Mannricht III: ¡Revolución!

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Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Saratai »

18 von Brauzeit, 2527. Konistag, Streissen.

-Una gran cosecha. Firmaria por que todas fueran igual.-

-Emos hecho muncho dinero. Los gordos de la capital estaráh' felices, sus obesos hijos comeráh' el triple de durce y jamón este invierno.-

-Como los míos, que podrán disfrutar incluso de un par de manzas. ¡Como auténticos reyes!-


Las primeras lluvias del otoño se hacian notar, débiles aun como los pasos de un niño que aun no tiene confianza para pisar fuerte. Las praderas ya amarillas de los campos de cultivo estaban llenas de ganado, que darian cuenta de los despojos y abonarian el campo para la primavera siguiente. Vacas y cerdos guiados por tranquilos pastores que conversaban como lo habian hecho sus padres antes que ellos, y los padres de sus padres, del tiempo, las mujeres y los impuestos. Pero habia algo diferente en el último tema de conversación, algo nuevo entre sus palabras. Habia odio.

Varios años atrás, el caos reinaba en Averland. Ahora, una férrea ley marcial cuidaba de toda la provincia. Ya no habia crimen, no habia inseguridad ni robo alguno. Pero el nuevo gobierno habia conseguido tales beneficios a base de un duro sistema de impuestos, que ahogaban a las clases trabajadoras y financiaban a las grandes familias burguesas, bien mezcladas con la sangre nobiliaria para evadir tributos. Miles de refuigados de la pasada guerra llegaban cada mes, nuevos mendigos colmaban las calles, y las protestas se reprimian con fuerza. Rumores de un nuevo Conde Elector, nacido de seno Alptraum, se hacian más fuertes día tras día. mientras que la familia Leitdorf daba todo su apoyo a los movimientos contra el gobierno.

Pero, ay, esos movimientos iban mucho más allá. Jovenes, embaucados con promesas de libertad y poder para el pueblo, entusiasmados con la idea de vencer la opresión mientras la palara revolución colmaba sus bocas, se reproducian por doquier en cada pueblo, establo o cocina de la provincia.

Y mientras toda esta vorágine de movimientos sociales se sucedian con la velocidad de la pólvora, un hombre fornido de enrojecido rostro dormia plácidamente en su hamaca ajeno a todo problema, mientras su esposa lavaba a su niño. Un hombre más conocido como el patrullero, que se hacia querer por sus vecinos y que vivia como un campesino por convicciones y no por necesidad.



El muchacho no estaba acostumbrado a tratar con soldados de la capital de otra manera que no fuera arrojandoles botellas, pero éstos habian insistido que venian a buscar al patrullero de Streissen para premiarle.

-Mannricht es un buen hombre. No es como los soldados de ahora, que solo buscan el dinero. Cuando él era patrullero lo hacia por el bien del pueblo y no para enriquecerse. Es más, ahora que tiene dinero, compra ganado para las gentes, pensando en el bien común.-

El soldado, un hombre musculoso y algo viejo, con alguna cana entre sus oscuros cabellos le contestó:

-Por supuesto. Yo le conocí muy bien en aquellos años. Por cierto, me llamo Jaran, y éste es mi ayudante Umindel Rober.- Dijo señalando a un joven pecoso.- Hemos venido a buscarle para pedirle perdón de parte del cuerpo, con algo de retraso eso si jejeje. Sirvió valientemente y no recibió el trato... que merecía. Pero tranquilo, que los responsables ya fueron castigados.-

El joven muchacho miró de reojo a sus interlocutores. Algo no le daba buena espina, pero queria mucho a Mannricht para decirle que no a unos hombres que venian a disculparse ante él.

-La tercera granja a la derecha. Lo encontrareis durmiendo la siesta en una hamaca.-

-Perfecto...-
Jaran le guiñó un ojo al muchacho, para lanzarle un penique. -Gracias por la ayuda. ¿Cual es tu nombre, a todo esto?.

-Balbian Boleslav, señor.-
respondió el muchacho lanzandole la moneda de vuelta al soldado. - Y gracias, pero en Streissen no necesitamos las limosnas de nadie.-

Una mueca de asco se formó en el rostro del acompañante pecoso de Jaran, que no paso inadvertida para el joven Balbian. Éste agarró una piedra del camino, y la guardó en su bolsillo mientras observaba desde lejos a los dos hombres cabalgar hacia la casa de Mannricht. Si algo ocurria, Balbian estaria alli en unos segundos.

El mugir de las vacas era como una nana para Mannricht, que recién comido se habia quedado frito al sol de la tarde. De pronto, una luz llenó sus ojos mientras notaba como su sombrero se despegaba de su cabeza. Al abrir los ojos, una cara familiar, de un hombre moreno con pecas aparece ante él. Junto a éste, otra cara familiar, esta vez el fornido Jaran.

Umindel Rober

-Hay que joderse lo que ha cambiado este cabrón...-


FDI: Ya puedes comenzar Mannricht. Lo primero que te encuentras al despertar es a este tipo. Curiosamente lo recuerdas mediantamente como uno de los muchachos que ayudó a la captura de Inmaister Quober, el secuestrador de los niños en tu útlima misión como patrullero.
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Mannricht

- Que diantre...? - Mannricht entorna los ojos molesto por el sol y mientras se acostumbra, aparecen varias expresiones en su rostro. fastidio, confusión y finalmente sorpresa - ¿Patrulleros? Manann bendito! Esta si que es buena! pero creo que os equivocais de casa, me echaron del cuerpo, no lo sabíais? Espera... tu rostro me suena... aunque no recuerdo tu nombre. Demonios, han pasado muchos años... Espera! si... nos conocimos durante la detención de Inmaister Quober, el secuestrador de niños. Yo iba con el sargento Alan y Ficks, y tu ibas con otro tipo... un estaliano, eso es! pero no erais patrulleros, aunque compartíamos objetivos... - Mannricht se levanta, recupera su sombrero de paja y se lo coloca de nuevo tras sacudirse con él los pantalones - En cuanto a ti... tu cara me suena, tu graduación me indica que eres sargento, pero no logro recordarte. Da igual! si habéis venido hasta aquí que menos que ofreceros algo, no? que no se diga que en Streissen no somos hospitalarios, seguidme! tengo ahí un vino de la región... - y dicho esto toma el camino a casa con las manos en los bolsillos - Y decidme que sabéis del sargento Alan? era un buen tipo si señor! y lo que me és mas extraño, que diantre os trae hasta aquí?

Han traído caballos? los veo? da la impresión de que han venido andando desde la ciudad?
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El sol iba cediendo ante las lunas, mientras Mannricht le preguntaba a los recién llegados, ofreciendo su hospitalidad. Jaran, contrariado, la rechazó

Jaran Tropter


-Gracias, pero no seria conveniente quedarse. Venimos por otro tema... Nos gustaria que nos acompañaras a la ciudad y...


Jaran comprobó en la expresión del granjero que no iba a sacar nada hablando de esa manera, por lo que dejó las sutilezas a un lado.

-Mira, o vienes con nosotros a la capital y colaboras con la guardia o te consideraremos uno más de entre los revolucionarios. Se avecina una guerra entre civiles, y no podemos permitir que alguien con tus conocimientos esté en el bando revolucionario cuando esto estalle. En cuanto a Alan Friedsgoth, que resultó ser un traidor al cuerpo del Estado, si supieramos donde está le habriamos colgado, no lo dudes. Si decides venir, con nosotros, tendrás buena paga, recibirás de nuevo tu puesto de trabajo y durante la guerra tu familia tendrá la proteccion del Estado. Se tu historial, por eso me he molestado en venir personalmente.



FDI: Puedes ver que están armados, y detrás de ellos ves dos caballos junto a una encina. Deduces que si se han molestado en ir hasta ahi, Streissen está bajo peligro inminente...
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Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

El campesino frunció el ceño.
No le gustaba nada de lo que acababa de oír.

- Escuchame bien, amigo... - Mannricht se vuelve hacia ellos tratando de mantener las distancias, saca las manos de los bolsillos y cruza los brazos sobre el pecho - Os habéis equivocado, pero por completo! Hace cinco años serví al Cuerpo con gran orgullo, pero ahora las cosas han cambiado. ¿De verdad que queréis que me aliste? ¿Todavía mas patrulleros? Cuando yo era patrullero eramos la mitad de los que hay ahora, sin embargo los caminos estaban en paz, redes de contrabandistas desmanteladas, Muerte en los caminos y sus secuaces aplastados, si señor, efectividad! en cambio ahora que, ¿eh? ¿cuantos mas patrulleros deben de haber?. No me interesa la guerra, ahora estoy tranquilo con mi esposa y mi hijo, y no necesito a nadie que venga a gritarme órdenes. Y menos, por los motivos con los que venís debajo del brazo - Mannricht sigue con los brazos cruzados y ha ido levantando el tono, con la clara intención de ser escuchado por cualquiera que pueda venir a ayudarle si vienen mal dadas (como por ejemplo Balbian y su piedra) pues sabe que él está desarmado y ellos son dos patrulleros armados y equipados - En cuando al sargento Alan... si hay alguien a quien confiaría mi vida ése es el sargento Alan, y faltarle el respeto a él es como faltarmelo a mi, así que me tomo eso como un insulto personal! Así que si habéis venido a mi casa a faltarme el respeto ya podeis daros la vuelta y regresar por donde habéis venido! No necesito vuestro trabajo, No necesito vuestra paga, no veis las tierras alrededor vuestro? son mías, ¿veis esas vacas blancas? son mías! ¿y las negras? También! Y ahora largo de mis tierras!

Mannricht se queda de brazos cruzados, con el ceño fruncido mirando fijamente a los dos patrulleros. Está desarmado, pero ha procurado vocear lo suficiente como para atraer la atención de algún vecino. Espera que no desenvainen sus armas, porque en ese caso, tocará correr a casa en busca de una espada... claro que donde diablos estará su espada...? hace mucho que no la usa. Y la pistola? diantres! creo que están en el baúl del dormitorio, bajo el cuadro del tío Rosendo.
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Los dos hombres aguantaron las voces de Mannricht. A cada palabra, su gesto se torcía mas y más hasta dar la impresión de que fueran a sacar las armas y matarle allí mismo.

Y asi habria sido, de no salir en aquel momento tres campesinos de un establo cercano. Se encontraban hablando de la explotación que sufrían, de la falta de comida que padecian sus familias para que los ricos comieran sin trabajar y para que los soldados se vistieran de gala en apestosas tabernas. Ahora, para colmo, esos gandules extorsionadores venian al pueblo a molestar a Mannricht. No, eso si que no.

En cuestión de segundos, al campo de Mannrich los tres campesinos y Balbian, girando su honda. Éste lanzó su piedra ante los gritos del antiguo patrullero, y ésta dio al suelo, cerca de los pies de Jaran. Puede que fuera una advertencia, o que hubiera fallado sin querer, pero cuando Umindel hizó ademán de sacar la pistola, Jaran le paró.

-Si matamos a alguien aqui, no saldremos con vida- le susurró mientras le ponia la mano en el brazo, conteniendo el impulso del violento pecoso

Jaran Tropter

-Está bien, nos marchamos. Disfruta de tus campos, Mannricht.


Dicho y hecho, los dos hombres tomaron sus caballos y se alejaron a trote rápido de Streissen, bajo la mirada de los campesinos. Éstos preguntaron a Mannricht que como estaba, y que habian venido a hacer esos desgraciados. Pero Balbian fue más allá:

Balbian Boleslav

-Está claro, habian venido a llevarselo. Y tonto de mi que les dije donde estabas, lo siento mucho Mannricht- Balbian bajó su mirada, para volver a elevarla al instante con una dia algo impetuosa. -Lo que debemos hacer es unirnos a los cuerpos obreros. Oye,tengo amigos que ya están luchando contra esta opresión. Los soldados que pillan la paga del nuevo gobierno hacen lo que quieren en los pueblos, roban y matan en nombre de la seguridad, pero acaban con inocentes en lugar de con los culpables. Además, no perderiamos nada, he oido que unos burgueses que están deacuerdo con los ideales de justicia dan comida y armamento a los que quieren tirar a bajo el régimen de Oliver Saford.

¡Esos cerdos van cada día más lejos, y la semana que viene parece que toca pagar más impuestos otra vez!


Los otros tres campesinos, Ruf, Valigan y Opol estaban deacuerdo con lo que el muchacho decia.

-Seguir asi solo nos traerá la ruina. Nosotros de momento estamos bien gracias al oro de aquel minero manco, pero me se que otros pueblos están al borde de la inanición. ¡Hay que actuar!
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Mannricht

- Esto pinta mal... - pensaba el campesino Mannricht mientras sus amigos hablaban de forma exaltada. Trataba de discernir cual sería la mejor opción a seguir en estos tiempos tan difíciles que se avecinaban al parecer, inexorables como las oscuras nubes de una tormenta en alta mar... mientras pensaba, mantenía la mirada perdida, mirando sin ver.

¡Esos cerdos van cada día más lejos, y la semana que viene parece que toca pagar más impuestos otra vez!

Los otros tres campesinos, Ruf, Valigan y Opol estaban deacuerdo con lo que Balbian decia, mientras Mannricht se peinaba el flequillo con la palma de la mano hacia delante.

-Seguir asi solo nos traerá la ruina. Nosotros de momento estamos bien gracias al oro de aquel minero manco, pero me se que otros pueblos están al borde de la inanición. ¡Hay que actuar!

- Es cierto - dijo Mannricht cuando daba la impresión de que sus amigos iban a salir directamente antorchas en mano hacia la mansión del administrador Saford - pero hay que tener cautela, mirad alrededor vuestro - estas palabras las acompañó con un amplio arco con su brazo derecho - todo esto que veis es cuanto tenemos, estas tierras sostienen nuestras casas, y esas casas cobijan a nuestros seres queridos. No podemos dejar que los impuestos nos ahoguen hasta perderlo todo, estamos de acuerdo, pero no podemos lanzarnos como un Matador contra un ejercito bien pagado, mejor equipado y que arde en deseos de desenvainar sus armas y empaparlas en sangre, como hacen todos esos perros indeseables que han acudido al reclamo del nuevo gobierno de la capital. Debemos tener cabeza - Mannricht se hurga la nariz con el dedo y tras dedicar una fugaz mirada a la pieza obtenida, se limpia con el pantalón - deberíamos informarnos bien antes de actuar a la ligera. Quizá habría que ir a hablar con el alguacil mayor, en el ayuntamiento... Balbian dime, quienes son esos burgueses que dices que dan comida y armamento a los que quieren tirar abajo el régimen de Oliver Saford?
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Mensaje por Saratai »

Ante las palabras de Mannricht, Ruf sacó una zanahoria de su bolsillo y empezó a comersela. Valian se hurgó entre las muelas para sacarse lo que Sigmar quisiera que le impedia hablar correctamente, sin éxito alguno. Por último, Opol quedó absorto en el movimiento de los labios de Mannricht, y su cerebro huyó lejos, muy lejos, a algun lugar mejor.

Aun asi, todos asentian, pues aunque no era muy inteligentes ni hermosos, si estaban convencidos de lo que alli se discutia. Balbian contestó enérgico, como era costumbre en el muchacho, a la pregunta de Mannricht.

Balbian Boleslav

-En los jardines de la Mansión Leitdorf, en Averheim. Un amigo mio fue en la última revuelta, y antes de que ésta empezara, todos se reunieron allí porque unos mayordomos y sirvientes daban de comer. Más no se decir, pero si quereis podemos comprobarlo nosotros mismos. Mañana se reunen varios del pueblo para ir a la capital a protestar, podriamos ir con ellos.


FDI: Tu eliges si vas, y de hacerlo, con que equipamiento. Tienes bastante desconocimiento acerca de en que consisten esas protestas, pero hace un mes uno de tus primos fue a una y volvió con una oreja menos. Deberás escoger con cuidado.
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Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

El campesino pareció sopesar cuanto se había dicho en esa pequeña asamblea improvisada.
Que son tiempos difíciles, estaba claro, la cosa era... saber hasta cuando duraría esta paz que tan fragil se le antojaba a Mannricht. Desde hacía tiempo que se podía llegar a palpar la tensión en el ambiente, era como la calma que precede a la tormenta.

-En los jardines de la Mansión Leitdorf, en Averheim. Un amigo mio fue en la última revuelta, y antes de que ésta empezara, todos se reunieron allí porque unos mayordomos y sirvientes daban de comer. Más no se decir, pero si quereis podemos comprobarlo nosotros mismos. Mañana se reunen varios del pueblo para ir a la capital a protestar, podriamos ir con ellos.


Las palabras del primo del segundo hijo del hermano pequeño de su padre fueron reveladoras para Mannricht.

- Así que mañana, eh? pues no estaría mal viajar hasta Averheim, para ver que se cuece en la capital. Claro que, no se que interés tienen los Leitdorf en apoyar revoluciones que les enfrentarían directamente con el administrador Saford. Pero hay que hacer algo! Los Leitdorf aseguran que estarían dispuestos a bajar los impuestos, y eso es una buena noticia, si se recortan los impuestos dejarán de contratarse tantos patrulleros, y eso estaría bien, porque están consiguiendo atraer a toda suerte de desarrapados a nuestros caminos. Si se recortan estos impuestos, quedará más dinero para el pueblo. La gente lo está pasando realmente mal, el hambre ya ha llegado a algunas familias, y no solo de Streissen, y eso debe terminar! - Mannricht se agacha para coger un guijarro del tamaño de una castaña y juguetea con él entre sus dedos - hace mucho tiempo, cuando las revueltas contra la Condesa Ludmilla, sonaban bien fuertes los gritos de autodeterminación e independencia... ya hace tiempo que nadie osa hablar de eso en voz alta pero... maldita sea! - Mannricht lanza la piedra con fuerza hacia el sembrado - a veces creo que deberíamos cerrar las murallas de Streissen!

Mannricht se rasca con saña la coronilla mientras pone gesto de recibir luz del sol directamente a los ojos y después sigue hablando.

- Mañana decidiré si viajaré o no, como veis, tengo mucho trabajo entre manos… En fin amigos míos… - Mannricht da varias palmaditas en los hombros de sus contertulios – se avecinan tiempos difíciles me temo. Quizá sea hora de sacar del baúl las armas… por lo que pueda pasar!

Diciendo esto y tras despedirse, Mannricht regresa a su casa dedicando una fugaz mirada al lugar por donde se fueron los dos patrulleros.

Una vez a solas, Mannricht subirá al dormitorio y buscará en el baúl sus armas, las sacará con cuidado de entre los trapos que las protegen y las limpiará. Después, no volverá a dejarlas tan lejos de su alcance, las dejará sobre la chimenea, en el salón de casa. Mannricht buscará en el trastero la vieja armadura de malla y la chaqueta de cuero, cree que están entre los trastos, en caso contrario, tendrá que ir a la plaza del mercado a buscar un herrero o un curtidor de cuero que le venda ese equipo.

Hasta que se dio cuenta de que Eloisse andaba siguiéndolo con la mirada mientras él limpiaba la pistola y la espada. Mas tarde cuando apareció con la armadura, Eloisse con los brazos cruzados ya no pudo seguir reprimiendo su curiosidad.
- Cielo… - le explicó Mannricht desde la silla donde trabajaba con sus armas – puede que me equivoque, pero creo que se avecinan tiempos difíciles. Será mejor que estemos preparados… comprendes…? - El campesino alzó sus cejas y floreció en medio de su rostro su mejor sonrisa – pero no tiene porque preocuparse… - Mannricht se levantó con la pose y voz de un autentico galán de obra de teatro – aquí está Mannricht para protegeros mi señora! Por mi honor!

Por lo demás, Mannricht pasará con tranquilidad el resto del día tras acabar de adecentar sus armas y armadura. Aunque... recuerda que cuando pasó por la universidad de Streissen algúnos amigos suyos compartían sus ideas revolucionarias... puede que quede alguno de estos amigos en la ciudad? Y su padre? Papá siempre fué un revolucionario, la cojera fue a raíz de manifestaciones, palos y carreras. Puede que él tenga algún buen consejo que darle... Si queda algún amigo de universidad de pensamiento similar a Mannricht irá a verle con una botella de vino. si no fuera el caso, iría a ver a su padre con dos.
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Re: ¡Revolución!

Mensaje por Saratai »

Mannricht siempre tenia la manera de quitarle hierro a cualquier asunto. Ante las palabras de su esposo, Eloisse no pudo sino sonreir ante las gracias de su marido. Estaba muy preocupada por él, y preferiria que se quedara en casa, con los pollos y los caballos, como siempre. Pero tambien sabia que este era un culo inquieto, y cuando decia de ponerse las botas de montar seria estúpido llevarle la contraria. Además, tambien veia en sus amigas y familiares la explotación que se estaba llevando a cabo, y no podía sino estar deacuerdo con los ideales que se extendian por el pueblo.

Eloisse

-Trae acá manazas, que estás hecho un manazas-
dijo mientras le quitaba la chaqueta de cuero de las manos - más que limpiar vas a extropear el cuero, es así como hay que hacerlo. ¿Ves? Si esque no se te puede dejar solo... Anda, ve a darle de comer al chiquillo, que ya va siendo hora de que se vaya a la cama.

La esposa intentó no sacar el tema, pero al final de la noche no pudo sino expresar su disgusto. Por la mañana, cuando el campesino se dispuso a visitar a su padre, ella se despidió severa.

-Más vale que no te hieran ni te pase nada en la capital. Porque como te toquen un pelo, primero se van a enterar ellos, y luego tú. ¡Con creces!



19 von Brauzeit, 2527. Angestag, Streissen.


El dia se presentó nublado, como presagiando lo que estaba por venir. Pero Mannricht, ignorante de lo que iba a acontecer en las proximas horas, se dirigió en Negranoche hasta la casa de su padre. Cual fue su sopresa cuando, al llegar, se encontró al viejo cojo rodeado de muchachos, unos veinte, entre los que estaba como no el joven Boleslav, y uno de sus amigos de la fundición de Averheim, el cual no habia ido a trabajar prefiriendo ir junto a los campesinos de Streissen. Al ver llegar a su hijo, Mark el cojo se apartó de la muchedumbre.

Mark Stas Boleslav ''El cojo''

-Ya era hora Mannricht, tu tio ha ido a buscarte a casa. Estos chavales han venido a decirme que han visto venir de madrugada a muchos soldados hacia la casa de Markus Leitdorf, y quieren ir alli por si los muy perros fueran a expropiarle por hecharnos una mano a los campesinos. Preparate y ven con nosotros, ¡no podemos dejar que nos quiten al conde!


Al tiempo, el amigo de Boleslav hablaba con el resto de muchachos. Fornido y tan alto como Mannricht, se afanaba por hacerle entender a los campesinos que las cosas que tan mal iban en la ciudad se acrecentarian en el campo. Su cabeza rapada, y su espesa cabellera en cara y pecho le hacian claramente visible entre los escualidos campesinos armados con hondas.

Jahel Pechocabra

-Todo el dinero que nos quitan no es para darnos seguridad, sino para contratar un ejercito con el que quitar a los Leitdorf de enmedio y ¡quedarse ellos como únicos dueños absolutos de la provincia! No necesitamos gentuza norteña para conquistar a los nobles de nuestra tierra, pero cada dia veo como más y más hombres de uniformes negros y rojos, que vienen del Noroeste, se apoltronan y comen carne con el dinero que le quitan a mi y a mis amigos el maldito gobierno de los Alptraum. Nos engañaron hace cinco años con el impostor de Rudiger Bacher, y el único que ha dicho la verdad ha sido el conde Markus Leitdorf. Él es, por derecho, el descendiente del Conde Elector Marius, y ha prometido a gente de origen plebeyo cargos en su gobierno si las clases populares le apoyan contra los Alptraum. ¡Es nuestra oportunidad para salir de la miseria!


Los jovenes estaban convencidos de lo que habia que hacer, pero el respeto que mostraban por Mark, el padre de Mannricht, les influia notablemente.















19 von Brauzeit, 2527. Angestag, Campos Leitdorf.


Los campos situados en el camino entre Streissen y Averheim estaban repletos de pastos y nobles caballos. Markus Leitdorf, sobrino del loco conde Marius, era el dueño y señor de aquellas tierras. Autoproclamado Conde Elector de Averland, trataba de rebeldes al Gobierno legalmente establecido, y se habia hecho con la alianza de casas nobles enemistadas con los aliados de los Alptraum, que controlaban el Consejo de Gobierno. Además, habia ayudado a emergentes campesinos y terratenientes para que le ayudaran con fondos a cambio de puestos en el gobierno y habia proclamado rebajas de impuestos a las clases menos pudientes si eliminaba a los ''rebeldes de la capital'' con su ayuda. Esta actitud, y su extravagante caracter averlandés, le habia ganado la simpatia de las clases populares. Carecia de medios, grandes ejercitos o veteranos extranjeros. Pero tenia a la gran mayoria de la poblacion a su favor, y unas arcas saneadas con las que pretendia llevar a cabo un pacto con cierto lider exterior, una carta bajo la manga que sus enemigos siquiera sospechaban.


Conde Markus Leitdorf


El Conde lanzó la copa por la ventana, y agarró rapidamente la botella que sostenia el criado halfling, bebiendo como si en ella hubiera oxigeno y el se estuviera hundiendo en el mar. Boris Novak, su capitán, le acaba de comentar el contingente de doscientos hombres que se dirigia a ''parlamentar con él''. Markus se atuso los finos bigotes mientras su delgado rostro se descomponia entre ticks y exageradas gesticulaciones. Su consejero en temas legales le habia dicho que no era ilegal que un miembro del consejo se dirigiera a sus tierras con una compañia de soldados siempre que no iniciaran ellos un ataque.

-Nononono, esto no puede estar pasandome a mí. Esa vieja y vil zorra de Anna no quiere hablar conmigo, lo que quiere es cortarme las pelotas. No me llegan a cincuenta los hombres que tengo en la zona, y si la ataco tendrá excusa para poner mi cabellera de forro para sus sillones. Maldito sea el día que me acosté con su hermana, seguro que esta cabreada conmigo por no recibir la misma parte...


Su escualido cuello se giró, y con sus dementes ojos miró fijamente al criado. Era nuevo, y habia salido barato. Markus sabia que le robaba un quinto de estofado cada mañana, pero el pobre era tan feo que a Markus le daba pena apalearlo vivo y hecharle de las cocinas.

-Dime Rudiger...- le susurró velozmente el Conde a su criado halfling mientras le sujetaba la cabeza suavemente con la mano derecha -...¿que hueles con tu enorme nariz?...¿que crees que va a pasar?...¿que harias tú si estuvieras en mi situación?


FDI: La primera parte es para Mannricht, la segunda para Rudiger Croop, que ya puede empezar contestandole a Markus Leitdorf.

Mannricht, tus armaduras están tan limpias como el dia que hiciste tu primera ronda de patrullero. Eso si, pensabas que te quedaban más balas en la bolsa del baúl, solo tienes ocho. Navaja, escudo, espada larga y pistola son las armas que conservas. Como detalle sin importancia, una tirada de 28 en Empatia hace que Eloisse no estará tan cabreada cuando vuelvas.
Ahora tienes que pensar que decir al grupo que está con tu padre. Depende de lo que digas actuaran de una forma u otra.
Por cierto, en Streissen apenas quedan amigos de la Universidad. Pero en Averheim mantienes a un buen amigo, más bribón que ingeniero, que sigue teniendote bastante aprecio. Su nombre es Ulias, y vive en el Distrito Sur de la ciudad.
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Re: ¡Revolución!

Mensaje por William Tender »

Rudiger

Rudi comenzó a sudar enseguida. Diablos, estaba mucho más a gusto allá abajo, en las cocinas, con el olor de los quesos y los embutidos en la despensa, y la comida cociéndose en los pucheros, con el fresco de la fresquera de fiambres, y el calor de los fogones. Él era cocinero, vaya, no esperaba tener que tratar directamente con el pez gordo.
No era que al bueno de Rudi le escandalizaran mucho las descaradas afirmaciones del conde, pues se crió en los ligeros y holgados modales de la Asamblea, pero algo en su excentricidad, su seguridad y fría calma a la hora de violar su espacio físico y meterse con su nariz... le hacía sentirse como si estuviera siendo vigilado por una serpiente en su propio nido, y deseaba salir de allí cuanto antes. El noble parecía divertirse aliviando su amargura por el medio rápido de torturar a su criado. Así pues, y por no decepcionarle, acalorado y enrojecido, empezó a sudar.

-Bueno, y', yo so', so', solo soy co, cocinero...


Algo en la actitud le hacía sospechar que cualquier cosa que le dijera a aquél diablo podría volverse en su contra, pero, por la tarta de su madre, que la situación le encontraría preparado.

-Pero recuerdo que mi padre siempre decía que si los osos no comen conejos, es porque no caben en la madriguera, vamos, que... ellos son muchos, pero usted está en su casa, y quizá no vengan preparados para tomar el lugar.

La lengua de Rudi se fué soltando, y ya no pudo parar, por un momento hasta se sintió a gusto conspirando alegremente con su señor, sin recordar la relación de jerarquí directa, y fué más allá.

-Yo creo que podría usted seguirles la corriente, e invitar a pasar para parlamentar a sus oficiales. Una vez dentro, los tendréis a vuestra merced, y todos esos tontos de fuera no tendrán un jefe que les diga por qué lado se agarra la espada. Si intentan cualquier tontería en ese momento, usted tendrá ventaja, y podrá reclamar no haber iniciado el ataque. Y si la política le exige liberar a los oficiales, podría obsequiarles primero con una suculenta comida. Creo que recuerdo la receta del "Infierno Picante de Yaya Lúa", no conozco a nadie que la coma y después esté en condiciones de negociar ni comandar nada, ni siquiera las tripas de uno, jeje, ya me entiende...

En ése momento, Rudi recordó ante quién se encontraba, y el color de su cara decidió hacer una excursión a alguna otra parte, para luego volver de golpe, fortalecido, como si no tuviera claro si acampar del todo o largarse.
Rudi recobró las maneras, agachó la cabeza, y musitó servicial:

-... pero yo sólo soy un humilde criado. Mi señor es un hombre inteligente, y me dice mi olfato que tomará la decisión acertada.

Rudi siguió sudando. No se atrevía a preguntar si se podía ir, pero tampoco tenía muy claro si quería oír la respuesta del noble. Con lo bien que hubiera estado él pasando inadvertido allí abajo...
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Re: ¡Revolución!

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

Mannricht se encontraba a lomos de Negranoche atento a las palabras de los presentes.
Si esperaba saber que pensaba su padre de lo que estaba sucediendo, había obtenido la respuesta de forma inmediata, y sin llegar siquiera a formular la pregunta! Así era su padre…

A continuación habló Jahel, ese calvorota del matorral en el pecho a quien Mannricht no recordaba haber visto antes, pero que al parecer, era amigo de Balbian. Toda una declaración de intenciones!

Tenía la sensación de que tenía que decir algo cuanto antes. Allí, subido al caballo con los ojos de la veintena de muchachos fijos en el, se sentía como la estatua ecuestre de la plaza mayor, ahora tenía que decidirse entre decir algo o poner la mano en la empuñadura de la espada y perder la mirada en el horizonte con gesto grave.

Optó por lo primero.

Pero tenía que decir algo que no incendiara la sangre de los jóvenes que le rodeaban, tenía que ser un mensaje claro, pero moderado. No podía desatar la furia de los presentes y cargar como una división de Caballeros pantera, sin estudiarlo bien, sin un plan previo, sin sentido.
Estaba de acuerdo en viajar, al menos para ver que había de verdad en lo que acababa de oír. Si un grupo de soldados se dirigían a la mansión de los Leitdorf solo podía significar una cosa… por otro lado, si lo que el hombre del matorral decía era cierto y gente de origen plebeyo accedía a posiciones destacadas, sin duda sería un gran paso en pos de la paz y el regreso al bienestar que tanto anhelaba.
Así que estaba claro.

- VAMOS A DARLES UNA QUE NO OLVIDARÁN FACILMENTE!!, LOS BARDOS LO CANTARÁN EN PLAZAS Y TABERNAS!, SERÁ REPRESENTADA EN LOS TEATROS DE LAS GRANDES CIUDADES! VAMOS HIJOS DE STREISSEN! ARRIBA ESOS PUÑOS!

Ni siquiera se dio cuenta… acabó lanzando el mensaje a gritos, y al terminar, puso la mano sobre la empuñadura de su espada, y perdió la mirada con gesto grave en el sol del amanecer.

Por cierto, conozco a Jahel Pechocabra? Me suena su cara al menos?
Saratai
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Re: ¡Revolución!

Mensaje por Saratai »

¡¡¡VAAAMOOOS!!!

Todos los campesinos que se habian agrupado en la casa de Mark Boleslav habian gritado a la una. El discurso de Jahel primero, y el grito de guerra de Mannricht después habia creado una motivación mayor que la que ningún comandante pudiera emular en mitad de su ejército. Todos juntos, liderados por Mannricht a lomos de Negranoche, marcharon (con poca disciplina, todo hay que decirlo) hacia los Campos Leitdorf, donde esperaban encontrarse con aquellos que se atrevian a entrometerse en su territorio. Veinte campesinos con Boleslav, Mark y Jahel a la cabeza, preparaban sus hondas por si los burócratas se ponian tontos. No habia miedo en sus rostros, pero si decisión tras cinco años de expolios, tras ver sus despensas vacias a costa de militares extranjeros pagados para meter miedo a la población.

Eran las ocho de la mañana y no llevaban de camino ni media hora cuando vieron varios hombres marchando en la misma dirección, unos cuarenta guerrilleros. No eran desconocidos, pues eran leñadores, guardabosques y milicianos fieles a la causa Leitdorf, que se encargaban de limpiar bosques y pastos de bandoleros y peligros. Pertrechados con cascos, cuero, escudos y lanzas, se movian con rapidez entre los pastos. Al ver a la comitiva dirigirse a la casa de Markus Leitdorf, su líder, un conocido de Streissen, saludó:

Líder de los Guerrilleros, Rewlin Cox

-Ya sabia yo que los hijos de Streissen no se iban a quedar cruzados, pero no sabia que vuestra gente se hubiera enterado de que los militares venian. ¡Nosotros vamos también a defender al Conde Markus de esa gentuza!


Dicho y hecho, el ahora enorme grupo se unió en vitores y alegría, al ver que no estaban solos en su tarea. Ya eran más de 60 hombres armados, y esto era una fuerza a tener en cuenta que desanimaria a los perros del Consejo.

Al cabo de una hora, el contingente popular llegó a la casa de Markus Leitdorf, un caserio en mitad de los prados, con una pequeña y debil empalizada. No es que Markus fuera pobre, puesto que la mansión que poseia en el barrio más pudiente de la ciudad era un auténtico palacio. Pero si era bastante paranoico, y cuando comenzó a tener problemas con el gobierno y decició financiar los ataques de los revolucionarios, optó por mudarse a los campos. Según su opinión, sus cocineros podian envenenarle, por lo que despidió a todos, y comenzó a contratar halflings, ignorantes del conflicto (y de cualquier cosa que no fuera comida u oro).

A lo lejos se encontraban los hombres que acompañaban a Anna Alptraum, una lider del Consejo de Gobierno, pero sólo los de más aguda visión podian distinguir que habia gentes en la lejania. Mientras tanto, Markus Leitdorf conversaba con su criado halfling, malinterpretando las palabras del pequeño Rudiger. A si mismo se encontraban en la sala el capitán Novak y un consejero.

Markus Leitdorf

-Vaya vaya, pues eres mucho más listo de lo que pensaba, si...


Las faltas de respeto a los medianos por parte de los humanos era algo que ya estaba de sobras aceptado por la sociedad.

-Entonces sugieres que tenga una entrevista con ella, la envenene y ataque a su ejército cuando estén desprevenidos pensando que su lider charla conmigo. Me gusta tu manera de pensar, Dumigir.

-¿Esta cosa no se llamaba Rudiger?- pensó en voz alta el consejero, no sin cierto desprecio.

-Eso, Rudiger-
corrigió Markus.

En ese instante, uno de los mayordomos entró en la sala

-¡Señor, rápido, mire por la ventana!

Todos los presentes se asomaron a los balcones, observando a los sesenta hombres que formaban guerrilleros y campesinos. Al ver a su Conde asomarse, entonaron sus gritos de apoyo.

¡¡¡VIVA EL CONDE!!! ¡¡¡ABAJO EL FALSO GOBIERNO!!!

Markus no podia estar más contento, ahora sus planes pasaban de ser poco probables a ser muy posibles. Desde el balcón agitó el puño para animar a sus seguidores (los cuales además le salian gratis) y darles apoyo moral, que no fisico. Rápidamente, consejero, capitán, criado y conde volvieron a la mesa a replantear los hechos.

-Capitán Novak, reune a diez hombres, voy a salir fuera de la casa a recibir los campesinos. Consejero, te toca agarrar el caballo e ir a buscar a Anna Alptraum, para decirle que la invito a ella y a tres de sus hombres a comer en mi casa a las dos de la tarde, para que pierdan el tiempo. Y tú Dumigir- Rudiger -Eso, Rudiger- ordenó el conde mientras un pernicioso tic en el ojo peligraba con hacer brotar risas por doquier -tú prepara un veneno, picante o empanada de tu tierra que me deje a esa vieja arpia de Anna y a sus hombres tirados durante horas, sin poder hacer más que babear. ¡Vamos, manos a la obra!

El consejero y Rudiger se miraron por unos segundos. No les habia tocado la mejor parte (para variar) pero seria peor llevarle la contraria al conde, y más en su estado de nervios.

El conde salió escoltado por diez alabarderos, de su escasa guarnición de apenas cincuenta, para ver a los campesinos. Todos se alegraron de verle sano y salvo, saludandole como si de una estrella se tratara y dandole las gracias por lo que hacia por ellos. Éste devolvió amistosamente los vitoreos, agradeciendo de corazón lo que hacian por él.

-Tenemos ante nosotros a los cerdos que quieren quitarnos nuestras posesiones. Pero si piensan que lo van a hacer fácil, están muy equivocados. Quiero que os junteis con mis hombres en la parte trasera de la casa, y que no ataqueis a nadie hasta que yo de la orden, a no ser que ellos empiecen.Tengo un plan para dejarles en bragas.


El conde no era muy dado a la etiqueta, y se entendia de manera clara para los campesinos. Pero fue cuando vió a Mannricht, que su intrincada mente se puso a funcionar para dar a luz otra táctica.

-Tú, el del caballo- se dirigió el Conde Markus a Mannricht. -Entra conmigo a la casa un segundo.

Mientras tanto, el consejero llegó donde Anna Alptraum se encontraba. Respaldandola, cuarenta soldados de la casa Alptraum, ochenta mercenarios del sargento Jaran y ochenta arcabuceros de extraños uniformes negros y rojos, todos bastante pálidos y comandados por un jinete de yelmo cerrado. El consejero tuvo que reprimir la orina para no mearse del miedo:

-A... Ann... Anna Alptraum, el se... el se... el señor Conde Markus Leitdorf, dueño de to... toda Averland, la invita a un banquete a las dos de la tarde de hoy, y a tres acompañantes más. Le re... le recuerdo que por el articulo 157 del có... código interimperial, si sus tropas atacan a las de mi señor, estarán us... ustedes incurriendo en un delito severo contra el Emperador.

Anna se maldijo a si misma por no haber traido a Messner consigo, para que revatiera a aquel consejero cobardica, mientras sus soldados reian del tartamudeo de éste. Anna habia ido alli para hablar con algún Leitdorf para llevarle preso, y esperar a que le atacaran para macharle, pero aquello cambiaba las cosas. No le quedaba sino aceptar la invitación y esperar las cuatro horas y media que faltaban para el banquete.

Mientras tanto, Rudiger habia sido enviado a la cocina de la casa, al mismo lugar donde se presentó Markus Leitdorf con Mannricht.

-Rudiger, termina pronto los venenos. Vas a tener que acompañar a este señor para hacer unos recados.


FDI: Dios, que post más largo. Si no os aburris mucho leyendolo, os comento que este post es solo de interpretación, y que aun no teneis que tomar ninguna decisión. En la siguiente actualización sabreis lo que Markus quiere de vosotros.
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Jacques el arcabucero
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Re: ¡Revolución!

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

- Glups! - Mannricht no estaba acostumbrado a codearse con gente de tan alto copete. El Conde le había señalado a él, y le había dicho que le acompañara a su casa! tanto señorío y tantas mierdas le resultaban extraños, así que trataría de pasar por esto de la mejor manera posible.

Finalmente, tras dejar a Negranoche a cargo de su padre, entró en la casa y tras un corto trayecto, llegaron hasta la cocina.

-Rudiger, termina pronto los venenos. Vas a tener que acompañar a este señor para hacer unos recados - dijo el Conde a un Halfling que allí se encontraba.

- Venenos...? - pensó Mannricht mientras fruncía levemente el ceño. Los venenos no le gustaban, no eran limpios, no hay honor en el uso del veneno. Si el Conde pensaba usar veneno parecía facil suponer contra quien, pero no cuando. Si había que solventar diferéncias había otras maneras para hacerlo... hablar es una de ellas, suele dar buen resultado, a Mannricht le gusta dialogar. Otra, si todo lo demás falla, es el acero, un combate justo puede ser suficiente para arreglar cualquier desacuerdo. Pero veneno?
No sabia que demonio iba a pasar a continuación, pero una pequeña alarma se encendió en lo mas profundo de su ser. Esa pequeña alarma que se le encendía en contadas ocasiones, como cuando le ofrecieron bajar a lo mas profundo de la Prisión de almas, o cuando le pidieron que subiera al roble a buscar el gato de la señora Yelena... y... quien demonios era ese halfling?

Mannricht decidió cerrar la boca y esperar acontecimientos mientras se rascaba la perilla con gesto inteligente.
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William Tender
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Re: ¡Revolución!

Mensaje por William Tender »

Rudiger

¿Veneno? Vaya, mira que hoy le habían insultado un buen número de veces, pero ésta se llevaba la palma. ¡Veneno! Valiente tontería. Las recetas de su familia no mataban a nadie, maldita sea. Como mucho podían criarle a uno una úlcera si no tenía un estómago bien entrenado, una indigestión de dos... o tres días. Alguna vomitona si acaso. Pero ellos eran una familia decente!! Sus recetas estaban pensadas para ser comidas y degustadas. El orgullo profesional como cocinero de Rudiger estaba herido.

De hecho, si tuviera que preparar un veneno, Rudi no tendría muy claro ni por dónde empezar, y desde luego, no quería acabar siendo el chivo expiatorio de un complot, acusado de envenenar a un noble.
Pero, en lo que se refería a la comida picante, podría escribir un par de manuales, así que decidió ponerse manos a la obra, llevar la receta lo más lejos que pudiera, y luego pasarse un poco más. Un poco avergonzado por lo que iba a hacer, Rudi le dió la vuelta a la figurilla de Esmeralda (que tenía siempre en la cocina, vigilando que todo marchara como era debido) con un gesto rápido y furtivo. Luego le lanzó una mirada rápida de reojo por encima del hombro al recién llegado, en busca de cualquier rastro de acusación o desprecio en la mirada.

No obstante, el tipo parecía curiosear con gesto indiferente, sin prestarle especial atención, así que Rudi empezó a volar sobre los ingredientes, echando a la olla cuanto condimento picante o de sabor fuerte pudiera encontrar, buscando aquellos que en lugar de anularse mutuamente, se potenciaran, abusando de especias, haciendo hervir la mezcla hasta que el vaporcillo que ascendía del puchero de la salsa para carnes, le hizo llorar los ojos. Si aquello no conseguía abrirle al que lo tomara un agujero en las tripas desde el estómago al colon, es que los enemigos políticos de su señor eran de la familia de los trolls. Por último, Rudi pensó en la posibilidad de que los distinguidos paladares de los lores no soportaran el sabor el tiempo suficiente como para criarse la indigestión requerida, y coronó la obra enmascarando el sabor con algunos condimentos e ingredientes neutros. La obra estaba concluída. Un estofado de tiernas carnes en salsa, con un aspecto y presencia digno de la mesa del Emperador.

Hacía menos de veinte minutos, le hubiera aterrorizado la idea de salir del palacete, a sabiendas del tumulto que se estaba armando fuera. Ahora... fuera cual fuera la tarea a cumplir acompañando al tipo de la perilla, le parecía más apetecible que quedarse dentro de la casa cuando los platos estuvieran limpios y la suculenta comida empezara a aposentarse en los estómagos para hacer su efecto.

-¡Voi-lá! Infierno picante de Yaya Lúa, al estilo cortesano. (Si su yaya viera lo que acababa de hacer, le daría una buena azotaina). La comida ya está lista, denme medio minuto para ir a por mis cosas y estoy con ustedes.

Rudi voló por el pasillo del servicio hasta el cuarto de escobas que habían querido hacerle pasar por un dormitorio para criados, y recogió sus bártulos. No tardó mucho en recoger, pues no abundaba en pertenencias. Poco más que el candil y la librea que le identificaban como un criado; pero... no pensaba salir ahí fuera sin su honda. Ya conocía las gentilezas que se gastaban para con los de su raza las gentes del lugar. Se enfundó su justillo, guardó la librea en el fondo de la mochila para evitar dar pistas inconvenientes sobre el bando al que pertenecía, se afirmó las armas bien a mano en el cinto, se echó el macuto a los hombros, y sin perder un segundo se presentó de nuevo en cocina ante el mayordomo como un recluta que se presentara ante su sargento instructor.

-Bueno jefe, ya estoy listo... ¿Qué se requiere?

No sé si me habré extralimitado en lo que he escrito, pero me dió la impresión que lo de la escena de la cocina debía quedar resuelta en un turno. Dadme un toque si me he pasado. Y por cierto, Rudiger se va a fijar ahora un poco más en el tipo al que debe acompañar... ¿Qué pintas tiene Mannricht?
Saratai
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Re: ¡Revolución!

Mensaje por Saratai »

La cocina estaba repleta de extraños gases semitóxicos que inundaban las fosas nasales de los presentes. Markus Leitdorf se acercó al puchero donde Rudiger cocinaba con ahinco, para acabar mareandose. Cercano a caer al suelo, Markus intentó aguantar la compostura.

-¡Voi-lá! Infierno picante de Yaya Lúa, al estilo cortesano. La comida ya está lista, denme medio minuto para ir a por mis cosas y estoy con ustedes- dijo con felicidad Rudiger.

Tras ésto, el halfling se escapó de su cocina. A su manera, Rudiger siempre animaba a Markus cuando éste entraba en sus ciclos paranoicos. Éste era de los pocos sirvientes lejos de sus sospechas de traición, tal vez por su raza, tal vez por su caracter, o seguramente por ambas.

Markus Leitdorf

-Perfecto Dumigir, con ésto no podrán dirigir sus tropas... Desgraciadamente yo tendré que acompañarles en la comida asi que yo tampoco podré hacerlo, pero el capitán Novak sabrá dirigir a los hombres en mi lugar. Aunque quien sabe, tal vez mi gran estómago lo resista.


El Conde Leitdorf miró a Mannricht, comprobando en su expresión un sentimiento de asco.

-Tranquilo, no es un veneno mortal (espero). Solo le dará algo de vida intestinal a los comensales, poca cosa. Te preguntarás por qué te he hecho llamar. De los valerosos hombres de Streissen que habies venido a ayudar, sólo tu ibas montado, y con una buena pose he de decirlo. Se nota que sabes montar bien y que amas a los caballos, y.. bueno, yo también me considero un buen jinete asi que ya compartimos una afición.


Markus suspiró. Los vapores del infierno picante que habia preparado Rudiger le estaban destrozando la garganta y aun se estaba recuperando.

-El caso es que en la situación que nos atañe, hay pocos hombres que puedan defender mis intereses y los de Streissen frente a los invasores, muy muy pocos que tengan caballo y aun menos que tengan suficiente experiencia montando y una pistola en el cinturón como he visto que tú posees, algo bastante extraño para un campesino normal y corriente he de añadir.


Tras dejar que Mannricht asimilara las palabras con cuidado, Markus sacó una carta de uno de los bolsillos de chaqueta, una colorida prenda de telas moradas con el simbolo de su casa, una luna y un sol.

-Quiero que le entregues esta carta, en mano, a mi prometida Susanne von Kusch. El halfling que estaba aqui haciendo la comida la conoce, asi nadie podrá engañarte.


En ese momento Rudiger regresó con un macuto casi tan grande como él, y una amplia sonrisa, mientras Mannricht se rascaba la perilla.

-Bueno jefe, ya estoy listo... ¿Qué se requiere?

Markus entregó a cada uno cinco coronas de oro antes de responder, y lanzó una plegaria a Sigmar.

-Dumigir, quiero que vayas con este señor hasta Loningbruck, y que alli vayais a la mansión de los von Kusch a buscar a Susanne, mi prometida, para darle esta carta. Seguro que te acuerdas de ella, es aquella joven tan hermosa que vino hace dos semanas a cenar, la de los rizos castaños y vestido negro y blanco. Os doy dinero para que vayais y pagueis alojamiento, pero quiero que os deis prisa y que para pasado mañana ya le hayais entregado el mensaje. Solo son 60 millas, y si vais por el camino de los valles de Wupertal llegareis mañana por la mañana. Si todo sale bien, a la vuelta os espera una recompensa diez veces mayor. No hace falta decir que no quiero que la carta se pierda o se abra y, sobre todo,
- dijo mirando a Mannricht - recordad que el destino de la población dependerá de la respuesta que yo reciba.

-Ahora, sino teneis ninguna pregunta, marchad rápido antes de que nadie de entre los hombres de Anna Alptraum os vea salir. Yo y el resto de hombres los entretendremos lo suficiente como para que no puedan moverse de esta zona en todo el día.


FDI: Mannricht, a la pregunta de antes de si conocias a Jahel Pechocabra, negativo. Rudiger, un 26 en la tirada de cocinar: has preparado una salsa perfecta para desantracar tuberias. En cuanto a Mannricht, es un tipo relativamente grande y alto, con perilla y la cara algo rojiza. Va bien armado, con chaqueta de mallas y pistola.
Cerrado

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