Acto 1: Una interesante invitación

En la ciudad de Mariemburgo se esconden muchas más cosas de las que se ven a simple vista...

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Van Hoffman
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Re: Acto 1: Una interesante invitación

Mensaje por Van Hoffman »

Konrad Reder

Por unos instantes, Konrad había olvidado totalmente a qué había venido al Martín Pescador. De hecho, había olvidado la mayoría de las cosas. Era un milagro que no hubiese olvidado su nombre. Sin embargo, cuando los ojos de Roseane se desviaron de los suyos, recuperó el sentido y se giró como acto reflejo.

De pronto, todo el rubor de la cara de Konrad se esfumó tan deprisa como un grupo de cortabolsas al grito de "¡Guardia!". Un rápido vistazo a la mujer le hizo comprender que si no quería perder todo lo ganado aquella noche, no podría salir corriendo. Tampoco es que pudiera si quisiera, porque cuando se dio cuenta, los dos hombres ya estaban frente a ellos.

- ¿Quién te has creido tu que eres? ¿Acaso crees que tu dinero basta para que nosotros tengamos que esperar por nuestras bebidas? ¿Acaso crees que esa mujer puede coger nuestras bebidas y que aquí no pase nada? No... por Manaan que las cosas no funcionan así aquí...

Con gran esfuerzo, Konrad consiguió mantener la compostura. Justo en ese momento había visto como Mathias y Jacob se acercaban desde la otra mesa. Jamás lo reconocería, pero daba gracias a todos los dioses por aquellos dos sacos de músculo sin cerebro que tenía por compañeros.

- Calma caballeros, no hay necesidad de enfurecerse -trató de decir Kornad con tono conciliador-. Seguro que podremos resolver este malentendido como personas civilizadas. Y francamente, la cerveza tampoco estaba tan buena. -Konrad sonrió, tratando de mostrarse amigable, pero sólo consiguió enfatizar la mofa.

Volvió a mirar a sus compañeros, y los vio ahora sentados, a la espera. "Malditos patanes!" pensó Konrad "¿¡Es que no vais a venir a ayudarme!?". Nuevamente, su sentido de autopreservación volvió a activarse, y con un nerviosismo poco disimulado, concluyó:

- Estoy seguro que podremos olvidarnos de este tema si les invito a una ronda, ¿no?
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igest
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Mensaje por igest »

Theo y Dieter observaron como Mathias y Jacob se levantaban en dirección a donde se encontraba Konrad. Parecía que el barbero no solo había atraido la atención de Rosseane, sino también la de dos tipos con cara de pocos amigos... ¿Que sería lo que les podría haber hecho Konrad si parecía más centrado en las curvas de la mujer que en todo lo que le rodeaba? Mathias y Jacob decidieron mantenerse a cierta distancia, pero lo suficientemente cerca como para intervenir.

El Martín Pescador seguía con su frenética actividad, y aunque una parte de la clientela, estaba también pendiente de lo que sucedía en la mesa de Konrad, el resto seguían en su mayor parte preocupados por sus propios quehaceres. Así pues,el ruido impedía que ni Mathias ni Jacob pudiesen oir exactamente lo que estaba hablando Konrad con aquellos dos hombres (sendos fallos en vuestras tiradas de percepción). Aún así Mathias tenía unas cuantas experiencias a la hora de lidiar con estas situaciones y había optado por mantenerse lo suficientemente cerca, pero lo suficientemente al margen como para no aumentar la tensión. Jacob supo ver en la reacción de su compañero el ejemplo a seguir y se encontraban atentos a lo que pudiese suceder.

El fétido aliento del hombre que iba a la cabeza, llegaba ahora perfectamente a las fosas nasales de Konrad quien había podido ver desde su posición, como Mathias y Jacob se acercaban por la espalda a los dos hombres y por un instante pensó que le resolverían ellos el problema... pero no, allí se habían quedado sentados justo detrás de los dos hombres. El segundo, el del aro en la oreja, tenía la cara picada por la viruela, mostraba una sonrisa salpicada de dientes rotos y parecía ser el que peores pulgas tenía... aunque usaba a su compañero más grande como perro de presa y potencialmente de escudo.

- Calma caballeros, no hay necesidad de enfurecerse -trató de decir Kornad con tono conciliador-. Seguro que podremos resolver este malentendido como personas civilizadas. Y francamente, la cerveza tampoco estaba tan buena. -Konrad sonrió, tratando de mostrarse amigable, pero sólo consiguió enfatizar la mofa.

Volvió a mirar a sus compañeros, y los vio ahora sentados, a la espera. "Malditos patanes!" pensó Konrad "¿¡Es que no vais a venir a ayudarme!?". Nuevamente, su sentido de autopreservación volvió a activarse, y con un nerviosismo poco disimulado, concluyó:

- Estoy seguro que podremos olvidarnos de este tema si les invito a una ronda, ¿no?

El más grande de los dos hombres, seguía allí observándole con rosto enfurecido. Rosseane seguía bebiendo de su cerveza y con aire pícaro contemplaba la situación, algo que le enfurecía aún más. Sus fosas nasales estaban muy abiertas, su respiración era bastante intensa, el tono enrojecido de su rostro no solo se debía al alcohol, la mirada intensa.... Konrad contemplaba como cada segundo parecía más inminente que toda aquella rabia contenida se desatase de forma agresiva.

Pero, justo cuando Konrad parecía que el segundo hombrecillo iba a soltar la "correa" de su perro de presa, este esbozó una sonrisa aún más desagradabe. Parecía que la oferta de la ronda había conseguido pesar... ¿o quizás había podido detectar a los compañeros del hombre acercándose por la espalda y evaluado de nuevo su situación? Sea como fuese, dio un paso adelante apartando a su compañero.

- "Vamos Anders. - en ese momento apoyó una mano sobre el hombro de su compañero - no ves que este buen tipo solo está disfrutando de su compañía, ¿quienes somos nosotros para molestarle?

- Por supuesto que aceptaremos esa ronda, ¡no esperabamos menos! - dandole una palmada en el brazo a Konrad el hombre más pequeño se giró, haciendo retroceder a Anders, que mantenía la mirada enfurecida clavada en Konrad, que ahora si, podía respirar un poco más tranquilo (tirada de empatía superada), no solo se había librado de los dos hombres el solo, sino que tampoco tendría que aguantar las chanzas de sus compañeros de grupo por "salvarle" una vez más de una situación delicada. ¿Acaso no olvidarían nunca aquella noche en la que había dado algún que otro sorbo de más y las cosas se habían torcido? Eso si, tendría que seguir vaciando su monedero.... el chico que iba y venía con las cervezas se había quedado allí en medio plantado, con la intención de asegurarse que el dinero para la invitación llegaba a buen puerto. Después de todo, como siempre dice Marcelus, el Martín Pescador no es como esos bancos, aquí no se fía nada.
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