La noche, sin embargo, no es tan tranquila. Se oyen aullidos y gruñidos de cuando en cuando aunque lejanos, y os despertais sobresaltados y alerta, para no encontrar nada por el perímetro del improvisado campamento. A partir de ahi os cuesta más dormir e incluso os vuelven a despertar esos ruidos al de unas horas, pero nada ocurre.
Tras lo que os parecen un par de horas de descanso intermitente y por supuesto insuficientes, ya casi de día, os despierta un grito sobrenatural y el ruido de madera partiéndose a pocos metros de vosotros. Para cuando os poneis el pie, los ruidos cesan.
