Mannricht IV: Camino a Casa

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Mannricht IV: Camino a Casa

Mensaje por Saratai »

22 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Loningbruck.

La noche era profunda, y Negranoche estaba cansado, pero aun asi la fiel montura del pistolero más famoso de Streissen no diria que no acerca de una buena marcha hacia casa.

Alan Friedsgoth

-Cuidate mucho amigo mio-
dijo el caballero al campesino antes de partir -pues los caminos son peligrosos. Cabalgad rápido y no os pareis ante nada, los revolucionarios os llevan un dia de ventaja y por el camino al que vais solo estareis seguros con ellos.

Habian cabalgado juntos dos dias, habian dado caza a un ser de pesadilla y habian soportado la insidiosa viruela del Sur, pero parecia como si Alan y Mannricht se hubieran visto un solo instante. Sin embargo, no habia duda de que se encontrarian de nuevo, pues el rubio caballero le habia prometido al campesino de Streissen que iria a visitarle, y el antiguo sargento de Mannricht era un hombre de palabra.

El mensajero de Markus Leitdorf montó sobre Negranoche, hechandose a Rudi a la grupa, y cabalgó raudo durante toda la noche. El cansancio era patente, pero no habia tiempo que perder, pues Rudi empeoraba por momentos, y ya comenzaban a manifestarse en él los sintomas graves de los que habló el ayudante del galeno. Mannricht salió de la ciudad desierta, y se internó de nuevo en los caminos que tan importantes eran para él. Ya no era un patrullero de caminos, pero los años vividos en el cuerpo perdurarian en él de por vida, y no dejarian de refrescar su mente mientras sintiera a su montura galopando veloz através de ellos.

Ya estaba amaneciendo cuando Negranoche, tras varias horas de rápido trote, comenzó a resentirse, quedando claro que merecia un alto en el camino. Las praderas averlandesas, ya lejos las ciudades, parecian tranquilas, y no habian rastros de ejércitos ni bandoleros por las zonas abyacentes. Tanto asi, Mannricht y Rudiger desmontaron y reposaron en una zona pedregosa, a la luz de las lunas, mientras terminaban con las provisiones del dia, a la esperanza de encontrar algún lugar donde comprar más al dia siguiente. Sin embargo, el carismatico campesino no pudo contar con la alegria ni la conversación de Rudiger, que no paraba de toser y se encontraba febril, mientras manchas verdosas por el rostro ya amenazaban. La enfermedad se habia cebado con su débil constitución, y apenas podia levantarse sin ayuda. Mannricht sabia que viajar con el le exponia al mismo mal, pero aun asi su noble corazón le impedia abandonarlo a su suerte.



23 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Mühlfeld.

Cuando Negranoche pudo recuperarse, ya por la mañana, los dos mensajeros del Conde Leitdorf volvieron a montar, encaminandose de nuevo al Norte. Su viaje estaba siendo rápido, y por fortuna para el campesino, aun no notaba tos alguna en su sistema respiratorio. Pero algo peor que unas toses iban a encontrarse al continuar su camino.

Ya habia pasado una hora de viaje y recorrido un cuarto del viaje, cuando Mannricht se percató de que habian sufrido un ligero desvio hacia el Oeste durante la noche. Peor aun fue cuando a lo lejos divisió un pequeño pueblo, y en las cercanias, difusa, una gran concentración de personas entre lo que parecian carros de suministros. ¿Que haria el campesino? Aquellos hombres podian ser los revolucionarios de Pillher, los aliados de su bando en aquel conflicto político. Pero también podian ser soldados de los Leitdorf de Wuppertal, que no seguian ni a Markus Leitdorf ni a Jobb Alptraum. Y si se acercaban más, corria el riesgo de ser divisado.



FDI: Fallas Percepción con 81 y Rastrear con 55, por lo que te topas con los revolucionarios/soldados a las primeras luces del alba. Pasas la resistencia con un 01 y la enfermedad no se hace patente, pero Rudi la falla con un 99, todo lo contrario que tu, y si vuelve a empeorar al dia siguiente seguramente fallezca. Empiezas a darte cuenta de que tal vez no llegue al final del viaje...

Al dia siguiente, Sabiduria Popular de 12 te da a conocer que estás en las tierras Mühlfeld, un festivo pueblo conocido por sus cantores, de la zona de Wuppertal. Y tambien, que Wuppertal se declaró en rebeldia contra Markus Leitdorf hace mas de una semana. Sumando dos más dos ya podrás imaginar ciertos detalles.

Se que es algo lioso, pero si le hechas un ojo al tercer post de ''Final de Campaña I: Señores de la Guerra'', puedes ver claramente los bandos que hay luchando por Averland, en un mapa a color. Tu bando es el de color morado, el de los Leitdorf Leales.
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Jacques el arcabucero
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Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

No había tiempo que perder – era el único pensamiento en la cabeza del campesino, no obstante, cuando volvía la cabeza hacia Rudi también sabía que necesitaría provisiones. Streissen estaba cerca, un día de camino sería suficiente, pero Rudi necesitaba echarse algo al gaznate, no podía pasar 24 horas sin comer nada, estaba muy débil… Mannricht empezaba a pensar que quizá no lo lograría…

- Rudi, eh Rudi, como estas? – el campesino hablaba pero tenía bien claro que no iba a obtener respuesta, el halfling parecía consumido. Y mira que le gustaba hablar al condenado – vamos a necesitar comer algo, no crees? No será como uno de tus guisos, pero en fin…

Mannricht observaba desde la distancia los hombres reunidos junto a las caravanas en la entrada de Mühlfeld. Sería peligroso meterse ahí, así que lo mejor sería cazar algo.
El campesino había cazado alguna vez, sobre todo en su época de patrullero, cuando las guardias le llevaban jornadas larguísimas lejos de casa. En ocasiones se terminaban las provisiones y tenía que salir a cazar. En ocasiones, solo cazaba constipados.

Negranoche estaba terminando su ración de hierba. Mannricht tenía mucho cariño por Negranoche, y mientras le acariciaba la quijada pensaba en como no había acudido a su llamada con el fuego de por medio – Como te asustaste, eh? El fuego y esa… maldita cosa que había allí, eh? La oliste, no?
Negranoche resopló.
- Tranquila, tranquila…

El campesino volvió la mirada al silencioso halfling y negó con la cabeza mientras daba círculos a la espiga de trigo. No había tiempo que perder.

Mannricht montó a Rudi, después lo hizo él y azuzó a su caballo en dirección a Streissen.

- Hia!!

Procuraría encontrar algo que comer por el camino. Trataría de cazar algo, o encontrar hierbas comestibles, o pescar algo del río si era necesario.
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23 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Mühlfeld.

Mannricht no perdió el tiempo en aquel lugar, y continuó su camino en busca de algo que llevarse a la boca. Por suerte, la naturaleza era abundante en las praderas, y era sencillo encontrar comida y agua, más en aquella época del año.

Negranoche trotó durante una hora, hasta que en una pausa, mientras Mannricht cazaba una culebra con un palo, una pequeña nube de polvo se levantó por la estela de un jinete de Wuppertal, que se acercó a Mannricht a toda prisa. Escapar habria sido inutil, pues Negranoche estaba cansado y tenia que cargar con Rudi y Mannricht, por lo que el jinete llegó en poco tiempo a donde se encontraba el campesino. Portaba una armadura ligera, ballesta, una lanza larga y un escudo circular. El simbolo de Myrmidia relucia en su blasón, asi como un halcón sobre lineas azules y moradas en su escudo.

Jinete Myrmidiano Joseph, representante de la casa Refger

-¡Alto!-
el jinete paró a distancia prudencial de Mannricht, tomando aire por el esfuerzo de la carrera. -Caballero, soy Joseph, justicia de los Refger, los castellanos de Mühlfeld, y hablo en nombre de Leopold Leitdorf. He visto las huellas de su caballo cerca del paso de Mühlfeld, y es mi deber como el justicia de estas tierras avisarle de que quien pase por aqui tiene que entregar una suma de cinco chelines o en su defecto rendir pleitesia a Eberet Refger.

El lancero era un hombre de mediana edad, perilla y bigotes finos y castaños y porte noble. Sus palabras sonaban como disparos, denotando una mentalidad cuadrada y poco abierta. No era normal que los recaudadores de impuestos fueran de uno en uno, por lo que Mannricht dedujo que aquel tipo no era un alguacil normal y corriente.



FDI: 27 en Supervivencia, encuentras un panal de miel en unos árboles cercanos, asi como una culebra que estará de muerte cocinada al fuego lento. Fallas una tirada de Sabiduria Popular, por lo que no llegas a recordar quienes son los Refger. De hecho, jurarias que ni siquiera son originarios de esa zona.
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Jacques el arcabucero
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Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

De nuevo un peajero. Mannricht no pudo evitar que media sonrisa apareciera en su rostro. Miraba de frente al jinete, pero no le veía, llevó su mente a otro lugar distante en el recuerdo.
Recordaba cuando aquellos dos milicianos exigieron el peaje y trató de meterles la bola de que quien viajaba con él era el mismísimo “Quebrantahuesos” Croop… no le miren a los ojos!
Mannricht volvió la mirada al cuerpo flojo, silencioso y enfermo de Rudi.
La media sonrisa desapareció.

- Muy bien, Joseph, justicia de los Refger, castellano de Mühlfeld – Mannricht se acercó al cuerpo de su enfermo compañero que sufría de graves toses y en quien se adivinaban manchas verdes en su piel, y tomó su bolsa de cinto. Mannricht también tosió con mucho aparato, tapándose la boca con la mano – lo siento, es esta maldita viruela verde – el campesino se sorbió los mocos limpiándose con la manga y abrió la bolsa metiendo en su interior la punta de los dedos donde justo antes había tosido. Sacó las monedas necesarias forzando un temblor en su pulso, como si estuviera tembloroso y débil – Aquí tiene el pago.

Mannricht aguardará con las monedas sujetas entre sus dedos a que Joseph, justicia de los Refger, castellano de Mühlfeld, viniera a por ellas…
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23 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Mühlfeld.

El jinete no llegó a desmontar siquiera. Fue ver a Mannricht tembloroso y al mediano moribundo, que comenzó a manejar su yegua hacia atrás, lenta y cuidadosamente.

Jinete Myrmidiano Joseph, representante de la casa Refger


No pienso inspeccionar ni acercarme a esta gente. Mejor los mando para Averheim y que los Alptraum se ocupen de curar enfermos.

-Erm, bueno, deja el dinero en el suelo, luego lo recojo... Supongo que venis de Agbeiten... Bueno, si os dirigis a Averheim encontrareis buenos especialistas que os podrán ayudar con vuestro mal. Que tengan suerte caballeros.

Acto seguido, Joseph esperó a que Mannricht pasara con su caballo. Cuando este ya estaba lejos, tapandose la boca con un pañuelo y tomando las monedas con un la manga por la mano, se las guardó en el bolsillo. El no era ningún recaudador, pero le parecia divertido tomar el dinero de los que pasaban por los territorios de señor, y un dinero extra nunca venia mal. En un año aun no le habian pedido ningún tipo de permiso, asi que todo iba bien por el momento.

El campesino cabalgó el resto del dia, pasando por lagos, praderas, valles y zonas de tranquilos senderos. La piel de la nuca se le erizó cuando comenzó a reconocer los senderos de los Campos Leitdorf, y cuando, ya en el moribundo atardecer, llegó a Streissen, una sonrisa afloró en su rostro. Habia sido una semana de locos, desde la visita de Jaran, hasta la orden de Markus Leitdorf. Habia cabalgado incansable y habia enfrentado a piratas de rio, habia charlado con revolucionarios y habia jugado a apuestas y canciones, habia dado caza a un horrible engendro y habia contraido un horrible mal, pero a pesar de todo, ya estaba de nuevo en su casa.


23 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Streissen.

Streissen estaba muy diferente a como la habia visto el campesino una semana atrás. Los colores de las casas, la forma de los senderos, todo esto permanecia intacto. Pero apenas se veian gentes por los caminos, y en varios graneros se habian colocado barricadas y vallas. Los preparativos de la guerra habian comenzado, y Mannricht se lo habia perdido. Fue Hogor, un viejo de la población, quien reconoció a Mannricht y le puso al corriente.

Hogor el mantecas

-¡Quie ahi, Mann! Tu tabas perdio ¿eh? Y encima vienes con halfling toseroso, ay mare. El señorito Markus está en el valle, acampando con un porrón de muchachos jovenes. ¡Paece que han conquistao la capital y nus va a bajar los impuestos!


Mannricht tenia que decidir a donde ir a continuación, siendo consciente del peligro que suponia para sus familiares y amigos en su estado actual. Pero fuera como fuera, por fin estaba en casa, y eso no lo cambiaba nadie.




FDI: Carisma de 13, resultas más que convincente. Y usando las monedas de Rudi, pues no pierdes dinero
: P
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Re: Mannricht IV: Camino a Casa

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

Streissen! No había un lugar mejor en todo el Viejomundo, o eso al menos, era lo que se le antojaba al campesino de tez rojiza.
Mannricht apenas tuvo tiempo de deleitarse con las imágenes de su pueblo, pues enseguida percibió los cambios que la revolución había traído consigo.
Recorriendo las calles tuvo un encuentro con un viejo conocido, Hogor, el mantecas. Le informó del lugar donde el Conde había instalado su campamento, y así Mannricht supo donde debía dirigirse inmediatamente.
- Gracias Hogor, que tal la señora…? Dale recuerdos – dándole una palmadita en el hombro siguió su camino.

Mannricht debía llevar a Rudi inmediatamente a los galenos que se habían dispuesto para acompañar a las fuerzas revolucionarias, allí se encargarían de su compañero de viaje, quedaría en buenas manos.
De este modo enfiló el camino a la salida mas oriental de Streissen, lo que le llevó irremediablemente a pasar por la tercera granja de la derecha según se sale, la del vallado rojo, su hogar.

Montado en Negranoche, Mannricht sin desviarse de su camino cabalgaba con la cabeza vuelta en dirección a su hogar, sus tierras, buscaba con la mirada las ventanas, el porche, las puertas, la cuadra, cualquiera de los sitios por donde Eloisse o su hijo pudieran aparecer. Mannricht deseaba poder verlos, aunque fuera solo un instante.
Ya cuando estaba a punto de perder de vista la fachada de la casa, Manann le sonrió y quiso que Eloisse apareciera por la puerta.
Sujetaba a la cintura una cesta de mimbre cargada de ropa limpia. Iba sin duda hacia el viejo roble, a tenderla, como hacía siempre. Su cabello pelirrojo y repleto de amplios rizos estaba sujeto por una cinta blanca sobre la frente. Caminaba descalza, le encantaba hacerlo. Mannricht se fijó en el movimiento de sus caderas, Eso es andar… lo demás es estropear el suelo – pensó Mannricht.
Eloisse se volvió y sonrió, una hilera de perlas iluminó su pecoso rostro y el pequeño Markus apareció corriendo hasta llegar junto a su madre.
Una brisa de aire arrastró sus carcajadas hasta Mannricht, y el campesino dio gracias por ello a los dioses, justo cuando su paso le llevó hasta el ángulo donde perdió de vista a su esposa e hijo, ocultos por la misma granja.

Mannricht se dio cuenta de que estaba sonriendo y siguió haciéndolo mientras dejaba atrás Streissen dirigiéndose hacia el valle, en busca de las fuerzas del conde, y mas concretamente de quien pudiera encargarse de Rudi y quizás de él mismo. Hasta ahora no se encontraba mal, pero quizá los síntomas no eran evidentes… si todo lo que había oído sobre la facilidad de contagio de la viruela era verdad…
No podía regresar con los suyos por más que se muriera de ganas de hacerlo. No podía hacerlo hasta tener la certeza de que no iba a hacerles daño.

A la salida de Streissen se acercó a la vieja fuente junto a la cual había un abrevadero y acercó a Negranoche para que se saciara. Cuando terminó, montó de nuevo junto a Rudi, y con una sensación extraña en lo mas profundo de su ser, abandonó de nuevo Streissen en dirección a donde se encontraban las fuerzas revolucionarias del Conde.

- Aguanta Rudi, ya queda menos. HIAA!!

Y al galope, abandonaron Streissen mientras el viento agitaba sus ropajes con fuerza.
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23 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Streissen.

Mientras a treinta kilometros de alli, las fuerzas Alptraum abandonaban la ciudad de Averheim, las fuerzas Leitdorf se reunian en masa, preparadas para salir de Streissen y tomar la capital sin esfuerzo alguno. Y Mannricht, a rápido galope, se dirigia a las últimas, con el propósito de encontrar una cura para Rudiger y volver para con su señor, Markus Leitdorf.

El campamento de Markus no estaba muy lejos de los Campos donde la batalla del dia 19 se habia llevado a cabo. Los cuervos ya habian dado buena cuenta de los despojos, y los campesinos de las armas enemigas, y ahora el bando de Streissen contaba entre sus provisiones con arcabuces y alabardas, que nadie sabia usar. El campamento consisitia en ocho carros puestos en circulo, y una gran mesa colocada en el centro del campo, entre el barro y el cesped, donde cinco personas hablaban al tiempo que su alrededor decenas de campesinos tristemente armados hacian guardias. La fuerza armada contaba con diez mercenarios, tres cocineros, un galeno y unos cuarenta granjeros, triste vanguardia para quien se habia autoproclamado Conde Elector de la Averland libre.

Cuando Mannricht llegó al campamento, justo donde Hogor le habia señalado, todos le vitorearon y saludaron. Mannricht, con su casaca y su par de pistolas, montado en Negranoche, era un gran conocido de Streissen y un hombre muy querido por sus pobladores, que habia estado con el pueblo a las buenas y a las malas. Incluso Markus Leitdorf y sus consejeros callaron al oir el estruendo de aplausos y gritos que acompañaron la entrada del jinete en el campamento. De hecho, fue el mismo Markus quien se adelantó para saludar a su heraldo.

Conde Markus Leitdorf

-Sisisisi, ¡sabia que podia contar contigo! ¿Has enviado el mensaje? Buah, que digo, claro que lo has enviado, si no no tendrias las pelotas de haber vuelto. Ahm, y arrodillate cuando hables con el Conde de Averland, que queda feo que te quedes de pie y eso ¿sabes? Si y...


El demente conde paró de pronto de hablar, al ver a su mediano en la grupa de Mannricht, con claros signos de enfermedad. Dió un paso hacia atrás tapandose la cara, con el rostro horrorizado.

-¡Mi mediano! ¡Mi halfling! ¡¿Pero que has hecho con mi mediano?!

-Está enfermo, estupido cornudo. Todo el mundo sabe que en Loningbruck tu prometida se la zarandea a tu hermano pequeño y que la viruela verde está arrasando los campos. Con el poco dinero que tienes no se ni como lo malgastas en mandar mensajeros alli, más te valdria declararles la guerra a ellos y no a nosotros-
interrumpió una mujer de unos cuarenta años, vestida de sedas azules y con una clara marca roja en la cara, digna de un buen bofetón en la cara. Su cara era conocida por toda Averland, y hasta Mannricht la reconoció como Anna Alptraum, la señora de la casa rival de los Leitdorf.

El histerico conde estuvo apunto de cruzarle la cara a la noble prisionera, pero la presencia de su ''ejército'' y la mirada de su general, Boris Novak, le instó a dejarlo para otra ocasión.

-No me hablabas asi anoche, Anna- contestó Markus con una clara mentira por bandera, tal vez con la ridicula idea de quedar bien, para hecharse las manos a la cabeza después -pero eso no es lo importante. Ese mediano fue quien ha hecho mis cocidos durante seis años. ¡Ay mi Razinger! No se que voy a hacer sin el...

-Rudiger señor, y no ha servido ni un año en vuestras cocinas- contestó ahora el Consejero Leitdorf, un tipo de carnes tremulas y barba de dos dias, que portaba el emblema de la casa Leitdorf de Streissen, una calavera entre el sol y la luna en colores morados, azules y amarillos.

-Como sea, me da igual- continuó Markus, harto de tanta interrupción -¡Galeno, ven ahora mismo aqui! Necesito que le eches un vistazo a mi mensajero y al mediano. Y tu Mannricht, cuentame todos los pormenos de tu viaje mientras el galeno ve si lo de mi mediano tiene arreglo, sin dejar ni uno al aire. Necesito saber como van las cosas por mi condado. Has de saber por mi que la batalla fue un éxito, y conseguimos atrapar al enemigo, aunque no sin ciertas bajas. Tu padre, por ejemplo, recibió un balazo en un brazo, y se encuentra en estado grave, imaginate. Por tanto si queremos que la revolución se lleve a cabo con éxito y sin más bajas innecesarias, necesitamos estar seguros de cada paso que demos...


FDI: Un 04 en Sabiduria Popular te permite reconocer a Anna Alptraum, la señora de la casa que durante cinco años habia gobernado Averland. Si tu extrafalario señor ha conseguido tomarla como rehen, las cosas no deben ir mal ¿no?
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Re: Mannricht IV: Camino a Casa

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

- Que le ha pasado a padre? – Mannricht lanzó la pregunta sin pensar, sin contemplar que el Conde estuviera hablando – Esta bien? Donde está?.

El campesino lanzó miradas a derecha e izquierda, como si fuera a encontrarlo ahí mismo, y dándose cuenta de que no es así, se peina el flequillo con la palma de la mano hacia delante con gesto nervioso.
Enseguida se da cuenta de que el conde espera explicaciones, y se las da tan buenamente como es capaz.

- Er… bueno, han pasado muchas cosas desde nuestra partida, pero creo que lo que realmente le interesará es lo relativo a fuerzas militares… cerca de Mühlfeld nos encontramos con un grupo numeroso de personas con carros de suministros. No sabría decir si se trataba de revolucionarios de Pillher o soldados de los Leitdorf de Wuppertal. No quise arriesgarme a acercarme, con Rudi en ese estado… así que seguimos camino. Poco después nos interceptó un peajero. Dijo ser justicia de los Refger, castellano de Mühlfeld, y hablar en nombre de Leopold Leitdorf. Nos cobró el peaje y nos dejó seguir.
Y ahora mismo milord… no recuerdo nada más… y dígame, donde está mi padre?


Antes de que se lleven a Rudi, Mannricht repondrá de sus monedas lo que pagó con su dinero. Se trataba de intimidarle sacándole el dinero a un enfermo tan evidente como Rudi, pero ese tal Joseph resultó que tenía estomago de acero…

- Te pondrás bien Rudi – y se despedirá de el con una palmadita amistosa en el hombro.

Mannricht quiere ver a su padre, está preocupado por su estado. Herido de bala! Si es que las carga Khorne!
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Re: Mannricht IV: Camino a Casa

Mensaje por William Tender »

Rudiger Croop

La tentativa de incursión a su bolsillo despertó los insintos de Rudi, que rápidamente cubrió la bolsa del dinero con una mano, con el mismo celo que emplearía una madre loba para proteger a sus cachorros. Inmediatamente después, se incorporó alzándose como un resorte, mirando a un lado y a otro con cara aturdida. Enseguida se tranquilizó, y su rostro volvió a la expresión fatigada y enfermiza de antes.

-Mannricht, viejo amigo, te debo la vida, pero no me pegues esos sustos. Coge el dinero que te deba, me fío de tí, pero nunca eches mano a mi bolsa sin avisar.

Luego pareció reparar en la situación que le rodeaba, aceptó la palmada de Mannricht palmeando débilmente el brazo de éste, mientras se iba. -Nos veremos pronto, si acompaña el buen tiempo.
Rudi miró con cara fatigada al nuevo "Conde". -Señor... el mensaje fué enviado. Rudi se permitió una mirada recelosa para con la gente que por allí concurría, y hizo un gesto conspirador con la mano para pedir al conde que se acercara, a la vez que cubría su boca para susurrar: -Las viejas alianzas se reafirman, y no sólo la de nuestras gentiles damas, hubo mensajeros de otras casas de vuestro signo, deseosas de tomar posición bajo vuestro estandarte. Podéis alegraros, señor... y... hablando de ese médico...

Rudi se dejó caer, exagerando un poco sus dolencias. Sin duda el viejo loco querría atosigarle con preguntas sobre los detalles, pero por él, podía irse a freír espárragos. Él quería descansar y curarse, o morir comiéndose una tarta de tres pisos y mandándolos a todos al infierno. Mientras cabeceaba levemente de un lado a otro, siguiendo con la mirada a las gentes del campamento, se preguntó seriamente si alguno de aquellos habría sabido alguna vez siquiera lo que es una tarta. Con un suspiro fatigado, Rudi dejó caer la cabeza hacia atrás, yaciendo inmóvil sobre la mesa del galeno, rogando que aquello no fuera muy grave.
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Re: Mannricht IV: Camino a Casa

Mensaje por Saratai »

23 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Streissen.

El galeno comenzó a medir la temperatura del mediano, tomandole el pulso y hechandole extraños potingües y amargas pociones por el gaznate. Se acarició la perilla, y habló con Boris Novak entre susurros. Después, marchó hacia su maletín, y agarrando un par de máscaras, colocó a Mannricht una y el se puso la otra. Tapada la boca con la máscara de hierbas, su voz sonaba más nasal que de costumbre.

Galeno Molbin Asder

-Cieñorez, efte mediano eftá enfermo.


Boris Novak miró al Consejero Himain, y éste a Markus que a su vez miró al galeno. Anna Alptraum se colocó la mano en la cara y giró la cabeza negativamente.

Markus Leitdorf

-Joder galeno, vales tu peso en oro-
contestó el demente Conde rascandose la entrepierna, para dirigirse después a hablar en privado con Mannricht.

-Mannricht, hijo, tu padre está jodido. Mmmm, eso quiere decir que seguramente se vaya a morir. Si, ya lo se, duele, y querrás ir a verle y tener vacaciones pagadas y tal. Bueno, está en tu casa, y tu mujer, que por cierto está de muy buen ver, lo está cuidando ahora mismo. Si quieres ir, ve, nosotros nos vamos a dirigir a Averheim, pero dejaremos aqui un destacamento de hombres al mando del Consejero Himain. Tenemos que partir de inmediato, pues me han dicho que han tomado la ciudad mis hombres, y quedaria mal quedarse aqui ¿verdad? Pues eso.


El Conde miró a Mannricht un rato largo, intentando fingir que le importaba la vida del padre de éste, con no excesivo éxito. Tras rascarse la barbilla un buen rato, se hurgó la mano en una bolsa del cinto y le entregó a Mannricht un papel con el sello Leitdorf. Mientras se lo entregaba (sin ninguna prisa, por cierto), al Conde comenzó a darle un tic nervioso en el ojo derecho, guiñandolo repetidamente. El pistolero de Streissen lo comprendió al instante, aquel papel llevaba la firma del Conde y en el estaba representando un cheque por valor de cincuenta coronas de oro, una auténtica fortuna.

-Cuando te prometi tanto dinero no esperé a que fueras a volver con vida. En fin, esto va por lo de tu padre y por haberme traido al cocinero con vida, asi como pago por haberme servido fielmente. Si al final vas a ver al viejo de Mark Boleslav, espero que luego vengas a Averheim, y que traigas a mi cocinero si es que está para llevarlo a algún sitio que no sea la tumba. Necesito hombres como tu para volver a poner a la provincia como Sigmar manda, Mannricht, asi que espero que no tardes mucho y esta noche vayas a verme al Palacio de Gobierno de la capital. Le dire a los guardias que dejen entrar a todos los Mannricht con piel rosada que vean.

Tras estas palabras, el Conde subió en su yegua, y vestido con su armadura de celebración, comenzó a dar órdenes a los veinte hombres que le acompañarian a Averheim, asi como a Anna, su más que irritada prisionera. Ordenes que Boris Novak tradujo a grito pelado, dado que Markus se habia cerrado el yelmo y su voz no se oia a más de tres metros. Mientras tanto, Molbin Asder prosiguió tratando a Rudiger, al tiempo que Himain se despedia de su señor. Averheim estaba relativamente cerca, y para cuando la noche cayera, el Conde ya habria llegado. En el campamento quedaron el galeno, el consejero, Rudiger, Mannricht y trece hombres más que se encargarian de desmontar el campamento y formar guardias por Streissen, enviando cualquier novedad que sucediera por la zona.

Galeno Molbin Asder

-Mannricht, ferá mejor que no te quitef la mafcara bajo ninguna fircuftanfia. Tu enfermedad ef muy contagiofa y feria mala cofa que la contagiaraf por aqui. Mientraf la llevef y no te aferquez mucho a nadie, ferá maf dificil que la contagief, aunque no impofible. Tu amigo ya ha pafado la peor parte, y no ferá nefefario que la lleve. Una vef pafada, no fe vuelve a contraer la enfermedad.


Rudiger fue recuperando el aliento poco a poco tras los tratamientos del galeno. Aun habria de sentirse debil por unos cuantos dias, pero no tardaria mucho en recuperar su estado natural. Ahora, Mannricht y Rudiger debian decidir si ir directamente a Averheim, o ver como estaba de salud el padre del pistolero. Mannricht, con su máscara de hierbas y su casaca, tenia un aspecto la mar de extraño, y desde luego no pasaria desapercibido por la población.



FDI: Mannricht, recibes 50 coronas en cheque, solo cobrables en Averheim. Si juntamos eso a las más de 90 coronas de oro que te dejó Reinhard Russ en herencia y que guardas en casa, eres bastante rico. Mientras lleves la máscara, la viruela será mas dificl que se contagie a otros con los que hables, pero no imposible, dandole a los demás un +15 en sus tiradas para evitar acabar contagiados.

Rudiger, tu ya has pasado la enfermedad, pero gastanto un PD en el proceso. De no haberlo gastado, habrias muerto sin remisión al dia siguiente. Esto significa que ya no te quedan PD, con lo que tendrás que llevar más cuidado a partir de ahora.

Por cierto, me alegra mucho que hayas posteado, ya pensaba que habias dejado la partida. Eso si, espero que como minimo si hagas un post semanal, o tendré que seguir tratandote como pnj y tampoco llevarás experiencia. Ale, vosotros decidis si ir a visitar al padre de Mannricht o dirigiros a la capital.
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Re: Mannricht IV: Camino a Casa

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

Padre estaba en casa! Y estaba realmente mal a juzgar por las palabras del generoso Conde, al que Manann guarde por muchos años – pensaba Mannricht mientras guardaba el cheque en el amplio bolsillo de la casaca de capitán de navío.
Existía el riesgo de contagiar a alguien con esa maldita enfermedad, y por nada del mundo querría contagiar a su esposa e hijo. Pero por otra parte… podría ser que si no lo viera ahora, jamás lo volviera a ver con vida. Quizá incluso, pudiera ser que ya fuera tarde.

- Galeno, has fratado a mi padre? No hay nada que se fueda hafer por el? – tras la máscara, Mannricht apretaba los labios. Esa maldita misión le alejó de los suyos, quizá si hubiera estado a su lado, no le hubiera pasado nada, pero ahora, era tarde para lamentaciones.

Tras escuchar la respuesta del galeno, el campesino, dirigiéndose hacia Rudi continuará.

- Foy a ir a fer a mi fadre y a mi mufer. Rufi, ferá mejor que te quedez aquí recifiendo afenciones fédicas, Galeno, no me quitaré esta malfita másfara, no quiero que se confagie nadie por mi culfa.

Dicho esto, Mannricht dará media vuelta y con la mascara de morro largo que distorsionaba el timbre de voz y le hacía hablar raro, y la casaca de capitán, partirá hacia su casa.

Que alegría leerte de nuevo!! :wink:
Saratai
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Re: Mannricht IV: Camino a Casa

Mensaje por Saratai »

23 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Streissen.

El enmasacardo pistolero llegó a su casa en pocos minutos, arreando a Negranoche y dejando al convaleciente Rudiger en manos del galeno, que pronto prepararia su marcha para acompañar a Markus Leitdorf a Averheim, donde trabajaria para él durante su cruzada por la conquista de la provincia, la cual se estaba sucediendo sospechosamente favorable para él.

Cuando Mannricht atravesó las vallas de su hogar, su mujer Eloisse y su hijo no le reconocieron, asustandose por su atuendo. No fue hasta que éste comenzó a hablar, que, asustada, su mujer se percató de que era su querido esposo el que habia regresado bajo una máscara de cuervo.

Eloisse

-Ay dioses ¡Sabia que en algún lio te ibas a meter! Tu por ahi haciendo el crio, sin consideración por como me siento. ¿Qué es esa máscara? ¿No te habrá pasado algo en la cara verdad? Porque como te hayan hecho algo voy a buscar a esos bandidos y les voy a hacer lo mismo, y luego te voy a matar a ti, para que aprendas a darme estos sustos...


La mujer del pistolero era una persona de armas tomar, con más genio que un sargento veterano y con más amor que una madre. Tras darle varios cocotazos a Mannricht, y mantenerlo alejado del niño por si le pegaba algo, lo llevo con su padre, que descansaba en un buen lecho mullido. Mark se encontraba pálido y débil. Además de la herida recibida, llevaba ya unos meses sintiendose mal, y desde que su esposa murió, el viejo de los Boleslav nunca volvió a tener la vitalidad que le caracterizaba, siendo consciente de que su final estaba cerca. Al ver a su hijo con la máscara, Mark creyó que Morr habia elegido llevarle con él en ese preciso instante.

Mark Stas Boleslav

-Ya era hora de que vinieras, ...cuervo negro. Ha... ha sido una vida muy buena... Sigmar me ha dado muchos hijos y algo de tierra y...-
Mark abrió más los ojos -¡Tu no eres Morr! ¿Hijo?



FDI: Mark no te distingue bien, y su estado no es muy bueno. Parece confuso y tiene el pulso a niveles muy bajos. Este turno es solo para Mannricht, para que hable con su padre todo el tiempo que quiera. Ya cuando acabe podrá recoger al cocinero y dirigirse a Averheim.
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Jacques el arcabucero
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Re: Mannricht IV: Camino a Casa

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

Tenía que ser rápido.
Los acontecimientos se aceleraban alrededor del campesino y no quería dejar pasar la oportunidad de participar de aquello de lo que su padre tantas veces le habló. La Revolución!
Era un hecho, al fin, era un hecho.
Desde su época en la universidad de Streissen, donde con tantos compañeros había planeado asaltos, manifestaciones, sabotajes y otras muchas actividades contra aquellos que tanto apretaban al pueblo, había deseado que llegara este momento, y ahora ya estaba aquí, y Mannricht quería participar activamente de ello.
Pero hasta ahora solo había tenido oportunidad de ejercer de escolta de un correo, una tarea muy importante, se trataba de enviar una misiva que resultó ser una carta de lo mas extraña. Por lo que Mannricht recordaba, la primavera y las gaviotas era su tema principal. - Que cojones…
Les enviaron a cruzar media región, se enfrentaron a piratas en el Reik, se arriesgaron a ser descubiertos por facciones enemigas, la viruela verde que ha masacrado a Rudi y esa monstruosidad a la que mataron en el bosque… jamás había visto nada parecido… y si no llega a ser porque aquel tarado tartamudo malinterpretara lo que tenía que hacer con el fuego, no podía imaginarse como hubiera acabado la cosa… o mejor, no quería imaginárselo.

Mannricht seguía caminando sumergido en sus propios pensamientos sin percatarse de las miradas de sorpresa y de espanto que recibía de sus vecinos que no eran capaces de reconocerle bajo la mascara del cuervo.

Finalmente llegó a su granja, la tercera a la derecha según se entra en Streissen desde el norte, levantó el pasador de la puerta de la valla roja que la circundaba y entró cerrando tras de sí. Realmente la valla era del todo innecesaria, cualquiera podía pasarla por encima sin dificultad, era simplemente para evitar que los animales escaparan. Casi nadie en Streissen usaba su puerta, por lo general, pasaban por encima de la valla, cosa que ponía de mala leche a Eloisse.
La esposa de Mannricht como todas las pelirrojas, era mujer de carácter. No dudaba en participar en acalorados debates sobre cualquier tema, desde la mejor época para sembrar el pepino, hasta la necesidad de adoquinar de nuevo las calles principales de la ciudad. Levantaba la voz hasta que sus pecosas mejillas se arrebolaban, cuando esto sucedía, y por lo general, conseguía hacer acallar a sus interlocutores que preferían transigir a seguir discutiendo con Eloisse “la pelirroja” como la llamaban los mas allegados. Un verdadero hueso! Mannricht sonreía debajo de la máscara del cuervo mientras enfilaba el camino hacia la puerta de casa. Aunque para el campesino era la mujer más adorable y cariñosa del mundo. Entregada, inteligente, trabajadora y ardiente.
Mannricht no se daba cuenta, pero daba un saltito cada tres pasos mientras su mente se dejaba llevar.
Era un tío feliz, si señor.

No tardó en encontrarse frente a su esposa e hijo que le miraban con los ojos como platos dejando sus tareas a medias, incapaces de apartar los ojos del tipo recién llegado vestido con casaca de capitán y máscara de cuervo.

- Er… hola! – Mannricht alzo la mano en señal de saludo. Ardía en deseos de lanzarse sobre ellos y abrazarles, pero era consciente de que la viruela verde podía hacer estragos en su familia.
El pequeño Markus le miraba con los ojos como platos, agarrado a la amplia falda plisada de su madre.
- Markuz… yo… zoy tu padre… - la voz que surgía de debajo de la mascara de cuervo no era muy agradable, y para nada le sonó familiar al pequeño que hizo un tremendo puchero y pegando la cara a las piernas de su madre comenzó a llorar,
- No, no! Ezpera, mira!

Mannricht se alejó diez pasos de su familia con las manos hacia ellos, en un gesto apaciguador y se quitó la máscara de cuervo. Se alisó el flequillo con la palma de la mano pues sospechaba que había quedado desaliñado mientras mostraba su amplia sonrisa.
El pequeño Markus sin soltar a su madre y con el rostro congestionado, convirtió el puchero en una sonrisa tímida. Eloisse lanzó un grito.

-Ay dioses ¡Sabia que en algún lio te ibas a meter! Tu por ahi haciendo el crio, sin consideración por como me siento. ¿Qué es esa máscara? ¿No te habrá pasado algo en la cara verdad? Porque como te hayan hecho algo voy a buscar a esos bandidos y les voy a hacer lo mismo, y luego te voy a matar a ti, para que aprendas a darme estos sustos...

- No cielo, verás… se trata de la Viruela verde. No cariño!, no te acerques a papá. Papá esta malo, y no quiere que tu lo estés también, sabes? Es por eso que papá lleva esta máscara tan fea que ahora, debo volver a ponerme, comprendes hijo?

Markus asintió mientras relajaba su gesto para cogerse a la mano de su madre.

- Y papa? – preguntó Mannricht a su esposa mientras se ponía de nuevo la máscara de cuervo y caminaba hacia casa.

Tras darle varios cocotazos a Mannricht, y mantenerlo alejado del niño por si le pegaba algo, lo llevo con su padre, que descansaba en un buen lecho mullido. Mark se encontraba pálido y débil. Además de la herida recibida, llevaba ya unos meses sintiéndose mal, y desde que su esposa murió, el viejo de los Boleslav nunca volvió a tener la vitalidad que le caracterizaba, siendo consciente de que su final estaba cerca. Al ver a su hijo con la máscara, Mark creyó que Morr habia elegido llevarle con él en ese preciso instante.

-Ya era hora de que vinieras, ...cuervo negro. Ha... ha sido una vida muy buena... Sigmar me ha dado muchos hijos y algo de tierra y...- Mark abrió más los ojos -¡Tu no eres Morr! ¿Hijo?
- Zi papá. Zoy yo. Acabo de llegad de una mizión zequeta para el Conde, y me temo que he enfedmado de Viduela vedde. El galeno del campamento me ha dicho que no debo quitadmela para no contagiad a quienez me dodean. Me entedé de tu eztado y vine pada aquí codiendo. Papá, como eztaz? Que te ha pazado? – Mannricht quería coger la mano de su padre, pero no lo hizo, aunque se moría de ganas de hacerlo.
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Re: Mannricht IV: Camino a Casa

Mensaje por Saratai »

23 de Destilario (Brauzeit) de 2527. Streissen.

El otrora anciano cabeza de familia, Mark, tosió fuerte intentando responder a su hijo. Su piel estaba más palida de lo normal, y durante aquella semana en la que el carismático Mannricht habia estado lejos, habia adelgazado una barbaridad.

Mark Stas Boleslav ''El Cojo''

-Hijo, no te preocupes... Todos nos morimos, tu también lo haras algun dia. Aunque espero que no sea pronto, tienes que cuidar a Eloisse y darle un buen futuro al crio, o volveré de la tumba para llevarte loco, jejejeje.


El viejo Boleslav no perdia el buen humor ni siquiera en esas cirscustancias. Habia vivido con una sonrisa en los labios, y asi se iria a los jardines de Morr.

-Fue contra esos cerdos de los Alptraum. Vinieron a llevarse al Conde, al buen Conde Leitdorf. Está un poco chalado, pero nos ha ayudado más que lo hizo su padre, y no nos ha escurrido como los Alptraum han hecho, ya lo sabes bien. Cuando tu te fuiste a entregar ese mensaje, nosotros nos quedamos para defenderle de aquellos bastardos. Ganamos, pero uno de aquellos salvajes me acertó un tiro en el brazo. El galeno del Conde me lo arregló ayer, pero yo ya estaba algo mal. Muchos murieron, Mannricht, muchos.

Mark hecho una cabezada y pidió algo de agua. Tras esto, continuó conversando con su hijo, contandole como habia sucedido todo.

-Capturamos a Anna Alptraum, a esa desvergonzada explotadora, y los otros cobardes huyeron a Legenfeld a ponerse a salvo de los que habiamos sobrevivido. Después, unos cuantos hombres del Conde Markus se fueron a la capital, y se llevaron con ellos a casi todos los heridos que pudieron, para que les trataran alli. Tu primo segundo, el chaval hijo de la Cassiana, el hermano pequeño de Candela, iba con ellos. Si, Balbian, ya lo conoces. Después de estar alli, parece ser que las buenas gentes de la capital que.. ¿Te acuerdas de cuando trabajaste en la capital? Que orgulloso estaba de ti.. Vaya, estoy chocho y ya me ando por las ramas, perodna... ¿Por donde iba? ¡A si! que las buenas gentes de la capital se revelaron contra el gobierno, y los hecharon de la ciudad, y algunos de los hombres del buen Conde volvieron aqui, junto al galeno que me trató ayer. El resto, incluido tu primo, siguen alli y van a instaurar un gobierno que nos sacará de la miseria, ya lo verás Mann.


Padre e hijo conversaron, repitiendose un poco el primero en sus palabras dada la edad, hasta que la tarde comenzó a inundar la habitación, y el viejo recordó algo que tenia que decirle a su hijo.

-No se que haces aqui conmigo, deberias estar con tu primo cuidando de él. El no tiene padre, y necesita a alguien como tu para que le guie. ¡Anda, corre a ayudarle! Yo estaré bien aqui, tu mujer tiene genio pero es la más trabajadora de esta ciudad, ¡te lo digo yo! Me recuerda a tu madre, que en paz descanse...


-Que orgulloso estoy de ti, hijo. Has heredado lo mejor de mi. Pero será mejor que no le diga nada, o este cabezón querrá quedarse conmigo los dias que me resten, y tiene cosas mejores que hacer. Además, no quiero que me vea llorar, no me ha visto nunca y no me verá jamas...- pensó Mark mientras veia a su hijo incorporarse.

Mientras tanto, Rudiger ya se encontraba listo, aunque cansado, para emprender el viaje. Molbin Asder también estaba ensillando su caballo, asi como los cuatro campesinos que les acompañarian, metiendo cajas y suministros en la carreta. Era un viaje corto, pero habia que estar preparado para lo que pudiera acontecer durante la noche.

Molbin Asder


-¿Donde se habrá metido ese Mannricht?

-Chicos, preparaos, en media hora marchamos....




FDI: La hora de partir ya ha llegado, y Mannricht ha podido entablar una buena conversación con su padre, asi como ver a su familia.

Mannricht, siempre puedes escoger quedarte más tiempo o partir ya, es decisión tuya. En Streissen también se van a necesitar personas para controlar las defensas y los mensajes a la capital.
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Jacques el arcabucero
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Re: Mannricht IV: Camino a Casa

Mensaje por Jacques el arcabucero »

Mannricht

- Así que te vuelves a ir? Y quieres que me quede tranquila? – Eloisse estaba cabreada – apareces con una máscara horrible, dices que estás enfermo ¿y vuelves a irte? – Eloisse estaba muy cabreada, sus mejillas habían subido de tono y sus pecas resaltaban todavía más en su rostro. El pequeño Markus estaba todavía sujeto a su falda, atento a lo que sucedía. Era muy joven, pero presentía que algo no iba bien.

- Cielo… - Mannricht hablaba de espaldas a ella, estaba descargando en la despensa las botellas de vino que consiguió en su travesía por el Reik – aquí no zoy útil para la devolución.
- Que devolución? De que hablas?
- La devolución, cadiño, la devolución! Ya me entiendez, la devuelta, la gueda, el alzamiento contra loz opresores, la devolución! –
Mannricht alzaba el puño haciendo hincapié en sus palabras.
- Oh Mannricht, con esa maldita máscara me cuesta entenderte!
El campesino terminó de dejar las botellas y se volvió hacia su familia. Su gesto era grave, pero claro, la máscara de cuervo no dejaba entrever nada.
- Ahoda voy a partir a la capital. Allí tengo asuntos importantez para nozotroz, para Ztreizen, para toda la degión. Papá idía conmigo zi eztuvieda en condiziones, la devolución ez algo que ziempre hemos anhelado en mi familia como ya zabez cadiño. Acabar con la oprezión del tirano, librarnos de zuz cadenaz para ziempre, y ahoda, estamos maz cerca que nunca. Eloiz… ze que debo eztar allí ahoda, y también ze que oz quiedo. Te amo mi vida, e idé a luchar para que podamos tened un mundo mejod, pada nueztro pequeño Markuz. Me comprendez?
- Pero… y si aparecen aquí? Quien nos defenderá? – ¿había un brillo tembloroso en los ojos de Eloisse?.
- Quedan hombrez de defuerzo en Ztreizen, y tu cielo… sabrás echad a cualquiera de eztaz tierraz zi fueze nezezadio, ademáz… Markuz zeguro que zabrá defendedte mientraz papá eztá en la capital, verdad que zí?
- Claro que si papa! –
una sonrisa valiente y arrojada apareció en la cara del pequeño Markus.
- Lo zabía!

Mannricht no quería alargar más de lo necesario esta despedida, lo estaba pasando realmente mal, pero tenía cosas que hacer. Su padre le había hablado de su primo Balbian, estaba solo. Era esa una razón más para ponerse en camino, además de la revuelta en sí, y los galenos que tenían que sanarle.

Salió de la granja y enfiló el camino de las cuadras donde se encontró de nuevo con su fiel Negranoche. Aseguró las correas de la silla, la acarició durante el proceso y finalmente, montó.
Salió de las cuadras mientras su esposa e hijo le observaban en silencio. Antes de salir de sus tierras, se volvió hacia ellos y les hizo un gesto de despedida con la mano. Markus estaba en brazos de su madre y movía la mano rápidamente despidiéndose con una amplia sonrisa. Eloisse tenía un dedo sobre sus labios, quizá estaba llorando, a esta distancia, Mannricht no era capaz de advertirlo.

Mannricht azuzó a Negranoche y salió al galope hacia el lugar donde dejó a Rudi, sin volver la vista atrás. Trataba de alejarse rápidamente de los suyos, como si haciéndolo, se alejaran del mismo modo los remordimientos que le devoraban por dentro.

De este modo, no tardó en llegar junto a la carreta donde aguardaban cuatro campesinos, un tipo ensillando un caballo y… Rudi.

- Pero que ven miz ojoz! Eztaz lizto para que tu nombre sea recordado dudante añoz en la Azamblea? Ahí va “Quebrantahuezoz” Croop! Jajajaja! – y volviéndose a los demás, añadió - Eztoy lizto!

Se que ha sido muy melodramático, pero era necesario para seguir con el rol de Mannricht. Ahora que ya está arreglado este asunto, estoy listo para la acción!




EDIT DEL MASTER: Tras este hilo (ay mare, que dramón!) Mannricht y Rudi pasaran a postear en el final de ''Señores de la Guerra'', quedando este hilo cerrado. Ese será su final de campaña. ¡Buena suerte!
Cerrado

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