay más remedio y tomando como prioridad la liberación de los rehenes, aceptaré su presencia, pero siempre que actúe bajo mis órdenes. No he preparado todo ésto para que ahora usted quiera hacerlo como le venga en gana. Pero tenga en cuenta que no aceptaré ninguna responsabilidad de lo que le pase, y todos estos Caballeros quedan como testigos de que intenté disuadirle...

Messner miró a todos los presentes, luego volvió a fijar sus ojos en Migolver.

Empiece a colaborar, dando aviso a los Fahen. No dudo de su experiencia, y confío plenamente en su valentía y sus ganas de ayudar, y por éso creo que es una tarea que puede resolver con facilidad... Seguro que le prestarán más atención a usted que a un "simple" Ayudante del Fiscal... Aunque no me entusiasme, agradezco su ayuda, Migolver.

Dando por terminada su conversación con el joven de los Bacher, se dirigió a Rudiger.

No era mi intención poner a su hermano en peligro ninguno, Herr Bacher, compréndame, pero él ha querido. Ya nos hemos demorado demasiado, Rudiger, y es hora de partir. Envíe toda la ayuda que pueda a la plaza del Templo de Verena, y que vayan a caballo. Muchas gracias, Señor, ha sido un honor ser recibido por usted y espero ser digno de la atención que me ha prestado y cumplir mi misión.

Le dio la mano por última vez, y con la cabeza hizo señas a Miller y a Pieter.

Nos vamos, Señores. Miller, venga con nosotros. Necesitará un caballo si quiere acompañarnos.

Salieron de la casa, donde su caballo y el de Pieter aguardaban.

Nos dirigimos a la Mansión Messner, donde también intentaré conseguir ayuda. Nos adelantaremos ya que vamos montados. Es esa casa de allí. Los establos se encuentran en la parte de detrás, así que pase y vaya eligiendo uno que le guste, que yo me encargaré de que se lo presten. Hasta luego, Herr Miller.

Seguido de Pieter Azhelhof, Messner cabalgó hacia su casa. Es cierto que tenía poco tiempo. Pero podría gastar unos instantes en despedirse de su familia. Puede que no los fuese a ver más...
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Heinz Stolzer / Franz Miller

Heinz se fue poniendo el sombrero, la capa, el cinturón con sus armas y la ballesta con la aljaba mientras Messner hablaba. Finalmente, el letrado dio por concluído su monólogo y se dispuso a marchar. A Heinz le satisfizo la idea de volver a montar, y no rechazó el ofrecimiento de Messner.

- Muy bien, Messner, usted manda. Nos vemos allí.

Mientras el letrado y su perro faldero se dirigían a la entrada principal de la mansión, Heinz corrió a los establos que le había indicado Messner.
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Messner, Pieter y Heinz salieron de la casa, los dos primeros a caballo y el tercero a pie. Deberian darse prisa, su objetivo estaba lejos y la hora del intercambio estaba cerca. Mientras salian, Migolver bufó con rabia. Si esos cretinos se pensaban que él necesitaba que alguien le diera ordenes estaban muy equivocados. Pero avisaria a los Fahen de todas maneras, pues seria una falta de respeto no avisarles del paradero de su hija.

Desde la venta del estudio, Saford observaba a los tres hombres marchar por la calle.

Las cosas se van a poner feas dentro de poco, muy feas.

El administrador, intentando no pensar en los acontecimientos venideros, cerró la cortina y siguió con su trabajo diario.

Heinrich Messner y Pieter Azhelhof tardaron apenas un minuto en llegar a la Mansión de Mannfred Messner. Un caserón gris, con el escudo de un Pegaso bajo fondo azul. Nada más llegar, un sirviente recogió los caballos, recibiendo las ordenes de Heinrich. Los Messner no tenian tanto dinero como otras casas, pero tampoco les faltaba de nada. Una vez dentro, el ayudante del Fiscal buscó a su familia.

Al rato llegó Heinz Stolzer. Nada más salir de la casa, las miradas de los vigilantes de Jaran, que aun pululaban por la calle, lo siguieron en su trayecto. Estaba claro que no andaban ahi de casualidad, y que tomaban nota de todos los que por alli pasaran. Al llegar a los establos, el sirviente que habia recibido las ordenes le entrego un caballo blanco y manso, que serviria de montura del cazarrecompensas. No era el mejor caballo que hubiera visto, se notaba que era un de refresco, pero valdria para su cometido. Tal vez solo tuviera que hacer un viaje de ida...
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Heinz Stolzer / Franz Miller

- Muchísimas gracias. Esperaré a Herr Messner en la entrada principal.

Heinz cogió de las riendas al caballo, que a pesar de no ser el mejor del establo, valdría, y se dirigió a la parte delantera de la mansión.

"Espero que Messner no tarde mucho..."
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Weiss
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Heinrich Messner

Otra vez más, el trayecto a caballo fue corto. En apenas un minuto, Messner y Pieter cruzaban las puertas de la finca de la Mansión Messner. Como era de esperar, Messner fue reconocido inmediatamente, y un sirviente se apresuró a recoger sus monturas.

Saludos, Señor. ¿Qué tal el día?. Llevaré sus caballos a los establos si lo desea...

Heinrich miró al serviente en cuestión. Se trataba de Adalbert, un mozo de cuadras contratado recientemente, ya que su predecesor había sido enviado a la guerra en el Norte.

Gracias, Adalbert. No te molestes en cubrirlos con mantas, pues partiremos pronto. Sin embargo, sí puedes darles algo de comer y beber, pues necesitan estar preparados para galopar. Ahora llegará un hombre con sombrero y ballesta. No te asustes, pues es un conocido. Dale una montura decente y descansada.

Una vez solucionado el problema del caballo de Miller, se dirigieron a las escalinatas de la casa. Una vez más, la Mansión Messner se veía casi pequeña en comparación con las casas que habían visitado antes. A cualquier otra persona le habría parecido inmensa, pero comparada con la Mansión Alptraum, o con la Mansión Bacher, la de los Messner se veía sobria y sencilla.

Necesita una reforma. Podemos permitírnoslo ahora mismo. Los negocios van bien con la guerra en el Norte, pues el Ejército siempre necesita caballos. Por no hablar de las Órdenes de Caballería...

De hecho, el trato en el que se encontraba metido Mannfred Messner en los últimos tiempos tenía que ver con las Órdenes: proveer de caballos a la mismísima Reiksguard. Sería un trato de dimensiones enormes, que aportaría ingentes cantidades de oro a las arcas de los Messner, que los equipararía a las más grandes Casas comerciantes de la Ciudad, casi al nivel de los Bacher... Pero todo éso no importaba ahora. Messner sólo quería encontrar a su padre, que suponía que estaría en su despacho. Pero esta vez sería una reunión personal, no una negociación, y aunque confiaba casi plenamente en Pieter después de los últimos acontecimientos, prefería ir solo.

Pieter, por favor. Voy a reunirme con mi padre, y preferiría que fuese a solas. Me imagino que me entenderás... Será algo más personal que las negociaciones que hemos tenido hasta ahora, y mi padre podría sentirse incómodo por la presencia de un desconocido... Puedes aguardar con Miller, creo que ya no habrá problema ninguno con él. Además puedes intentar sonsacarle sus intenciones, el porqué de su decisión de última hora... Gracias, Pieter.

Una vez se despidió de Azhelhof, Messner empezó a subir las escaleras de su casa. Como todo rico que se preciase, Mannfred Messner tenía su despacho en los niveles superiores de la casa. Heinrich picó a la puerta suavemente, como mera formalidad. Luego, entró en el despacho de su padre.

Saludos, Papá. Tengo que hablar contigo...
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Cerrado

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