Tercera parte: La Misión

Partida dirigida por Van Hoffman

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William Tender
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Anuviel Darkmane

Tyrion se estaba comportando como un idiota, o un loco, o un suicida, o un héroe. Verdaderamente, hacía falta valentía para saltar a campo abierto él solo delante de todas esas alimañas. Anuviel se dió cuenta entonces de que nunca le había visto realmente en combate, y se preguntó si realmente no sería capaz de hacer frente por sí solo a los cinco monstruos. Luego, su actuación tomó más el cáriz de una huída poco decorosa... pero indecisa, zigzagueaba por el campo, y parecía intentar atraer a los skavens en otra dirección... Les estaba dando tiempo!!! Verdaderamente, Tyrion se estaba jugando el pellejo para darles tiempo, y en cualquier momento las criaturas podían echársele encima.
¡Diablo de ballestas! A las pesadas armas humanas, que no le resultaron especialmente incómodas en un principio, se les podía conceder que eran muy fáciles de apuntar, pero entre disparo y disparo, se requería tiempo, habilidad, y fuerza para recargarla debidamente, y tiempo era precisamente de lo que no les sobraba en medio de un combate.
Olvidando todas sus diferencias personales, Anuviel sintió verdadera admiración y miedo por el Caledoriano, y se apresuró a cargar la ballesta frenéticamente, rezando por tener tiempo suficiente para impedir que el noble fuese acuchillado.
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Van Hoffman
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Mensaje por Van Hoffman »

Los skavens ya habían detectado vuestra presencia, y ahora avanzaban los cuatro en grupo hacia vosotros.

Un pequeño dardo voló desde el extremo del arma del eslizón, clavandose en el brazo izquierdo de uno de los skavens. El dardo atravesó facilmente el cuero y se clavó muy hondo. Veis como rápidamente, el eslizón introduce otro dardo en el tubo.

Mientras tanto, Anuviel e Yvraerl se afanaban por cargar sus ballestas y poder lanzar otra salva de virotes.

Junto al jefe eslizón, Daeron vuelve a congregar a los Vientos a su alrededor. Ahora más aliviado sin la presencia de aquel siniestro skaven, Daeron pudo arremolinar los Vientos en la palma de su mano. Ahora que los tenía preparados, solo tenía que invocar las palabras que desataran la muerte contra la rata que acababa de recibir el impacto del arma de Tichi. Mientras manipulaba los vientos para darles forma, Daeron sacó de un bolsillo un pequeño dardo, como los que usaba el eslizón, y mientras pronunciaba las palabras, envolvía aquel pequeño objeto con su encantamiento. De repente, un pequeño y chisporroteante rayo lila sale de las manos de Daeron, en dirección al skaven. En apenas unos segundos, el proyectil recorre la corta distancia que los separa, y cuando golpea a la rata en el pecho, un calambrazo la sacude. Arcos de energía lila saltan de un lado a otro en el cuerpo del skaven, y en unos segundos cae al suelo fulminado. Ahora solo quedaban tres hombres rata.

Tras la demostración de poder, Aënor no se queda de brazos cruzados. Asiendo la espada humana con fuerza, se lanzó en ayuda de Tyrion, cargando contra los tres skavens que avanzaban hacia el noble de Caledor. Golpeó con fuerza al que estaba intacto. El golpe, perfectamente dirigido, impactó contra el brazo del skaven, atravesando cuero, carne y hueso. El hombre rata se retorció de dolor cuando el sombrío extrajo el arma. Había sido un buen golpe, pero ahora que Tyrion retrocedía, se tenía que enfrentar él solo contra los tres skavens.

Pero aquel que había recibido el impacto del primer dardo del eslizón, de repente, se detuvo. Las piernas no le respondían. Se miró estupefacto las extremidades. Ahora tampoco podía mover los brazos. El chillido que profirió quedó ahogado cuando la laringe se le paralizó, y como un saco de patatas, cayó al suelo con un golpe seco.
Sin embargo, los otros dos, viendose superiores en número que su atacante, descargaron sus lanzas contra él con decisión. Aënor pudo esquivar la primera, que solo le rozó el costado, pero la segunda cayó sobre su cabeza como un bastonazo. El golpe fue seco, y la punta metalica le hizo sangrar. El sombrío estaba gravemente herido y conmocionado, y claramente aturdido por el golpe.

Tyrion, viendo como Aënor se lanzaba valeroso contra los skavens, como hería a uno, y era herido por otro, no pudo reprimir la rabia y se lanzó también en auxílio del sombrío. Haciendo un arco hacia abajo, el caledoriano amputó la pierna derecha al skaven que había sido herido por los virotes, quedandose tendido y sujetandose el ensangrentado muñón.

Ahora solo quedaban un hombre-rata gravemente herido pero apto para luchar, enzarzado en un combate con el herido Aënor y el valiente Tyrion. El combate estaba claramente a favor del noble, que podría deshacerse facilmente de un enemigo tan malherido como el que tenía en frente. Una de las ratas había sido fulminada por el hechizo de Daeron, mientras que otra yacía inmóvil en el suelo. La tercera había perdido la pierna derecha en el brutal ataque del noble, y estaba tendida en el suelo agarrandose la herida y chillando de dolor.

A juzgar por la situación, pronto acabaría todo...



FDI: Yvraerl y Anuviel ya han cargado las ballestas. Aënor ha perdido 7 heridas y está aturdido. Tyrion está en combate uno a uno contra el skaven. Animo, que ya falta poco ^^
Última edición por Van Hoffman el 16 Ene 2009, 01:40, editado 1 vez en total.
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Tyrion Audec

No había sido un gran golpe, había que reconocerlo. Una cuchillada desde arriba, dejando expuesto el torso, y con una pésima recolocación de la pierna tras él. Pero dado resultado, y uno de los animales estaba muerto.

Tyrion se encaró hacia el otro, que olía raro desde el largo de una lanza de distancia. La prioridad, ahora, era que el bicho no decidiese clavarle la pica a Aënor. Con la cabeza fría, Tyrion sopesó sus posibilidades mientras, con una serie de golpes dirigidos al asta y a la cabeza del arma, intentaba hacer retroceder al skaven. Luego, a una distancia prudencial, podría acabar la pelea de un tajo.

Off: Hostigo al skaven para alejarlo de Aënor y ataco.
Última edición por kurgan el 16 Ene 2009, 18:29, editado 1 vez en total.
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Mensaje por William Tender »

Anuviel Darkmane

Anuviel sintió un hálito de orgullo inflarle el pecho cuando su compatriota realizó la heroica carga contra los skavens. La alimaña restante estaba herida y en desventaja, pero buenamente podía malherir a Aënor en un ataque desesperado, o escapar sin dejar satisfecha su sed de venganza por las heridas sobre su compañero, pero esta vez, Anuviel estaba preparado para actuar. Con tensión contenida y firme decisión, Anuviel apuntó pacientemente a la desdichada criatura, decidido a acabar con él antes de que escapara. Apuntó con cuidado, sintiendo el peso del armazón de la ballesta, y disparó.
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Weiss
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Daeron Nénmacil

Daeron sintió una inmensa satisfacción cuando vio cómo el rayo salía despedido de su mano e impactaba contra aquel inmundo hombre rata. En cuanto el rayo le golpeó, el skaven empezó a convulsionar, despedir rayos en todas direcciones y, finalmente, caer fulminado al suelo.

No debiste enfrentarnos a nosotros...

Después, Daeron miró a su alrededor. El haber estado concentrado para lanzar su hechizo había hecho que dejase de prestar atención a lo que pasaba alrededor. Vio al Sombrío luchando valerosamente contra los skaven, a Tyrion realizando una extraña a la par que estúpida maniobra.Primero se dedicó a correr contra los skaven, luego retrocedió, para después volver a darse la vuelta y cargar.

Si es que cuando los bajas de un Dragón no saben qué hacer...

Los otros dos Asur se encontraban ocupados cargando sus armas. Era lo malo de las ballestas, eran potentes pero lentas re recargar. Y Daeron no sabía si Aënor podría permitirse el lujo del tiempo. El Sombrío se encontraba bastante tocado, y sólo contaba con la ayuda del caledoriano. Daeron pensó si le daría tiempo a preparar otro hechizo y lanzarlo, pero era arriesgado, podía no salir a la primera... Daeron suspiró, y dirigió una mirada a Tichi Hui.

Si Zoar En'Hak ha estado esperando por ellos, es por algo...

La cara del eslizón reflejaba asombro, y temor por la posibilidad de lo que pudiese hacer Daeron. Pero la suerte ya estaba echada. La mejor forma de que el Sombrío se salvase, era cargar.

Empuñando su Báculo, Daeron salió del linde de la jungla, cargando contra los Hombres Rata, con un fulgor violeta brillando en sus ojos, y gritando el legendario grito de guerra de su estirpe.

NÉNMACIL.

Su significado se había perdido hacía mucho tiempo, pero todavía provocaba temor entre las huestes de Naggaroth. A ver qué efecto tenía contra los Skaven...
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Yvraerl Eisël

Las cosas habian cambiado bastante. Ahora los elfos estaban en una situación muy superior. Sin embargo, el sombrio estaba herido y el noble se encontraba enzarzado en un combate contra la abominación medio rata medio hominido. No era un buen momento para disparar la ballesta, pues podia ocurrir un accidente y dar a alguno de sus compañeros por accidente, lo cual seria un error irreparable. Habia llegado el momento de atacar en corta distancia.

Yvraerl no era ningún estratega, pero cuando acabara la confrontación tendria una charla acerca de táctica con sus compañeros, pues la herida del sombrio podia haberse evitado fácilmente.

Que desastre. Esto es demasiado desorganizado hasta para mi. Tendre que sacar el filo.

El vagabundo optó por enfundar la ballesta y sacar el arma de cuerpo a cuerpo, para dirijirse a auxiliar a sus compañeros.

FDI: Enfundaré la ballesta, o la dejare en el suelo si no tengo dónde dejarla, para sacar la espada. Si me da tiempo cargaré contra el skaven, si no solo ire lo más rapido que me permitan mis piernas.
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Van Hoffman
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Mensaje por Van Hoffman »

El combate ahora estaba de parte de los asur. Dos ratas yacían en el suelo fuera de combate. Una había muerto, y la cuarta estaba enzarzada con el noble caledoriano.

Rápidamente, Tichi Hui guardó su cerbatana y sacó una daga de oro puro. Corrió hacia donde estaba el skaven paralizado y lo degolló con el arma ritual.

En aquel momento, el joven domador se llevó la ballesta al hombro. Con mucho cuidado, apuntó al hombre rata que quedaba en pie, alineando su arma con la cabeza de la abominación. Sería un tiro dificil, pues tanto Tyrion como Aënor estaban en linea de tiro. Pero el domador se tranquilizó, y confió en que Kurnous guiara el virote en buen camino. Sin pensarlo más, apretó el disparador y la saeta voló. Sin embargo, en el justo momento en el que apretó el disparador, Tyrion se interpuso, y Anuviel movió bruscamente la ballesta hacia arriba, desviando el proyectil en el último segundo. El virote pasó a escasos centimetros del noble caledoriano. Por poco, Anuviel había evitado una catástrofe.

Justo entonces, Daeron salió de su escondite y se lanzó, báculo en mano, contra el hombre rata. En pocos segundos estaba sobre él, y le descargó un golpe que desestabilizó al skaven. Sin embargo, el monstruo seguía vivo.

Aënor, mientras tanto, se llevó la mano izquierda a la herida, y se apartó del combate, para no molestar a Tyrion y no ofrecerle al skaven un blanco facil. todavía le dolia la conmoción del golpe, y la brecha no dejaba de sangrar.

Viendo que ya no había claros objetivos para la ballesta, y como Anuviel había estado apunto de cometer un error, Yvraerl dejó la ballesta en el suelo y se lanzó contra el skaven, desenvainando la espada por el camino. La estocada del vagabundo falló cuando el hombre rata retrocedió debido al golpe de Daeron.

El paso atrás que dio el skaven le sirvió para adoptar una postura defensiva que le permitiese evitar el aluvion de golpes que le iba a llover. Era una rata herida y acorralada, pero esas eran las mas peligrosas.

Tyrion, viendose en superioridad, decidió lanzar un ataque fatal que acabara ya con el combate. El golpe fue directo y bien dirigido, y a pesar de que ahora se encontraba en una posicion inmejorable, el skaven no fue capaz de parar la estocada, que atravesó la cabeza de la criatura sin apenas dificultad.

Por fin había muerto el último skaven. El que yacía mutilado, murió al poco debido al shock y a la perdida de sangre. Por fin, todo había acabado, de momento...
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Mensaje por kurgan »

Tyrion Audec

La espada salió de la carne, y el skaven se derrumbó como un fardo. Otro estaba degollado, un tercero agonizaba, los restos del último yacían en el suelo. La sangre, la sangre, siempre la asquerosa sangre, la forma en que empapaba el acero y se pegaba a las ropas.

Empapaba el suelo y lo teñía de oscuro, impregnaba el aire y... No tenía las manos limpias. Qué se iba a esperar, Tyrion había matado dos veces ese día, si se contaba al pobre animal que se desangraba a un par de pasos. El noble fue hasta él, vaciló antes de rematarlo, y vio sus últimos estertores. Nunca le había gustado ver morir, ni siquiera a los corderos que se sacrificaban a Asuryan. No sentía pena ni lamentaba haber hecho lo que había hecho, pero... Le recordaba tanto a aquella habitación. La sangre había sido clara, de elfo, no la bruna de estas criaturas, y el cuerpo era pálido como el alabastro, y los ojos lo miraban con reproche, aél y a todos los que estaban mirando. Y entonces su hermano golpeó otra vez con la lanza, y el elfo chilló de miedo y dolor, y Cersei elevó la voz más aún y se le quebró en un lamento demente, como si la estocada fuese dirigida a ella, y Tyrion la sujetó para que no pudiese a ayudar a su amante...

El de Caledor espantó los recuerdos inútiles con un movimiento de cabeza. Se había hecho lo que se había hecho, y de nada servía lamentarlo, o desear haberse calmado en aquel entonces. Se encaró con el resto del grupo.

-Aënor, me sabe mal deciros esto, visto que habéis recibido daño por querer socorrerme, pero deberíais haberos quedado en vuestro lugar. ¿Por qué no recargasteis la ballesta e hicisteis otro disparo? Yo habría mantenido ocupados a los skaven persiguiéndome, y vosotros los hubiérais abatido uno tras otro, hasta que quedasen sólo uno o dos. Anuviel, diablos, sentí el hálito de la muerte rozarme las sienes. ¿No sabéis que se ha de desechar el arco cuando un compañero está en cuerpo a cuerpo? ¿Qué queríais, atravesarme la nuca con un proyectil?

-Dicho ésto-señaló hacia los cuerpos de los skaven-ellos tenían escudos y lanzas. ¿Era tan difícil conseguir en esta tierra un par de arcos y un escudo para mí?
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Mensaje por Van Hoffman »

Aënor Finduvel

El sombrío, viendo que todo había acabado, soltó la espada y se dejó caer. Se sentó en el suelo, y se llevó las manos a la cabeza. El dolor del golpe era tremendo, y de la herida manaba un hilo de líquido rojo. Aënor miró al noble, que le habló con aire de prepotencia.

- Mi estimado lord Tyrion, no disparé porque la cuerda de la ballestá se rompió, por eso acudí en vuestra ayuda. Quizás deberíais agradecerme que ahora tenga esto en mi cabeza, ya que de no haber salido, sería vuestra noble testa la que sangraría ahora.

Dicho esto, apartó la mirada del caledoriano, y mirando a Daeron, como insinuando algo, continuó.

- Y ahora, si alguien a bien tuviera de detener la hemorragia, le estaría muy agradecido...
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Mensaje por Saratai »

Yvraerl Eisël

El vagabundo respiró tranquilo, algo sorprendido por haber fallado una oportunidad tan clara de haber acabado con la vida del skaven. Sin embargo su error no habia ocasionado perdida alguna, por lo que borro tales pensamientos de error de su cabeza. Al ver al sombrio herido, pidiendo ayuda, enfundó su espada y rasgó un trozo de tela de su harapienta ropa.

-Anda, no te preocupes que sólo es un rasguño. - No era cierto, era una herida bastante grande y peligrosa, pero mejor no alarmar y mantener la calma. -En un segundo estarás como nuevo.

Tras sus palabras, el elfo intentó parar la hemorragia, con los conocimientos que le habian salvado la vida en más de una ocasión. No suelen haber especialistas médicos en los bosques, y los caminantes de las tierras inexploradas deben aprender a curar sus heridas y males por si mismos.

Creo que con esto servirá. Tampoco es que tenga el mejor equipo de primeros auxilios, pero con la tela se parará la hemorragia lo suficiente como para que no se desangre, pues seria muy problematico limpiarlo todo si se nos muere encima. Y lo que es peor, perderiamos a un gran conversador.

Tras dar los primeros auxilios al herido, Yvraerl habló al noble y al sombrio, esta vez sin interpretar ningun papel, siendo el mismo.

-Amigo Tyrion, los skaven no son tan estúpidos como para caer en una trampa tan sencilla. La próxima vez, por favor, quedate con nosotros para que podamos atacar juntos, a la vez y con coordinación. En una pelea debemos estar unidos y luchar codo con codo, pues si cada uno abandona su posición a las minimas de cambio estaremos perdidos. Nunca he servido en una batalla grande, pero mi familia me enseñó unos minimos para poder actuar en situaciones violentas. Lo mejor que debemos hacer es quedarnos protegiendo a Daeron y disparar todo lo que podamos antes de que se nos abalancen, momento en el que, si luchamos pegados y sin dejar huecos, nuestras espadas valdrán por diez veces más. Además, evitariamos lo que le ha pasado a Anuviel y seria cien veces mas sencillo protegernos unos a otros.

Tras emitir un suspiró, añadió

-De verdad, no es tan dificil.


Por último, tras comprobar que Aenor se encontraba mejor, recogió su ballesta y agacho la cabeza en dirección a uno de los eslizones, buscando algún tipo de acercamiento o interacción. Habia que aprender a interactuar con ellos como fuera.

Tambíen deberiamos proteger a Daeron, sin él estamos perdidos, al menos hasta que sepamos comunicarnos de alguna manera con estos eslizones. Pero claro, mejor no sugerirle al noble que sea el guardaespaldas del mago, no le sentaria muy bien.
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Mensaje por Weiss »

Daeron Nénmacil

Daeron salió como una exhalación de entre la maleza, empuñando el báculo en la diestra y gritando, para atraer la atención de los hombres rata. Sin embargo, la distracción pareció no tener mucho efecto, casi seguro porque entre el caos ya reinante en el combate, un mago elfo corriendo y gritando suponía poca diferencia... Lo que sí habría supuesto una diferencia, habría sido que el proyectil que pasó a pocos centímetros de Daeron se hubiese clavado en el objetivo que parecía que llevaba. El glorioso caledoriano. Sin embargo, éste se apartó en el último momento y no sufrió daño alguno.

Daeron aceleró el paso, dispuesto a acabar con aquello, por lo menos antes de que volasen más virotes. Se acercó al skaven y descargó su báculo con toda su fuerza. El golpe fue considerable, e hizo que el skaven perdiese el equilibrio y se tambalease. Lo malo es que también se dio cuenta de su clara desventaja, por lo que decidió adoptar una posición defensiva, mirando desafiante a todos los presentes.

Yvraerl intentó herirle, pero el súbito movimiento del skaven al perder el equilibrio le hizo fallar. Daeron se dispuso a terminar lo que había empezado, pero justo cuando estaba a punto de asestar el golpe definitivo, otro se le adelantó. De un golpe, Tyrion acabó finalmente con el hombre rata. La sangre salpicó, manchando los bajos de la túnica de Daeron.

Condenado Jinete de Lagartijas. Con lo mal que se quita la sangre...

Luego, muy propio en él, su puso a cantar las cuarenta al elfo que le salvó la vida, además también culpó al Domador por su desafortunado disparo con la ballesta. Debía creerse un gran maestro de la estrategia o algo así... Molesto, el Sombrío le contestó, y dirigió la mirada a Daeron como esperando a que le ayudase. Daeron, que había estado mirando hasta ese momento, de pie junto a Tichi Hui, que también se había acercado a ver cómo estaba el elfo, se adelantó para ver qué podía hacer por el él. Pero Yvraerl se le adelantó, así que siguió mirando, intrigado por qué haría el Capitán. Asombrado, vio cómo sí poseía ciertos conocimientos de sanación. Lo que le molestó fue lo que dijo después. Trataba a Daeron como una especie de inválido, alguien incapaz de defenderse por sí mismo. Pero él llevaba ya tres años viviendo allí, y sabía arreglarse bastante mejor que ellos. Por eso cuando contestó, la respuesta fue dirigida a Yvraerl.

Agradezco mucho que os preocupéis por mí -la ironía era evidente- pero creo que puedo cuidarme. El rayo que acabó con esa masa quemada que está en el suelo no salió de la nada, ¿sabes?. No me tratéis como si fuese un pobre indefenso... En cuanto a Lord Tyrion, le informo de que no solemos hacer tratos con los skaven para conseguir armas al gusto de los Señores de Caledor. Coge alguna ahora si quieres, creo que te va bastante bien... Por lo menos tus estrategias son parecidas a las suyas... Eso de correr delante de ellos ha sido sublime...

Daeron se acercó a Aënor, y le ayudó a levantarse, dejando que se apoyase en sus hombros. Ayudado por el bastón, era capaz de ayudar al elfo a moverse. Miró a Tichi Hui, que seguía contemplando la escena.

Creo que hemos llegado, ¿No, amigo?.
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Mensaje por William Tender »

Anuviel Darkmane

Aunque Anuviel, en su fuero interno, desde lo más profundo de su espíritu rebelde, seguía convencido de que hubiese tenido una línea de tiro perfecta si no se hubiesen interpuesto tanta gente en su camino, calló. Lo cierto es que de sólo imaginar lo cerca que había estado de acertar a un compañero por error, se sentía fatal. Bien es cierto que Tyrion no le caía muy bien, e incluso que no hacía más de un rato le había insinuado una amenaza en caso de que causara problemas. Pero otra cosa muy distinta sería verlo morir por su propia mano, y por un disparo por la espalda mientras luchaba por defender al grupo.
Anuviel, abochornado, y rojo como las llamas de Asuryan, agachó la cabeza y balbuceó:
-Lo... lo siento Tyrion.
Buena estocada.


Después, mirando distraídamente a un lado y al otro, se empezó a fijar en el lugar que ocupaban, y en que Daeron parecía cambiar unas "palabras" (por entender por tales el extraño juego de silbidos, cloqueos y bufidos de garganta que pronunciaban) con el cabecilla eslizón.
-Daeron, ¿Puedes decirnos qué sitio es éste? ¿Y cuándo será el momento de que nos digas la misión? Confieso que empiezo a impacientarme al respecto, y no me gusta andar a ciegas sin que me aclaren mi cometido.
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Mensaje por Weiss »

Daeron Nénmacil

Cuando Daeron se dirigió a él, se podía entrever la perplejidad en la cara del jefe eslizón. Lo que respondió fue que sí, que aquel era el objetivo, pero que supuestamente era seguro, no tenían ni idea de la presencia de skavens. La preocupación era totalmente visible, y Tichi Hui llamó a sus dos exploradores. Los tres hablaron un rato sobre por qué no se sabía nada de la existencia de hombres ratas en la zona, y constataron que la misteriosa desaparición de otro grupo de exploradores podía tener algo que ver...

Al rato, Tichi Hui se volvió a girar hacia Daeron, y le informó de que lo único que podían hacer era entrar en la pirámide, con skaven o sin ellos, y que estarían alerta. A la vez que Tichi Hui contestaba, el Domador se acercó a Daeron, preguntando también.

Daeron, ¿Puedes decirnos qué sitio es éste? ¿Y cuándo será el momento de que nos digas la misión? Confieso que empiezo a impacientarme al respecto, y no me gusta andar a ciegas sin que me aclaren mi cometido.

Girándose junto al malherido Aënor, Daeron contestó.

Éste es el objetivo, Señor de las Bestias. Lo que sí nos ha cogido por sopresa a mis reptilianos amigos y a mí ha sido la presencia de los hombres rata, pues no contábamos con ellos. Supuestamente la zona era segura... Aún así, no debemos demorarnos más... Si quieres respuestas, no te esperan aquí, sino dentro de esa pirámide...

Haciendo un gesto a los eslizones para que le seguiesen, Daeron se adentró en las profundidades del edificio...
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Mensaje por Van Hoffman »

Al poco rato de acabar con los skavens, los dos exploradores regresaron, uno desde la izquierda y otro desde la derecha. Durante un instante, conversaron con Tichi Hui, y éste habló con Daeron. Las cosas no pintaban bien. No era normal la presencia de hombres-rata en la zona, y sin duda, había algo mucho más importante detrás de la misteriosa desaparición del chamán.

Pasaron pocos minutos mientras se reorganizaban. Finalmente, Tichi Hui ordenó la entrada en la pirámide. Él entró primero, seguido de Daeron y Tyrion. Tras ellos iban Aënor e Yvraerl, y finalmente, Anuviel y otro eslizón. El tercero se había quedado fuera, vigilando la entrada, por órden de Tichi. El pasillo que seguía al portón estaba decorado con pinturas y relieves. Mostraban a algunos de aquellos eslizones, adorando a un gran Slann como Zoar En'Hak. Otras representaban a eslizones y otras criaturas aparentemente mayores que los saurios, construyendo una gran pirámide. Algunas otras eran de eslizones sacrificando lo que parecían humanos y skavens en lo alto de una pirámide. Sin duda, era escalofriante. El pasillo, que discurría en linea recta muchos metros, con una ligera pendiente hacia abajo, estaba a oscuras. Al rato llegaron a un cruce donde habían varias antorchas. No les eran necesarias, pues todos los elfos podían ver con claridad a poca distancia a pesar de la oscuridad, pero Aënor y el último eslizón cogieron una cada uno, por precaución.

El cruce consistia en cuatro pasillos. El primero era el que daba a la salida, por donde habíais entrado, otros dos se abrian a derecha e izquierda, mientras que el último parecía continuar en linea recta. Instintivamente, todos mirasteis a Tichi Hui, pero el eslizón parecía igual de confuso que vosotros, mirando de un lado a otro y rascando el suelo con la garra de una de sus extremidades inferiores. Emitió un ligero silbido, y confirmó las sospechas de Daeron.

- No sabe cual es el camino...
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Tyrion Audec

Iba caminando, pero también pensando el noble de Caledor. Algunos de sus pensamientos eran oscuros (¿habrá sido un accidente la dirección de ese proyectil, o un aviso?), otros banales ( la música de Ëistel Cabellosclaros es sin duda muy superior a la de la poetisa Maërracil ), pero en otros, en otros se revelaba la esencia del noble.

-Daeron, mi compañero de andanzas, en verdad se revela un comportamiento en los eslizones que, he de admitir, es elevado y civilizado. He de pediros disculpas si, anteriormente, -elevó un poco la voz- los he comparado con infraseres estúpidos y animalescos, no mejores que un skaven o un mono.

-Veréis, lo que me ha hecho cambiar de opinión es la visión de estas tallas, muestra del sentido artístico de estos seres a priori rudos y repugnantes. Éste, como sabréis, es innato y no se puede aprender, de forma que estas cosas tendrán.... Una chispa de genio en sus escamosas molleras. Además, los dioses que exigen sacrificios de seres inteligentes...

Entonces llegaron al cruce de caminos.

-Recto, claro.

¿Qué más daba?
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