Mannricht III: ¡Revolución!

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Saratai
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Saratai »

El grupo de viajeros siguió su camino por la rivera del río Reik, al paso de la tarde a la noche. Sabiendo lo peligroso que seria moverse en la oscuridad, los marineros y Franz decidieron descansar en la orilla del agua, desde donde ningún lobo u oso atacaria. Mannricht y Rudi también estaban descansados, y era un momento perfecto para hervir algo de agua, comer y beber, y reposar las heridas sufridas, que no eran pocas.

Ahora que iban a pie, y cargando material, el viaje se hacia considerablemente más lento. Aun asi, era más que probable la llegada a Loningbruck para el dia siguiente, seguramente por la tarde. Barquand y Franz charlaron animadamente acerca de la liga de snotbol y de los problemas políticos de la provincia. Barquand se mostró partidario de cualquiera que bajara los impuestos y Franz no llegó a dar su opinión, mientras Tuldi pescaba unos salmones en el río, alegando que odiaba a los populares snotbolistas tanto como a los corruptos políticos, y que con los peces estaba más contento. Rudi tuvo tiempo de catar las ultimas reservas de queso y pan, y Mannricht de taparse la herida y dejar que cicatrizara lentamente.

Cuando todos hubieron descansado, se montaron pequeñas guardias y el dios de los sueños se hizo con el campamento.


21 von Brauzeit 2527. Rivera del Río Reik.

¡Oh, el despertar de la mañana, el piar de los pajaros, el calor de los primeros rayos del sol matutino y el olor a guardia quemad...

Lo que despertó al grupo la mañana siguiente no fue el metabolismo del cuerpo, sino gritos de auxilio y dolor. Rudi y Mannricht seguian roncando placidamente junto a los marineros, pero Franz no tardo en oirlos y despertar a toda la comitiva. Ya parecia muy raro haber pasado una noche entera sin problemas o ataques, y más con la revolución en ciernes. Cuando el grupo se levantó, pudieron ver relativamente cerca una fogata, en la que varios campesinos y granjeros se arremolinaban gritando e insultando. Éstos no tardaron en percatarse del grupo de viajeros que componian Mannritch, Rudi y compañía, pero no les prestaron atención alguna. De haber querido hacerles algo, no habrian tenido mucho problema de hacerlo durante la noche.

En el centro de la fogata, un par de soldados, de uniformes negros y rojos estaban siendo colgados de dos enormes mastiles de hierro, clavados en el suelo para la ocasión. Los soldados, encargados de vigilar los caminos entre Tandern y Loningbruck, asi como de la zona fluvial, no estaban recibiendo ninguna compasión por parte de los paletos desdentados. Uno de los campesinos avanzó hacia donde los viajeros se encontraban con paso lento y seguro. Los marineros sugirieron largarse de alli, pues cuando los paletos se ponian a quemar no solian tener limite. Sin embargo, Franz quedó alli parado, sin ninguna intención de salir corriendo. No solo eso, sino que se acercó al campesino rápidamente.

Paleto Tandernés y Franz

-Vosotros tais mu tranquilos ahi. ¿Que es lo que sois, gentuza, mercenarios, trabajadores?-
Preguntó el campesino

-Soy enviado de Joel Mahiven, un buen amigo del Conde Elector Markus que vendrá a liberar a nuestro pueblo del falso gobierno. He venido a entregar un mensaje, amigo mio-
Franz estuvo rápido a la hora de presentarse. Lo primero era dejar clara su posición, pues a saber como trataban a los viajeros aquellos violentos salvajes.
-Los hombres que van conmigo son viajeros neutrales, pero son buenas personas, te lo aseguro. Vamos en dirección a Loningbruck- aclaro al instante, al ver la dirección de los ojos del campesino.

-Che che, yo no soy tu amigo, guapete. Y me importa poco de quien vengas. Somos el comité revolucionario de Tandern, y también vamos en dirección a Loningbruck, a ver a la condesa Selena. A partir de ahora, esta zona esta bajo nuestro control, y los impuestos que se paguen iran a nosotros, para pagar lo que se nos debe ¿comprendes?- respondió el campesino, señalando a la hoguera, donde se abrasaban quienes seguramente no comprendieron el novedoso funcionamiento tributario.

Impuesto revolucionario, básicamente. Aquellos campesinos habian matado a los soldados y se habian hecho cargo de los caminos circundantes asi como del mismo pueblo. Sabia Sigmar que era mejor, si los soldados extranjeros o los volubles revolucionarios.


FDI: Mannricht, te curas un punto de heridas por el descanso. Ahora podeis actuar como querais en medio de la conversación, a vuestro gusto, asi como decidir que hacer ante el problema presente. Habeis escuchado claramente el dialogo anterior, asi como el tono de ambos hombres.
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Jacques el arcabucero
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

-Che che, yo no soy tu amigo, guapete. Y me importa poco de quien vengas. Somos el comité revolucionario de Tandern, y también vamos en dirección a Loningbruck, a ver a la condesa Selena. A partir de ahora, esta zona esta bajo nuestro control, y los impuestos que se paguen iran a nosotros, para pagar lo que se nos debe ¿comprendes?-

Caramba! - pensaba el campesino - a esto es a lo que hemos llegado? algo va jodidamente mal. Esto no es correcto, ni por parte de los soldados corruptos ni por parte del pueblo. Los caminos son algo sagrado que no deben emplearse para el mal en ninguna de sus formas.

Mannricht se volvió hacia las dos teas humanas, apena podía adivinarse ya nada en ellas, pero si había visto el color de su uniforme. Rojo y negro... ¿ no era acaso el mismo color que portaba aquel patrullero que no se tragó el asunto de "Quebrantahuesos" Croop? No era capaz de reconocer la región a la que pertenecían esos colores, debía preguntarselo mas tarde a Rudi, él es un tipo listo, y seguro que sabe la respuesta.

Pero ahora debía volver a la cruda realidad y procurar no acabar ejerciendo de antorcha involuntaria a manos de estos descerebrados...

Cuantos son exactamente, camarada saratai?
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William Tender
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por William Tender »

Rudiger

Mientras el malcarado revolucionario les ladraba, el halfling entrecerraba los ojos en dirección al fuego, clavándolos en los unidormes de aquellos dos desafortunados hombres de armas.
Rudi sudó un rato intentando recordar el significado de la librea. Diantre, no se acordaba. Quizá vistos entre las llamas, los colores no estaban tan claros, y en ese caso, había muchas posibilidades: Mahiven, Von Kusch, o incluso Norfendeger. Lo pensaría más tarde, el tipo parecía mosqueado y peligroso, y Rudi consideró la posibilidad de convencerle con sus dotes de labia y charlatanería.

-Caramba, camaradas, sí que se han cometido injusticias con ustedes. Es un placer conocer a gente que toma las riendas de su vida, y lucha por defender su dignidad. Y es doble el placer porque... estamos en el mismo bando. Todos vamos a la casa de los Von Kusch, si no me equivoco, así que no hay necesidad alguna de hostilidades. como ven, no somos soldados, sólo simples criados y campesinos. Hacéis bien en exigir impuestos que sufraguen la justa compensación que se os debe, pero no obstaculizaríais vuestra propia causa cobrándoselo a vuestros aliados ¿Verdad? El comité revolucionario de Tandern es mucho más sabio que eso. Vuestra causa, camaradas, es la nuestra, la de poner fin y remedio inmediato a todos los males causados por el falso gobierno y los conspiradores que lo pueblan, y que hacen pagan a las buenas gentes de toda la provincia. Que se ponga fin a la opresión que hace pagar al campesino por las guerras de poder de los opulentos, y que todo el mundo reciba lo que se le debe. Nos encantará unir fuerzas con ustedes hasta Loningbruck, será mucho más seguro que ir separados, y de ese modo, contribuiremos a la causa con nuestras espadas y nuestro sudor.

Rudi contuvo el impulso de lanzarle una mirada de circunstancias a Mannricht. Iba de un pelo que les creyeran o no, y en cualquier caso, si la cosa salía bien, acabarían viajando con una panda de asesinos en potencia. Rudi comprendía, incómodo, que su argumento peligraba PRECISAMENTE porque él y el revolucionario estaban en el mismo bando: el de los que intentan proteger su propio pellejo y su propio bolsillo de las guerras de los demás. Y solía ocurrir que la desesperación no vuelve a las personas precisamente cordiales, razonables, y consideradas. A efectos prácticos, el tipo era un vulgar matón.

Al igual que a Mannricht, me interesa encarecidamente saber con cuántos tipos nos las estamos viendo, y cómo están equipados. Y bueno, si me queda algo de suerte, gastaría un punto en la tirada de Carisma o Charlatanería que requerirá la parrafada que le he soltado al tipo.
Saratai
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Saratai »

Franz no supo que hacer la respuesta del revolucionario, y al igual que Mannricht, quedó atrás por miedo a contestar indebidamente y hacer compañía como leña a la soldados en la improvisada fogata de la rivera.

En cambio, el que si contestó con valentia y astucia fue el pequeño Rudi, que estaba demostrando ser tan útil con la navaja en el barco como con la palabra en la rivera del rio. Sin miedo alguno, se puso delante del paleto, y le detalló punto por punto porque debian de viajar como amigos. El paleto, que aun no sabia porque ese niño tan feo estaba hablando con él, no pudo sino asentir y darle la razón al mediano.

Paleto Tandernés

-Pos si, si que podemos ser compañeros, fihate tu. No os vamos a hacer pagar nada, si sois compañeros de la causa, faltaria más. Además, nos vendrá bien más gente, no somos muchos y podriamos tener problemas de camino a Loningbruck.


Aquella frase dejó claro tanto a los dos marineros como a Mannricht, Rudi y Franz que los campesinos les habian tomado, equivocadamente, por revolucionarios. Pero haber quien era el que les llevaba la contraria a aquellos salvajes asilvestrados.

En poco tiempo, el grupo de viajeros estaba rodeado de más de una docena de campesinos, a cada cual más feo que el anterior. Una vida de penas y maltratos no les habia hecho bien, y más de uno presentaba negros agujeros en la dentadura, tirantes y petos rotos y sucios, camisas llenas de porqueria y deshechos y pelo enmarañado y apelotonado. El que llevaba la voz cantante se presentó como Mathias, un hombre joven de treinta y pocos, rubio de ojos negros. Mathias les dijo a grito pelado que aquella gente estaba de su parte, y los campesinos no tardaron en darles a todos agua, pan mohoso y abrazos a partes iguales. Entre abrazo y mordisco de hogaza de pan, Fran se escurrió cerca de Rudi, para hablarle en voz baja.

Franz

-No te dire que lo has hecho mal, pero espero que sepas lo que haces con esta gente. Ahora que nos tienen por amigos, será mejor no contrariarles, al menos hasta que lleguemos a la ciudad de Loningbruck.


Franz estaba notablemente preocupado, era evidente que se habia criado en familia de dinero, al contrario que el resto de presentes. Los marineros tuvieron facilidad para adaptarse al vocabulario de los revolucionarios, más acostumbrados a esgrimir carretas que garrotes. Recogieron el improvisado campamento y le dieron a los campesinos vino, que estos agradecieron enormemente, y lentamente el grupo se puso en marcha hacia Loningbruck.

Hasta media tarde, todo transcurrió con tranquilidad por la rivera del Rio Reik, por el cual salmonetes remontaban su curso con esfuerzo para desobar, mientras esporadicas gotas de agua refrescaban al grupo contra su voluntad. Los campesinos cantaban canciones verdes y hablaban de los problemas de la cosecha y Franz evitaba todo contacto con estos. Pero cuando el sol empezó a caer, y ya faltaba poco para llegar a la ciudad, los cascos de dos caballos se hicieron presentes.

Dos jinetes armados avistaron al grupo sin tiempo a reaccionar. Los granjeros revolucionarios, al vernos, enarbolaron las armas previendo que se trataba de soldados bien pertrechados. Uno de ellos portaba una pesada coraza, y el otro, de equipamiento más ligero, una lanza y una pesada y espesa barba. Justo cuando los campesinos se adelantaron para atacar a los amenazantes jinetes, el de coraza pesada desmontó y lanzó su yelmo al embarrado suelo. Una cicatriz mal curada le recubria el labio, y su dentadura no estaba tan poblada como antaño, pero Mannricht no tardó en reconocerle...

Alan.

Ante la sorpresa de todos los presentes, el caballero se lanzó a por Mannricht, estrechandole en un gran abrazo, casi con lagrimas en los ojos producto de la alegria de encontrarle. El caballero no era otro que Alan Friedsgoth, quien fuera sargento de Mannricht cinco años atrás, cuando ambos trabajaron para resolver los problemas de crimen y contrabando de Averheim, y de los secuestros de niños que sufrio la ciudad en aquella epoca. El reencuentro fue de lo más inesperado, habia pasado tanto tiempo y les habian ocurrido tantas cosas a los dos viejos amigos que las palabras estaban fuera de lugar. Los campesinos, viendo la reacción, se relajaron por el momento, pero no perdieron de vista ni a Alan ni a Adelfbert.

Alan Friedsgoth

-Oh Sigmar, ¿que demonios haces aqui Mannricht, y quien es toda esta gente?


Quien fuera sargento de vigilantes estaba notadamente feliz. Mannricht siempre le habia caido especialmente bien, desde el dia que tomo bajo su mando, una lluviosa tarde, en una vieja posada del capital.

-Que gordo te has puesto, veo que la vida familiar te ha tratado bien... Jajajaja, que alegria me has dado, hacia mucho tiempo que no estaba tan feliz de ver a una cara conocida. Tienes que contarme mucho, desde que nos fuimos del cuerpo no he sabido nada de ti... Por cierto, este es Adelfbert, un compañero de trabajo- explicó Alan señalando al barbudo Adelfbert, que permanecia subido a su caballo.


FDI: Son 13 campesinos llenos de suciedad los que están con vosotros, y los que componen el comité revolucionario de Tandern.

Rudi, has hecho una gran actuación, y junto a una tirada de 53 en Charlataneria (con un bono de +20 por la conveniencia del discurso y la poca cultura del revolucionario) dejas al cabecilla rascandose la cabeza y asintiendo sin saber por qué. Los uniformes rojos y negros, tras un 66 en Heráldica, solo sabes que son de un lugar lejano a Averland, y que pertenecen a soldados del gobierno contra el que lucha Markus Leitdorf.

Adelfbert, puedes comenzar a postear en este hilo, y eres libre de actua como quieras, igual que el resto..
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Jacques el arcabucero
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

Mannricht tuvo que hacer un sobreesfuerzo para que la mandíbula no se le desprendiese ante la perorata de su compañero de viaje. Realmente, ese Rudi sabía hablar, vaya que si!
Así que se limitó a asentir con gesto grave y muy convencido.

Mas tarde pudo comer algo de pan mohoso y agua, recibió abrazos y él los devolvió. Y de este modo, el numeroso grupo de revolucionarios, animados por el vino y entre gestos de cordialidad se puso en marcha hacia Loningbruck. Todo el día fue de lo más tranquilo.
Quizá el vino fue el causante, o quizá era costumbre por aquí, la cosa es que el grupo de campesinos, además de hablar de los problemas con las cosechas, comenzaron a cantar canciones verdes y Mannricht sabía algo de eso! Así que…

Con los dedos de la mano,
con los dedos de los pieees,
con la picha y los cojoneees
todos suman ventitreees.


El campesino cantó y brindó con ellos, lo cierto es que un grupo tan numeroso como eran no parecía que pudieran encontrar problemas por el camino, así que Mannricht se relajó. Abrió una de sus botellas y la pasó entre sus compañeros de viaje, hasta que el atardecer le trajo un gran sorpresa.

- Por el tridente de Manaan! – Mannricht pestañeó varias veces pues no daba crédito a lo que veía - sargento..? es usted sargento Alan?

El abrazo en que se fundieron era la respuesta afirmativa. Mannricht reía a carcajadas mientras daba sonoras palmadas sobre el sargento.

- Oh Sigmar, ¿que demonios haces aqui Mannricht, y quien es toda esta gente? – preguntó Alan.
- Bueno! – el campesino se rascó la cabeza buscando la respuesta adecuada, la que podía contar delante de todo el mundo – viajo a Loningbruck, con un amigo.
Alan, este es Rudiger, Rudiger, este es Alan, un viejo amigo. Caramba que alegría! Y este es el comité revolucionario de Tandern! No es así? – Mannricht alzó su botella de vino hacia los campesinos sin dejar de sonreír.

- Que gordo te has puesto, veo que la vida familiar te ha tratado bien... Jajajaja, que alegria me has dado, hacia mucho tiempo que no estaba tan feliz de ver a una cara conocida. Tienes que contarme mucho, desde que nos fuimos del cuerpo no he sabido nada de ti... Por cierto, este es Adelfbert, un compañero de trabajo- explicó Alan señalando al barbudo Adelfbert, que permanecia subido a su caballo.

- Un placer Adelfbert, soy Mannricht, hijo de Streissen, y éste es “Quebrantahuesos” Croop, has oído hablar de él? Maldita sea! ¿Gordo yo sargento? Pero que dice! ¿Y esto? Veo que alguien le ha dejado un bonito recuerdo en la cara, aunque prefiero no saber como quedó el otro… – a continuación, cogiéndolo del hombro, lo apartó del grupo principal y se acercó a Rudi donde siguió hablando mas bajo – Las cosas están muy mal por aquí sargento… - la costumbre y el respeto por Alan le hacían seguir llamándolo por su rango – supongo que ya sabe lo que está sucediendo en estas tierras, no? Esto es una bomba a punto de explotar. ¿Sabe sargento? Vinieron a casa Jaran y otro patrullero para alistarme y colaborar con la guardia, por ellos me enteré que ya no estaba en el cuerpo. Lo que oí de usted no me gustó, le tacharon de traidor… los eché de mis tierras.
¿Y decidme, a donde vais? –
esta pregunta la hizo mirando también al barbudo Adelfbert. Si viajaba con Alan, debía ser de confianza.
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Nirkhuz
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Nirkhuz »

Todo eso era preocupante...había mucha, mucha gente. Gente como él, campesinos...un momento, Adelfbert ya no era un campesino...nunca se haría a la idea, estaba seguro. Seguramente moriría, si Ulric quería, con una espada en la mano, enarbolando un tabardo de la Orden del Oso Negro, y metido en una buena armadura...pensando que era un simple campesino. Muchos años con la misma costumbre.. Pero estos campesinos parecían enfadados....muy enfadados...aunque mientras le daban a la bebida, no parecian tan peligrosos. Se mantuvo todo el rato cerca de Alan, que al parecer conocia a alguién ahí. Un tal Mannricht, o algo así...aunque siempre estaba al margen, ya que esa no era su conversación. Cuando Mannricht preguntó hacia donde se dirigian, a Adelfbert se le hizo un nudo en la garganta. El escudero estaba buscando a los revolucionarios, a los que habían matado a los guardias...y aquí estaba, con ellos. El escudero pensaba que serían 5, o 6...no más de una docena... Finalmente, la figura de ese tal Mannricht le descolocaba completamente.Habían llegado tarde, así que no sabáin si estaba con los revolucionarios...o no. Así que decidió decantarse por su primera opción.

Adelfbert
Nos dirijiamos en busca de ese monstruo que andaba aterrorizando la zona, el chupacabras. Debíamos acabar con él. Pero perdimos el rastro un rato, y, ¡que Morr me lleve si se como hemos llegado aquí!
Pero al parecer no ha sido mala suerte toparnos por aquí...
dijo el escudero más alto de lo normal, para que la turba lo escuchara.

'...¿O sí?' Se preguntó el escudero, no muy convencido de la situación. En cualquier momento las tornas podian cambiar, habia que mantenerse expectantes. Decidió que no le convenia a él mencionar nada sobre los guardias a la brasa o el enano machacado (del cual aun guardaba el hacha en su mochila, por cierto), y si Alan mencionaba el tema, entonces él ya podría hacerlo. Y ante todo ese nerviosismo, fué cuando Adelfbert pensó que una turba de campesinos imperiales enfurecidos eran más peligrosos que cualquier monstruo al que él se hubiera enfrentado...por ahora... Cuando estaba seguro de que los únicos que escuchaban eran Alan, Mannricht y ese halfling cuyo nombre desconocía, preguntó en voz mucho más baja.

Adelfbert
¿Qué esta pasando? ¿Son estos los revolucionarios que quemaron a esos guardias? ¿Y que hacemos, Alan? Esto es completamento inesperado...
Estaba preocupado...MUY preocupado.

FDI: Menos mal que me dije 'Voy a ver como va la de ¡Revolución! Si no, no me habría enterado de que ahora posteaba aquí :mrgreen:
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Saratai »

Alan disfruto de las palabras de Mannricht, mientras le hechaba un buen trago a una de las botellas de vino. El comité de revolucionarios tambien bebian mientras caminaban, y aunque hacia que el viaje a Loningbruck fuera más lento, tambien lo hacia mas llevadero. No todo debia ser preocupación y sangre en la vida, y pasar buenos momentos de relajación venia bien a todos los caminantes tanto como a las heridas que estos portaran.

Alan y Adelfbert tuvieron que seguir el paso al ritmo del resto, al igual que Mannricht y Rudiger. Aunque estos cuatro llevaban caballos, la protección del comité revolucionario era indiscutible: Los caminos boscosos de Loningbruck eran muy peligrosos, y si a bandidos y piratas se le unian las historias del engendro comeganado, lo mejor era viajar siempre en grupos numerosos.

Poco a poco, Franz fue entablando conversación con los revolucionarios y los marineros, hasta saber cual era el verdadero motivo de la visita a Loningbruck. Uno de los miembros, que no hablaba muy bien siquiera su propio idioma, puso al corriente a Franz de la situación.

Miembro del Comité Revolucionario

-La Condesa Selene Von Kusch ha dicho munchas cosas ¿sabes? Dice que va a ayudar al pueblo, que nos va a dar comida y protección ¿sabes? Además, dice que se ha revelado contra el gobierno centrá o argo ansi. Por eso vamos alli, para rejuntarnos con mas gentes y darle su merecido a quien nos susroba ¿sabes?


Todos los revolucionarios asintieron, y uno de ellos, el que llevaba la voz cantante, concluyó:

Mathias, lider del Comité Revolucionario

-El gobierno pagó a muchos soldados para mantener el orden en los caminos. Es verdad que ahora es más facil viajar, pero esos soldados hijos de mala madre roban tanto como robaban los bandidos antes, y encima lo hacen legalmente. Sin ir más lejos, atacaron a mi hermana hace un par de dias-
Todos los presentes apretaron los puños, y recordaron el suceso -No matamos soldados por gusto, con alguna excepción, pero fundalmente es por necesidad. Necesitamos más libertad para nuestra gente, y la Condesa Selene nos ha prometido esa libertad si la ayudamos a atacar al gobierno de la capital.

Mientras la expliación de los revolucionarios seguia, el grupo se alejó de la rivera del rio y se encaminó en la recta final de su viaje, al tiempo que Alan contestaba a Mannricht y a Adelfbert.

Alan Friedsgoth

-Esos cabrones... Jaran fue el responsable de que me hecharan de la guardia, y a ti te habria hecho lo mismo si no hubieras vuelto a Streissen para labrar los campos
- Alan le dió una palmada a Mannricht, mientras azuzaba al caballo para que no fuera más deprisa. -Te aseguro que si me vuelvo a encontrar con Jaran, pagará caro su corrupción y sus mentiras. Te agradezco que le mandaras fuera de tus tierras, tal malnacido no merece hospitalidad alguna.

El rubicundo caballero del Oso Negro miro tambien a su viejo compañero Adelfbert, preocupado por la situación reinante.

-Adelfbert, tiene toda la pinta de que estos campesinos son los que han quemado a los soldados. Pero con el probema social que tenemos en ciernes, es dificil juzgar quien merece o no algo asi. Lo primero será saber a donde nos lleva todo esto, y despues ya intentaremos llevar a la justicia a quien haya sido un asesino injustificado. En cuanto a ese engendro, no tenemos pruebas ni rastros para saber donde se encuentra. Mi idea es acompañar a Mannricht, a su compañero Rudiger y al resto de viajeros hasta Loningbruck. Alli intentaremos encontrar a algun forestal o rastreador para darle caza al monstruo y resolver los problemas que esta causando. Supongo que la Condesa nos ayudará a encontrar a alguien, la Orden del Oso Negro tiene buenas relaciones con los Kusch. Creo...

El grupo siguió hablando y caminando hasta que, cuando ya estaba oscureciendo, las luces de Loningbruck se hicieron presentes.



21 von Brauzeit 2527. Loningbruck.


Ya era de noche cuando todo el grupo atravesó las casas y templos de Verena hasta llegar al centro de la ciudad, donde un edificio enorme, propiedad de la familia Von Kusch, mantenia el esquema arquitectonico de la población. Loningbruck no era especialmente grande, pero la gran cantidad de peregrinos que viajaban a sus numerosos templos, y la ingente cantidad de granjas y casas circundantes por sus aldeas incrementaban el numero de habitantes notablemente. El simbolo de la ciudad, al igual que el de la familia dominante, era una enorme cruz gótica entre los arcos de un puente de piedra. El simbolo se repetia en casas y tabernas, pero era en la casa principal de los Von Kusch donde la cruz presentaba un diseño más elaborado.

Alli, en Loningbruck, los soldados estaban uniformados con los colores averlandeses, pero todos llevaban un pañuelo a cuadros blancos y negros. Asi mismo, las calles estaban limpias de porqueria y cieno, y en lugar de dos o tres cadaveres por el barro en los alrededores, únicamente se veia alguno de vez en cuando. Estaba claro que aquella familia habia cuidado mucho el orden. Además, se podian ver numerosos puestos de porcelana, y en practicamente todas las casas se vendian lechugas, zanahorias y espadas, como alivio para las economias familiares.

La guardia de la ciudad no hizo ningun gesto reticente a la entrada del comite revolucionario a la ciudad. De hecho, por lo que pronto se vió, otro comité se encontraban en la plaza mayor: El comité de Zang, mucho más numeroso que el de Tandern y con gente más joven y preparada. Los revolucionarios de ambas aldeas se unieron entre vitores y saludos, mientras que Franz, Mannricht, Rudiger, Adelfbert y Alan quedaban decidiendo que hacer alli. Franz fue el primero, que dijo que se dirigiria a ver a la Condesa, para entregar su mensaje, y los dos caballeros del Oso Negro decidieron ir con él.

Los marineros, al no tener trabajo que hacer, pensaron que ayudar a los revolucionarios podria ser más que lucrativo si la revuelta tenia éxito, por lo que se juntaron con el resto, a esperar que estos decidieran quien iria a ver a la Condesa.



FDI: Fiu, vaya parrafada. Asi están las cosas, ahora Mannricht, Rudiger y Adelfbert podeis hacer algunas compras si lo quereis antes de ir a ver a la Condesa con vuestros mensajes/peticiones, o preparar otro plan. Teneis la ciudad para hacer lo que considereis, pues aunque es de noche, no son ni las 8 de la tarde, y el clima acompaña.
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Nirkhuz »

Así que esto es Loningbruck...Pensó Adelfbert. La entrada de no uno, si no dos comités revolucionarios en esta, en apariencia, civilizada ciudad sorprendia bastante al aspirante a caballero. Ahora que tenía la ciudad para él, Adelfbert se propuso buscar a alguien que conociera al enano muerto. Quizás en alguna enanería (¿así se llamaban los barrios enanos?) reconocieran su hacha. Después, iria a algún templo de Ulric, y después a alguno de Verena. El asesinato de Hans aun no estaba resuelto, ni mucho menos. Finalmente, ayudaría a Alan en lo necesario. Además, Mannricht y Rudiger no eran revolucionarios, como él pensó en un principio, y estaban en una situación parecida a la del propio escudero. Y no eran mala gente. Acompañarlos podría ser buena idea. Se movió lentamente, como quien no quiere la cosa, para separarse del comité revolucionario que tanto le aterraba. Luego avisó a Alan.

Adelfbert

Alan, en un rato nos vemos por las puertas del palacio de la Condesa. Tengo que hacer algunas compras, además de visitar algunos lugares. ¡Hasta luego Alan!
Se giró al mediano y su homónimo campesino ¿Alguno de vosotros quiere venir a la enanería? Quizás podemos encontrar algo...y yo tengo algunos asuntos que resolver.

La verdad, Adelfbert no quería ir por una ciudad que desconocía. Y menos solo.
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Jacques el arcabucero
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

-Esos cabrones... Jaran fue el responsable de que me hecharan de la guardia, y a ti te habria hecho lo mismo si no hubieras vuelto a Streissen para labrar los campos- Alan le dió una palmada a Mannricht, mientras azuzaba al caballo para que no fuera más deprisa. -Te aseguro que si me vuelvo a encontrar con Jaran, pagará caro su corrupción y sus mentiras. Te agradezco que le mandaras fuera de tus tierras, tal malnacido no merece hospitalidad alguna.

El campesino escupió al suelo al pensar en Jaran, pero el caso es que esta conversación le trajo un nuevo recuerdo a Mannricht sobre los conocidos comunes con Alan.

- Pues verá sargento… en Wuppertal hace dos días me encontré con otra cara conocida. ¿Recuerda al miliciano Helien Zurdov? Estuvo trabajando con nosotros en el asunto de los niños desaparecidos, no es así…? Hablé con él un rato, apenas nada. Y ahora me encuentro con usted sargento. Realmente... – Mannricht frunció el ceño, pensando en la siguiente reflexión - ... para que se estén dando todas estas casualidades el destino debe de estar preparando algo gordo, y no tengo claro que papel nos ha tocado representar.

Seguidamente escuchó la conversación de Alan con su barbado compañero.
Algo le llamó la atención…

- Darle caza al monstruo…? ¿De que se trata esta vez sargento? – el campesino volvió a recordar nombres como Muerte en los caminos, o los mutantes que encontró la otra vez. Desde luego, los caminos ya no son lo que eran…

Mas tarde ya de anochecida, el grupo llegó a Loningbruck, donde pudieron ver el movimiento de grupos revolucionarios. Mannricht sacaba silenciosas conclusiones de cuanto veía. Todo tenía aspecto de bomba a punto de explotar. Dedicaba miradas escudriñadoras a los grupos armados, muchos eran muy jóvenes, todos parecían ansiosos de iniciar la revuelta por su cuenta. Desde luego, es lo que hacía falta! La bota en el cuello del pueblo ya llevaba mucho tiempo, y cada vez era más difícil respirar. Eran tiempos difíciles, de cambios y revolución.
Finalmente, se produjo la despedida con los marineros. De uno en uno se despidió de ellos.
- Que Manaan os guarde y asegure buenas aguas en vuestros viajes.

Mientras Alan y Franz hablaban de ir a ver a la Condesa, y Adelfbert hablaba con el sargento, Mannricht se volvió hacia su compañero Rudi para hablarle en tono bajo, apartado del resto.
- Rudi… tú decides. Te acompañaré a entregar el mensaje pues es parte del trabajo que me fue encomendado ¿Deseas ir ahora? ¿O esperamos a mañana?

Mannricht acarició la crin de “negranoche” de forma inconsciente, mientras hablaba con Rudi.

Estaré al tanto por si conociera a algúno de los integrantes de estas comitivas revolucionarias que vamos encontrando.
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William Tender
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por William Tender »

Rudiger

Rudi tomó nota mental de preguntar más tarde a Mannricht por todos aquellos viejos conocidos... parece ser que, en contra de lo que el propio Rudi les vendió a los revolucionarios, Man SÍ que había sido soldado de algún tipo. Mientras hablaban de hazañas y traiciones pasadas, Rudi cabeceaba. Le costaba admitirlo, pero se daba cuenta ahora de que en su vida había tenido momentos tan ajetreados como estos, y se encontraba agotado. Los últimos kilómetros transcurrieron en una bruma somnolienta a lomos del pony, levantando la vista sólo a intervalos cortos, para espolear al animal y mantenerse al paso del que ya podría fácilmente denominarse "regimiento".

Y por fin, Loningbruck. ¿Tan vastas eran aquellas tierras? ¿Cómo serían entonces los viajes al otro extremo del Imperio? ¿Las largas campañas de meses caminando? Rudi pensaba éstas y otras cosas mientras se despedían de los afortunados supervivientes de la barcaza fluvial. Estrechó cordialmente las manos de los dos hombres, pero sus ojos apenas podían permanecer abiertos mientras los veía alejarse.

- Rudi… tú decides. Te acompañaré a entregar el mensaje pues es parte del trabajo que me fue encomendado ¿Deseas ir ahora? ¿O esperamos a mañana?

Rudi se hurgó en los bolsillos, y contó 10 humildes chelines. Lo que podría ser su última comida caliente en bastante tiempo, sin saber si iba a cobrar para poder hacer el viaje de vuelta.
-Antes de gastar lo poco que nos queda, será mejor ver si la noble señora nos pagará por la entrega del mensaje. Supuestamente era urgente, y de todas formas, no me fío mucho de esos nobles, así que mejor conocer la realidad de nuestra situación antes de gastar lo que nos queda. Y después, ya veremos. Yo debería volver a la casa de los Leitdorf, pero tal y como están las cosas, no me importaría retrasarme acompañándote, si es que tienes pensado acompañar a esos compañeros tuyos a algún trabajo. Será mucho mejor que volver sólo, y de todas maneras, ese lugar ya no aporta tanta seguridad. Busquemos a lady Von Kusch.

No tengo la cuenta exacta de lo que le queda de dinero a Rudi, así que me he fiado de la hoja de PJ. Por lo que a él respecta, se quitará de encima el mensaje cuanto antes, y le pedirá a la señora un pago simbólico para poder volver a casa de su amo, en especial si pretende enviar una respuesta. Cuando salgan de allí, pensará en comer con calma, y echar un sueñecito. Aviso que no postearé en dos semanas, porque estoy de campamento, así que nada, me fío del máster para llevar mi PJ, y ya nos veremos.
Saratai
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Saratai »

21 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Loningbruck.

El grupo que habia llegado a Loningbruck no tardó en dividirse en dos partes. Por un lado, los marineros y los campesinos de las aldeas circundantes a la ciudad, y por otra Franz, Adelfbert, Mannricht, Rudi y Alan.

Alan Friedsgoth


-Helien Zurdov...- respondió el caballero a Mannricht, que habia visto al miliciano en el puerto donde tomara la accidentada embarcación por el Reik -pues no me acuerdo muy bien de él, apenas trabajamos con el un par de dias si no me equivoco, pero espero que le vaya bien. Aunque no soy muy dado a pensar que el destino maquina constantemente sobre nuestras cabezas, tal vez fuera una simple coincidencia. ¿En Wuppertal dices que le viste? No se que le habra llevado a mudarse tan al sur...

Mannricht y Alan hablaron un rato, hasta que Adelfbert sacó a relucir el tema del engendro, y la curiosidad de Mannricht le llevó a preguntar.

-Si, antes de encontrarnos con vosotros estabamos buscando las pistas de un extraño ser que da caza al ganado, por los alrededores de los bosques de esta zona. Hasta ahora se habia limitado a matar ovejas y cabras, pero hace unos dias, un buena amigo de Adelfbert fue asesinado por la zona
- Alan tomó una pausa como respeto a la memoria del maestro de Adelfbert -y todo parecia indicar que habia sido el engendro. Sin embargo, aunque vimos sus huellas, y hasta a una supuesta victima, un khazalid, no llegamos a encontrarnos con el ser, que parece ser muy escurridizo. Por eso pense que aqui, en la ciudad, tal vez encontraramos a alguien que nos pudiera ayudar.

Ante el recuerdo del enano, que trajo malos momentos a la memoria de Alan y Adelfbert, el barbudo jinete sacó a la luz su idea de ir a la enaneria de la ciudad, para preguntar acerca de lo ocurrido. Sin embargo, Franz y Rudi estuvieron de acuerdo en ir primero a visitar a von Kusch y entregar el mensaje. Asi no solo cobrarian algo de dinero, sino que se librarian de tal trabajo.

Todos estuvieron deacuerdo en formar un grupo de viaje, y en investigar al ser que presuntamente habia matado al amigo de Adelfbert, pasando antes por la enaneria y buscando a algun forestal que pudiera ayudar. Al fin y al cabo, en el Imperio era mejor ir en grupos que no solo, y los cinco parecian llevarse lo suficientemente bien como para cabalgar juntos.

Los cinco se encaminaron a la casa de los von Kusch, entre ajedrezados colores que poblaban las entradas. Cuando explicaron ante los guardias los mensajes que tenian que entregar, y al ver estos la insignia del Oso Negro en el escudo de Alan, no pusieron pegas para que entrasen dentro.

La mansión de los von Kusch hacia clara referencia a su origen en todo momento. Era una familia noble en todos y cada uno de sus miembros, y no habia ni una gota de sangre plebeya o burguesa entre sus venas. Durante generaciones se habian dedicado a la guerra, a la explotacion de sus numerosas tierras y a las armerias, entre las que contaban con varias en propiedad en la misma capital. Era considerada la cuarta familia mas poderosa de Averland, según sabia Rudiger, que era conocedor de su historia y su fama. Pero ahora, eran solo dos mujeres las que gobernaban la familia, pues solo contaba con varones muy pequeños para gobernarla. Las mujeres eran Selena, la madre; y Susanne, la hija.

Un mayordomo les llevó a traves de una enorme escalera de caracol, hasta una habitación enorme en el segundo piso, dotada de un gran balcón. Alli, tres personas terminaban de cenar, todas ellas elegantemente vestidas. La primera era una mujer de unos cincuenta años, la regente Selena. Portaba una diadema llena de brillantes, y un traje de bolutas amplio y clásico, de colores negro y blanco. Su hija, bien dotada y de rasgos anchos pero elegantes lucia una trenza castaña que le llegaba hasta donde la espalda pierde el nombre. Tanto la madre como la hija portaban sendas cruces en colgantes grisaceos, los cuales les otorgaba un aspecto regio y elegante, más aun en contraste con los cinco mensajeros que acaban de llegar. La tercera figura se presentó como Alex Pillher, que vestia una simple camisa blanca adornada con una gruesa cadena de oro, y una chaqueta granate de seda, luciendo una buena melena, a pesar de la edad. Rudi no tardó en reconocer a quien se debian entregar las cartas.

Tras las presentaciones, el primero en entregar su mensaje fue Franz, dandose a conocer como emisario de la familia Mahiven. Su mensaje, y la carta que lo corroboraba, venia de parte de Joel Mahiven, y decia asi:

Mi hermosa dama, le transmito este mensaje con la intención de hacerle ver mis mas sinceros amores hacia usted, mi eternamente amada. Rogaria, si no fuera indiscrección, que se reuniera conmigo donde se reina entre los rios de la vida, donde se regulan los campos infinitos del cariño y donde la espero, siempre paciente, a vos.
Joel Mahiven.


El segundo mensaje, el de Rudiger y Mannricht, decia de esta manera:

Ya la primavera llega
Ya todas las golondrinas vuelan
Las gentes festejan
De la vida y las plantas crecer la nueva
Su mas sincero poeta y amigo, Markus Leitdorf, le dedica este sencillo poema.


Más de uno se habria tirado por el balcón. Todo aquel viaje de sufrimientos y peligros, de haber cruzado media provincia, se habia dado por el simple hecho de entregar cursis cartas romanticas de varios nobles chochos e incoscientes.

Sin embargo, como pronto verian los mensajeros, aquellas cartas tenian un mensaje oculto que solo Selena pudo ver, tal vez dada una superdotada inteligencia, puede que por una extraña locura, o quien sabe, porque aquellos nobles chochos hubieran establecido un codigo secreto, por si el mensaje era interceptado.

Selena Von Kusch


La madura señora de la casa se adelantó, para dar un saludo personal a todos y cada uno de los mensajeros que habian hecho posible que los mensajes se entregaran, otorgandole a Franz tres coronas de oro, por lo arriesgado que fue para el viajar solo, a Mannricht dos y a Rudi otras dos. Tras la ligera recompensa, orgullosa hablo ante todos los presentes.

-Parece ser que le ha llegado el momento de gobernar a la familia von Kusch. Amigos mios, entre estos dos mensajes, y la visita de su ilustrisima Pillher, queda confirmada la amistad y alianza de Leitdorf, Mahiven, Kusch y Pillher. Esta era la señal que tanto tiempo habia esperado de parte de Joel Mahiven y de mi futuro yerno, la señal de dirigirse a Averheim y tomar la ciudad.

La noticia dejó helados a todos los presentes, pues al parecer la revolución no estaba en ciernes. La revolución habia comenzado. La condesa abrió las puertas del balcón, y se dirigió hacia la muchedumbre que abajo la esperaba congregada, espectante por las soluciones que la condesa les habia prometido.

-Gentes de Averland, se que habeis venido desde vuestros pueblos, hartos por las injusticias que se han cometido hacia vuestras familias. Estad tranquilos, pues mañana mismo encabezaremos una marcha hacia la capital para reivindicar vuestros derechos. Alli nos espera el verdadero Conde Elector, que ha sido reestablecido de sus poderes para gobernar la provincia. Alli podremos resalcirnos de quienes han incumplido la ley y han hecho daño al pueblo llano. ¡Preparaos para ir a Averheim!


Acto seguido, las puertas de la mansión se abrieron, y los mayordomos lanzaron panes y comida a los revolucionarios. Estos estallaron en vitores, y comenzaron a coger la comida como perros hambrientos.

Lo cierto es que los revolucionarios no esperaban tal respuesta. Habian llegado alli con la idea de que la condesa no les haria caso, y de que ellos empezarian a quemarlo todo en represalia. Pero no habia sido asi, y en su lugar la condesa les habia dado comida y les habia señalado un enemigo distinto, que les aguardaba en la capital. Si, lo habia adornado un poco todo, pero habia surtido efecto, demostrando que la Condesa Kusch no habia nacido ayer.

Tras varios minutos de discursos, y una vez ganados a los revolucionarios, fue Alex Pillher quien se dirigió a los mensajeros.

Alex Pillher

-Buenos hombres, gracias a vosotros el verdadero Conde Elector contará con sus aliados para tomar la ciudad, y nuestras familias podrán acceder a los puestos que les corresponden. No tengo palabras para agradeceroslo, pero si se que puede serviros de recompensa. Venid con nosotros a la capital, ayudadnos a tomarla y a mantenerla, y sereis justamente recompensados. Mañana partiremos, los revolucionarios, los soldados de von Kusch, mis hombres y yo. Yo personalmente cuidare de la señorita Susanne, prometida de Markus Leitdorf, que vendrá con nosotros para entregarse en matrimonio al Conde Elector. Iremos pueblo por pueblo, aldea por aldea, tomando más hombres, hasta llegar a Streissen, donde esperaremos los refuerzos de los hombres de Mahiven y Leitdorf, dentro de una semana. Sera una fuerza enorme de soldados y revolucionarios, con la que atacaremos Averheim, mientras los soldados de Pfungzig toman Bieswang y atraen la atención del ejercito del Gobierno. Ademas, contamos con aliados dentro de la ciudad, que nos auxiliaran para abrirnos las puertas desde dentro. Es un plan perfecto.


Alan y Franz vieron en aquel plan que el noble les contaba la oportunidad de tomar venganza de aquellos que les habian perjudicado en el pasado. Según lo pintaba Alex Pillher, todo sonaba muy sencillo.

-¿Qué decis, podre contar con vosotros en Streissen, dentro de una semana?

Alan no tardó en asentir. Franz en cambio, opto por acompañar a Alex Pillher al dia siguiente, durante todo el trayecto, pues la investigación de Adelfbert y Alan no le corria especial importancia. Rudiger acompañaria a su buen amigo Mannricht, pues despues de tantos peligros pasados con el, era de quien mas se fiaba. Solo faltaban Mannricht y Adelfbert por expresar su opinión.


FDI: William, tienes por ahi experiencia sin gastar, por si te interesa usarla : P .
¡Que vaya bien el campamento, y a ver si no os hace mucho calor!

Para el resto, deciros tambien que podeis postear entre vosotros tantas veces como querais, no hay ningun orden para respetar y podeis intercambiar respuestas tantas veces considereis necesario.
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Jacques el arcabucero
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

- Ya me he cagado en la primavera y en las putas golondrinas – piensa Mannricht cuando descubre cual es el mensaje por el que casi se dejan el pellejo Rudi y él. Mientras se rasca la coronilla mira de soslayo a su compañero halfling para ver si él sabía algo de esto. Seguidamente se vuelve al frente para mirar a la señora a quien iban dedicado tan recargadamente pusilánimes poesías, y escucha cuanto tiene que decir, no sin antes, guardar en su bolsa de cinto las dos coronas de oro recién ganadas que tintinean al chocar con el resto de sus monedas.

A continuación Selena habló de una señal recibida en los mensajes, una señal que hablaba de coaliciones… Manrricht repasó mentalmente la poesía y no encontró en ella pista alguna que le hiciera pensar en nada de lo que decía la señora. Arqueó una ceja, la derecha.
Cuando llegó a la frase que sentenciaba con la toma de Averheim, la ceja izquierda de Mannricht se encontró con su hermana en lo alto de la frente. El campesino tuvo que forzarse para no mostrarse tan sorprendido como realmente se encontraba, pero siguió escuchando sin mediar palabra.

A continuación la señora se fue al balcón y ante una muchedumbre entregada soltó un discurso digno de una Emperatriz y consiguió a su finalización, la ovación del respetable. Mannricht pudo ver entre la gente allí abajo a los revolucionarios con los que compartió el último tramo de camino, vio como aplaudían y se llenaban las manos con el pan que les lanzaban los mayordomos.
El discurso se alargó durante varios minutos más que al campesino le parecieron eternos, y finalmente, fue Alex Pillher quien se dirigió a ellos. Su discurso fue muy revelador… un par de frases le llamaron la atención. La parte que hablaba de aliados dentro de la ciudad y lo de que era un plan perfecto.
No se fiaba de los que actuaban desde las sombras. Si esos aliados resultaban no serlo, todo se desmoronaría como un castillo de naipes, no podían jugárselo a la carta de los aliados secretos… claro que, estaban hablando de una considerable fuerza de aquí a su querida Streissen, y Mannricht sabía que allí no faltarían brazos que se alzaran con ellos y puños que enarbolaran armas. Streissen era la cuna de la revolución, de ello no cabía duda.
Y en cuanto a los planes perfectos… el campesino podía recordar más de una y de dos ocasiones en que algo que empezaba como “un plan perfecto, no puede fallar” acababa de la forma más desastrosa imaginable.

-¿Qué decis, podre contar con vosotros en Streissen, dentro de una semana?
Esta era la pregunta que iba dirigida a ellos y la respuesta estaba clara. Mannricht vivía allí y tenía ganas de regresar, era tan sencillo como eso. Más tarde ya decidiría si llegaría hasta las puertas de Averheim, aunque la oportunidad de acabar con la tiranía del gobierno que explotaba a los suyos era especialmente tentadora, diantre! cuantas veces su padre la había hablado de este momento?
- Mannricht viajará a Streissen – lógico.
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Jacques el arcabucero
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

Seguidamente, el campesino se volvió con discrección al barbado Adelfbert y le dijo en tono bajo.

- ¿Que te parece si saliendo de aquí damos una vuelta por ese barrio enano al que querías ir? Mi amigo Rudi y yo tomaríamos un merecido trago en algún bodegón y de paso... podría tratar de vender cierta mercancía que ha caído en mis manos recientemente. Además, si tienes algún asunto que atender, no me importaría acompañarte. Me parece... que nuestros caminos irán juntos durante un buen tiempo.

Media sonrisa apareció en el enrojecido rostro de Mannricht.
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Nirkhuz »

Revolución...Vaya...si una pandilla de revolucionarios medio borrachos ya perturbaban a Adelfbert, una revolución en todo derecho, con una familia noble apoyando, espias en la sombra, y mensajes secretos le dejaban del todo anonadado. No sabía que hacer. Estaba en una situación complicada. Para él, y para la Orden. Si él, como escudero, se revelaba...No sabía como se lo podían tomar los verdaderos Caballeros del Oso Negro. ¿serían o no revolucionarios? Adelfbert prefería callar, y no decir nada. Cuando Mannricht le propuso continuar con su anterior plan, Adelfbert se sintio muy aliviado. Tendría unaos ratos para pensar, para despejarse la cabeza. Hablaría con Alan, intentaría acabar con lo del hacha del enano y, sobre todo, daria muerte al monstruo. Al fín y al cabo, esa era su misión. Esa, y encontrar al asesino de Hans.

Adelfbert

Maese Manrricht, sería un placer atar todos estos cabos sueltos. Si a Rudiger le parece bien, podemos ir haciendo camino.
dijo a Alan, no muy convencido, pero con ganas de salir de ese entuerto de manera pacifica.


FDI: muchas gracias por lanzarme un cable, Maese Jacques. No ha sido mi mejor Post, pero bueno... Hoy tengo un día bastante horrible en cuanto a creatividad se refiere...lo siento :oops:
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Re: Mannricht III: ¡Revolución!

Mensaje por Saratai »

21 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Loningbruck.

El valiente campesino Mannricht aseguró su presencia en Streissen, en una semana. Rudiger, que habia entablado gran amistad con el campesino, decidió acompañarle también.

Alan Friedsgoth

-No he recibido ningun mensaje de la Orden del Oso Negro, y no se que bando escogerá mi señor cuando la contienda estalle,-
explicó el caballero ante todos los presentes -pero conociendo al Gran Maestre del Oso Negro, a buen seguro que tomara algun bando, y es mi deber estar alli. Acompañare a Mannricht y a su pequeño amigo hasta Streissen, pero no aseguro ser un aliado en un futuro, muy a mi pesar. Pero juro por mi honor que si, desgraciadamente, y los dioses no lo quieran, he de estar en vuestra contra, no usare la información que he obtenido aqui para sacar provecho, eso os lo aseguro.

Adelfbert, en cambio, optó por no dar su opinión. De una manera u otra, su destino estaba ligado al de Alan Friedsgoth, pues dadas las decisiones que habia tomado en vida, su única salida era servir a la Orden del Oso Negro.

Alex Pillher dió un emotivo saludo tanto a Mannricht como a Rudiger y a Franz, feliz de su respuesta. En cuanto a Alan y Adelfbert, respetó su decisión, confiando en que ambos fueran hombres de honor y no traicioneros seguidores de los Alptraum. Aunque para el confiado pensamiento del noble Pillher, tanto daba, pues creia a pies juntillas que la revolución tendria exito si o si.

Seguidamente, la Condesa Selena von Kusch ordenó dar un pequeño banquete para los presentes (que no era sino la cena diaria de los von Kusch). Rudi no pudo estar más complacido, y durante unas horas, en las que el tiempo pasó rapido, campesinos y nobles compartieron la misma comida, un hecho más que notable para las costumbres sureñas. Alan aprovechó, por su posición de caballero, para entablar conversación con la ya entrada en años Selena, la cual no paró de hacer ojillos al rubio jinete toda la noche. Sin embargo, las preguntas de Alan se dirigian más a encontrar un sirviente experto en los bosques que en estrechar lazos de amistad. Mientras, Franz y Alex Pillher hablaban de la táctica a seguir en la conquista de la ciudad, y Franz confesó la historia de cómo habia parado a trabajar para los Mahiven, relatando la batalla en el paramo de Sorghof junto al actual fiscal Heinrich Messner y como una vez fue el guardaespaldas del mismo Oliver Saford, y éste le denigró y humilló para poner en su cargo a un sospechoso militar carroburgués.

Cuando la cena dió a su fin, todos los presentes de despidieron, y Franz dio un abrazo a Mannricht y a Rudi:

Franz

-Si no hubiera sido por vosotros, aquellos piratas me habrian matado o vendido como esclavo. No puedo estar más agradecido, y os deberé un favor de por vida. Os esperaré a los dos en Streissen, y velaré todo el camino hasta que Averheim sea nuestra de que no os pase nada, lo juro.


Aquel hombre era, sin duda, muy emotivo. Por una idea habia arriesgado la vida frente a horrendos mutantes, por una humillación habia abandonado su anterior posición en el gobierno, y por una causa combatiria junto a revolucionarios con la esperanza de un futuro mejor para todos, y por ayudar a quien le habia ayudado. Mannricht y Rudi podian contar con Franz como amigo digno y leal.

Asi, el grupo perdió temporalmente a un miembro, pero Alan no tardó en remplazarlo por otro. Durante la cena, el caballero habia hablado con la Condesa buscando un sirviente habil en los bosques, y la festiva mujer le habia recomendado un muchacho de los establos. Asi pues, cuando Mannricht, Rudiger y Adelfbert retomaron sus monturas, Alan apareció con un adolescente, de unos quince años, llamado Cässim, y que ayudaria a buscar pistas del engendro por un puñado de monedas (algo que al chaval no le hacia ni la mas minima gracia, dada su expresión).

Negranoche y Malaspulgas estaban algo cansados por el viaje, pero en el establo les habian dado de comer, y podrian cabalgar unas horas más. El animal que estaba a pleno rendimiento era el pequeño pero fuerte burro de Rudi, que aun no tenia nombre, y el destrero de Alan, un mastodonte de musculos de crines blancas.

Cabalgaron los cuatro y el sirviente hasta la enaneria (pasando por donde los comites revolucionaros hacian piña), donde Adelfbert queria preguntar acerca del propietario del hacha que encontrara en los campos aquella mañana, y acompañado por el resto del grupo no tardaron en encontrar donde se encontraba. Sin embargo, la enaneria de Loningbruck no era como la esperaba el barbudo jinete: Era una simple calle con negocios y viviendas de gentes khazalid. Cierto era que Averland concentraba la gran mayoria de enanos imperiales, pero eso tampoco hacia crecer la población de esa minoria en tamaños importantes. En la calle se vio una taberna, una carniceria, una herreria y una tienda de objetos de arte. Pero a aquellas horas todo estaba cerrado, a excepción de la posada, donde Adelfbert, Mannricht y Rudi entraron. Alan y el sirviente Cässim esperaron fuera con los caballos, conversando acerca de la espesura del bosque al tiempo que el caballero sacaba una recia pipa de tabaco duro.

Dentro, en la posada, mediano, anciano y campesino encontraron poca actividad, tan solo un par de borrachos en la barra contando sus penas al posadero, todos enanos. Al ver a dos humanos y un halfling entrar, callaron y miraron fijamente a los recien llegados.


FDI: Ya estais en la enaneria. No es un sitio muy bonito, pero esta limpio, y alli Mannricht podria comerciar y beber un poco, y Adelfbert sacar alguna conclusión del arma encontrada.
Cerrado

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