Acto 1: Una interesante invitación

En la ciudad de Mariemburgo se esconden muchas más cosas de las que se ven a simple vista...

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igest
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Acto 1: Una interesante invitación

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Re: Acto 1: Una interesante invitación

Mensaje por igest »

La carta os llegó como habitualmente lacrada con el sello del Ordo Draconis, un dragón dentro de un círculo. Y como habitualmente el mensajero, ese niño de cabello rubio y rostro ennegrecido por la suciedad permaneció de pié observándo hasta que uno o dos chelines cumplieron la función a modo de despedida. Gerner les advirtió que tratasen bien a los mensajeros y nada de un "gracias y adios, muchacho". Así pues, tras abrir y lleer el mensaje os encaminastéis hacia el Martín Pescador. Por el camino os encontrastéis los cinco.

Dieter y Konrad parecían venir de algún lugar juntos, cuando se encontraron con Mathias. Un "de otros asuntos" bastó para que Mathias no siguiese preguntando por el asunto que pudiera haberlos reunido previamente a los dos. De donde habían estado Jacob y Theo no hacia falta muchas luces, el tono vidrioso de sus ojos y su sonrisa dejaban claro que habían visitado a media tarde una taberna, como otras veces, gastando la paga de sus trabajos en una o dos jarras de cerveza o schnapps. Como siempre, todos se preguntaban en sus cabezas como Gerner era capaz de enviar a sus "mensajeros" allí donde estuvieran, aunque nadie lo comentase de forma abierta.

El día va cediendo paso a la noche y una fina lluvia hace que el empedrado de las calles comience a estar ligeramente resbaladizo. Serán aproximadamente las nueve de la noche, cuando vuestro camino hacia el Martín Pescador os hace pasar por delante del local que posee el Gremio de Estibadores. En ese momento véis como hay un grupo importante de personas apiñados en torno a un orador subido a un cajón de madera. Su nombre no os es extraño, se trata de Julius Storm. Su voz se eleva por encima de los gritos de aprobación de los que le rodean. La mayoría tienen una mirada vidriosa por el alcohol.... y mientras os acercáis Julius continúa hablando con grandes aspavientos:
"...nos falta trabajo compañeros, muchos de nosotros no tenemos y la situación no parece mejorar. Y si en el Suiddock no hay más trabajo, yo me pregunto por qué no podemos trabajar en Elfsgemeente (barrio elfico), eh, ¿por qué?. Yo os diré el porqué. Sencillamente no quieren. Nos ofrecen sueldos miserables, peores que los del Suiddock. Y todo esto, ¿para qué? Pues para que no lo aceptemos y, aunque tragásemos con esas condiciones, no nos darían el empleo. Nos darían una excusa y basta. Y todo esto no será por falta de dinero, ¡no! Si sólo hay que ver cómo visten los estibadores elfos. Ellos visten con ropita fina mientras muchos de nosotros no tenemos que comer. ¡Cómo aquel!. Vamos a preguntarle de donde a sacado esas preciosas ropas."
En ese momento véis como señala a un elfo que pasa a unos pocos metros. El grupo de estibadores que rodeaba a Julius, se da la vuelta y se dirigen impulsados por las palabras de Julius hacia el incauto elfo que observa con rostro atemorizado como van rodeándole poco a poco.
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Heldenhammer
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DIETER DÜSELNICH

Doy un paso al frente interponiéndome entre la muchedumbre y el altivo elfo. No es que me importe lo más mínimo el destino de una criatura tan ajena... pero estoy seguro de que algo podré sacar como contraprestación.

- Cubrid mis espaldas Konrad-. Digo en voz baja mientras levanto las manos y desenfundo una de mis mejores sonrisas.

- Amigos, amigos, todos me conocéis aquí, muchos de vosotros habéis trabajado para mi en una ocasión u otra-. Los miro a los ojos y señalo socarrón a algunos con un guiño. - Algunos todavía me debéis algunos florines que os he prestado como adelanto... Entiendo vuestra frustración, yo mismo la siento por vosotros pues el consejo de la ciudad tampoco me escucha cuando les hablo de vuestros problemas.- Me acerco al elfo y pongo una mano sobre su hombre, procurando no mostras el poco aprecio que siento por él. - Quizá sea el momento de hacernos escuchar, que nuestra voz resuene de una vez por todas en la Cámara de comercio-.

Señalo a Julius con la mano. - Julius, amigo, reúne a los líderes del gremio, que decidan quién acudirá a la Cámara, yo facilitaré la cita (u os venderé, lo que más convenga) para que escuchen vuestras peticiones, pero dejad a este elfo por hoy, pues no es más que un trabajador como lo sois todos vosotros. Si alguien tiene que tratar con los cabecillas del Elfsgemeente y poner los puntos sobre las íes, esos son los líderes de la Cámara y si no quieren hacerlo... los obligaremos a ello.

(TIRADA DE CARISMA, USANDO LA DOTE DE "DON DE GENTES")

No puedo dejar de pensar en utilizar el enfado de los trabajadores contra la Cámara para escalar en ella, como el favor del elfo para introducirnos en el Elfsgemeente y sus cargamentos. El Ordo podría recompensarme...
Entonces te veré en el claro, al final de la senda.
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MATHIAS WOLBRUCK

Mathias no solía preguntarse demasiado sobre la vida de sus compañeros. Al fin y al cabo estaba seguro de que ellos jamás indagaban sobre él ni se preguntaba que hacía en su tiempo libre. Mejor, tampoco es que fueran sus amigos, aunque les estaba cogiendo cariño... En esas cosas pensaba el norlandés y, perdido en las nubes, no se había dado cuenta del tumulto callejero hasta que literalmente se chocó con un estibador con cara de pocos amigos.

- ¿Qué diantres...?-llegó a decir. Entonces empezó a enterarse de todo. Oh, una turba con ganas de bronca. Qué bien las conocía... Él mismo había formado parte de algunas o había tenido que dispersar otras. Era casi su estado natural, rodeado de gente tan enfadada o asustada que sería capaz de hacer cualquier cosa... Ah, la verdadera vida. Mathias pensaba en unirse a darle la paliza al elfo (je, siempre era buen día para machacar a uno de esos orejas picudas) cuando vio a Dieter adelantarse. Ese señoritingo se había ganado su respeto, aunque jamás se tomaría en serio sus modales y su forma de hablar. Una vez empezó a escuchar lo que estaba diciendo, el norlandés se fue acercando al noble, cubriéndolo pero sin molestar demasiado.

Según su conocimiento de turbas, lo mismo le podían sacar a hombros que intentar despedazarlo... Y si esto último pasaba, el matón se encargaría de abrir una cabeza o dos. Cruzándose de brazos, Mathías miró su querida maza. Su fea y funcional herramienta de trabajo yacía colgada de un gancho que tenía al final de su astil del cinto del matón. El norlandés giró la cadera de tal manera que esta destacara, pero sin llegar a empuñarla. En la mayoría de casos, eso solía bastar.

(De ser necesario, haría alguna tirada de Intimidar para dejar claro que lo más sensato es no acercarse a Dieter, pero sin exhibir violencia clara. No quiero empezar la pelea, sólo 'marcar territorio'.).
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Theo Lobster

Cuando el chiquillo apareció con la invitación de Gerner se sintió con energías renovadas como cada vez que tenía una motivación. Sin embargo aún era muy temprano, tenía tiempo de pasarse a visitar un par de tabernas.

Toma -dijo dándole un chelín al chiquillo- Sé bueno; Y ve por la sombra.

En cuanto se marchó planeó la ruta tabernera para llegar a la hora al Martín Pescador y se puso en camino.

El truco estaba en alargar la jornada el máximo posible. Algunos preferían beber gran cantidad en poco tiempo y desmayarse en un rincón, pero cuando se bebe para olvidar lo ideal es comer y beber poco a poco a lo largo del día, consiguiendo un punto (o dos) de despreocupación y diversión pero sin llegar a perder el control.

La ruta le fue llevando hacia el Suiddock y según se acercaba la hora se encontró con Jacob saliendo de una taberna y siguieron juntos el camino. Pronto se encontraron con los otros tres y se dirigieron juntos a su destino.
Estaba anocheciendo y se toparon con un orador subido a algún sitio rodeado de un grupo de gente. Reconoció rápidamente a Julius, uno de los estibadores del Suiddock, y se dió cuenta de que estaban frente a su gremio.
"...nos falta trabajo compañeros, muchos de nosotros no tenemos y la situación no parece mejorar. Y si en el Suiddock no hay más trabajo, yo me pregunto por qué no podemos trabajar en Elfsgemeente (barrio elfico), eh, ¿por qué?
El gremio de estibadores, como en cualquier ciudad comercial portuaria, era de los más poderosos en Marienburgo. Su influencia se notaba y mucho, y la ciudad trataba de que estuvieran lo más razonablemente contentos que se pudiera, puesto que un problema en los muelles paralizaba todo el comercio.

Pero también se guardaban bien de que los elfos estuvieran contentos, puesto que su comercio de mercancías exóticas era muy importante para la economía.

El grupo de gente se movió instigado por Julius y notó que el objetivo era un elfo que probablemente pasaba de forma casual por allí. Theo se apartó instintivamente aunque no estaba en su camino. No era asunto suyo lo que sucediera y aunque iban bien de tiempo tenían una cita a las diez en el Martín Pescador. ¡A Gerner no le hacía gracia esperar!


Fue entonces cuando escuchó una voz alzarse sobre el resto:
- Amigos, amigos, todos me conocéis aquí, muchos de vosotros habéis trabajado para mi en una ocasión u otra-
Theo giró la cabeza noventa grados para ver a Dieter tratando de convencer a la gente de que dejaran en paz al elfo mientras Mathias se acercaba para apoyarlo. ¿Pero qué diablos...? Ni de broma se iba a meter en la pelea (si es que iba a haber pelea) y menos teniendo una cita de trabajo en menos de una hora. Pero visto lo visto tampoco se podía quedar de brazos cruzados y no iba a dejar en la estacada a sus compañeros.

Fijándose en la turba todos eran conocidos. Había compartido jarras con el propio Julius así que decidió que sus palabras deberían valer más que sus puños, ¡Porque en la cuenta de los puños salían perdiendo!

Theo buscó una pared con la que cubrir su espalda y buscar una posición neutral entre ambos grupos a la espera de acontecimientos. Trató de ayudar a calmar las cosas y al recordar el nombre de uno de los estibadores se dirigió a él.

Vamos Helmut, sabes que mi amigo tiene razón. ¿Por qué no os venís Julius y tú a tomar una cerveza y a solucionar las cosas?

(Uso percepción para encontrar al más razonable entre la gente y carisma para ayudar a calmar las cosas. En ningún momento acerco las manos a ningún arma y si se aproxima alguien lo suficiente le pongo una mano en el brazo de manera amistosa para mostar cercanía, pero ya queda ahí por si tengo que usar "pelea callejera").
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Re: Acto 1: Una interesante invitación

Mensaje por igest »

Dieter fue el primero en intervenir:
- Amigos, amigos, todos me conocéis aquí, muchos de vosotros habéis trabajado para mi en una ocasión u otra-. Algunos todavía me debéis algunos florines que os he prestado como adelanto... Entiendo vuestra frustración, yo mismo la siento por vosotros pues el consejo de la ciudad tampoco me escucha cuando les hablo de vuestros problemas. Quizá sea el momento de hacernos escuchar, que nuestra voz resuene de una vez por todas en la Cámara de comercio-.
Pero sus palabras se toparon de frente con una pedrada (74 en la tirada) que por suerte le golpeó únicamente en un hombró con escasa fuerza.
¡Calma amigos! Quién debe pagar es el elfo...
Las palabras de Julius se ven ahogadas por los gritos cada vez más enérgicos de los estibadores que ahora se han arremolinado en torno a vosotros y el elfo. Mathias que se había mantenido bastante próximo a Dieter, intentó interponerse a dos estibadores cuyas rostros reflejaban claras intenciones de estrellar sendas botellas contra su compañero. Sin embargo, y pese a tratar de intimidarles con sus 92 kilos de Norlandes, lo único que consiguió (81 en la tirada de intimidación) fue que la primera de las botellas fuese a dar contra su brazo. El cristal atravesó la fina tela, y un par de cortes superficiales hicieron que la ya de por si sucia ropa que llevaba adquiriese un tono más oscuro. El segundo estibador se encaraba ahora con Mathias con su botella dispuesta a caer sobre él, mientras la fina lluvia empapaba el rostro a ambos.

Bajo sus cejas pobladas, los ojos de Theo mostraban cierta sorpresa por lo que estaba contemplando en este momento. Al mantenerse cerca de una pared junto a Jacob y Konrad habían logrado escapar al tumulto que ahora se estaba cerrando en torno a Dieter y Mathias. En un primer momento intentó que algunos de los estibadores más cercanos mantuviesen la calma (otro fallo con un 48) pero finalmente fue apartado a empujones.
¡Apartate si no quieres acabar como ese elfo!
Desde su posición menos comprometida podía ver como Julius había quedado tras el grupo de estibadores y sus esfuerzos por calmarlos parecían no tener mucho éxito. Tanto Theo como Jacob como Konrad, sabían como podía terminar todo esto. ¡Lo habían visto tantas veces! Pero ahora sus dos compañeros se encontraban en el ojo del huracan y todo por tratar de interceder ante aquel elfo...

¡Que Sigmar nos asista!

RESUMEN: Bueno, un arranque de tiradas desastrosas ha puesto a Dieter y a Mathias en el centro del grupo de "enardecidos" estibadores junto al Elfo. El grupo parece haber escapado a cualquier posible "contról" por parte de Julius y quien sabe si Dieter y Mathias se van a convertir en un "añadido" sobre el cual descargar la ira. El grupo que allí está congregado estará formado por unos 30 hombres por lo que habéis podido calcular a primera vista cuando las cosas aún parecían más tranquilas.
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Nocturno
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Theo Lobster

Si había un momento para pensar o actuar rápido, ese era el momento. Luchar contra los estibadores o convencerlos parecía más allá de sus posibilidades, así que tendría que buscar a alguien que lo hiciera.

Avisar a la guardia era como lanzar un chelín al aire, podía salir cualquiera de las dos caras. Sin embargo estaban al lado del gremio de estibadores y no parecía complicado encontrar a alguien con suficiente autoridad para que le hicieran caso.

Miró fijamente a Julius durante un instante para recordar que tendría una charla con él y se dirigió a la puerta del gremio en busca de ayuda para detener a la turba.

(Evitando a la turba [no sé de qué lado de la calle estoy yo y de cual el gremio] me meto en el gremio a buscar a algún estibador o si es posible a alguno de los jefes del gremio para dar la alarma de que van a linchar a un elfo).
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Mensaje por Nimref »

JACOB VON REIBBER

Apenas se estaba frotando los párpados cuando vio a dos de sus compañeros interponerse entre aquellos estibadores y el elfo... ¡un elfo! Por suerte el bueno de Theo consiguió apartarse a tiempo, no así sus otros dos compañeros; un noble y un nordlandés... a decir verdad, medioelfos.

-¡Eh, eh! ¡Por mí como si enterráis a ese malparido, pero estos dos hombres se vienen conmigo! -bramó, al tiempo que tendía un brazo en dirección a Mathias- Si os digo la verdad, el Elfsgemeente nos debe trabajo y dinero a todos, ¡a todos! -continuó- Pero matando a un compañero no conseguiréis nada, Julius lo sabe, ¿verdad, Julius? -insistió, tratando de establecer contacto con su fornido compañero; tal vez si ayudaba a Mathias, pudiera sacar a los dos de una pieza.

Por su experiencia con las clases oprimidas, encenderlas era fácil, pero pocos llegaban a mantener la calma el tiempo suficiente como para saber a donde se dirigía el mensaje. Si hubiera sido por Jacob, el elfo ya estaría en el agua y él y sus compañeros estarían yendo al encuentro de su jefe... sólo esperaba no tener que darle explicaciones más tarde.
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Mensaje por Van Hoffman »

Konrad Reder

Avanzaba la oscuridad en Marienburgo cuando Konrad y Dieter salieron de un callejón. ¿Qué asuntos habían juntado a dos hombres tan dispares? Sólo los dioses lo sabían. Poco después se les unieron Mathias y los demás, y se encaminaron todos juntos al Martín Pescador. Sin embargo, se toparon de bruces con una turba.

Julius, un estibador, estaba dando un discurso que no hacía si no inflamar aun más a la masa. "Estibadores" pensó con desdén Konrad, "mucho músculo y poco sentido común. Útiles como puede serlo un martillo." El alboroto parecía que se iba a cobrar una víctima casual; un desdichado elfo que pasaba por ahí cerca. Konrad sacudió la cabeza con resignación previendo el final de aquel encuentro. Para su sorpresa, Dieter se adelantó.

- Cubrid mis espaldas Konrad -le dijo Dieter.

La inesperada actitud de su compañero dejó a Konrad quieto en el sitio.

- ¿Que te cubra qué? -llegó a decir. Sin embargo, ya era tarde, pues Dieter estaba ya rodeado de estibadores furiosos.

Los pésimos intentos de Dieter y Mathias, que se había adelantado también para apoyar al noble, por calmar los ánimos no hicieron más que empeorarlos. Ahora los estibadores iban a compartir sus ganas de pelea con sus dos compañeros. Por si fuera poco, Julius había perdido totalmente el control de la turba y ahora miraba impotente como sus colegas del gremio iban a linchar a dos marienburgueses de bien. Llevándose los dedos al puente de la nariz, Konrad se acercó a Julius, que había quedado apartado del grupo.

- Espero que esté usted contento, señor Storm -le dijo Konrad, con ese habitual tono de sarcasmo-. Hoy, sus compañeros van a darle su merecido a un importante miembro de la nobleza local, así como a un distinguido trabajador extranjero cuyo único crimen ha sido pasear por el Suiddock. Para que luego hablen de la reputación del barrio. En cualquier caso, cuando los amables guardias del Elfsgemeente vengan a preguntar por qué uno de los suyos apareció linchado flotando en algún canal, yo podré decirles que fue el valeroso Julius Storm, autoproclamado líder gremial, el que les incitó a hacerlo.

Konrad Reder no era ningún héroe. No iba a lanzarse a repartir derechazos para salvar a sus compañeros. Pero desde luego, iba a disfrutar del espectáculo todavía más, si sus palabras causaban algún tipo de efecto en Julius. Hay enfermedades para las que no existen cura, y un corazón emponzoñado es una de ellas.
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Re: Acto 1: Una interesante invitación

Mensaje por Heldenhammer »

DIETER DÜSELNICH

Veo al resto de los integrantes de nuestro peculiar grupo maniobrando para evitar un desastre mayor.

Desde luego las cosas no han salido como cabía esperar. Está claro que la gente llana pertenece a lo más bajo de la sociedad por algo y nunca van a salir del pozo de mugre que eran sus existencias; Yo mismo iba a asegurarme de que si a alguno se le ocurría siquiera pensar en una vida mejor se arrepintiese.

Miro cada una de las caras amenazantes que se ciernen sobre mi... ¡¡¡SOBRE MI!!! Las memorizo, retengo sus nombres y comienzo a urdir un escarmiento para cada uno de esos pedazos de escoria.

- Amigos, por favor, no hay porque llegar a la violencia... - Digo con una sonrisa que pretende ser sosegada pero que no puede evitar desprender algo de desprecio, mientras tanto doy un paso atrás.
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Mensaje por Nirkhuz »

MATHIAS WOLBRUCK

A decir verdad, Mathias se sentía algo impotente. De normal él era el que golpeaba, no el golpeado. Y, cómo la gran mayoría de los matones, Mathías en el fondo era un cobarde. El problema es que era un cobarde violento y el miedo le llevaba a actuar de forma irracional y estúpida. Cogió rápidamente su maza y se encaró con el estibador de la botella.

- ¡Venga! ¡Venga pequeño idiota! - gritaba el nordlandés, intentando acallar su propio miedo. -¿Acaso se atreves a hacer algo más que amenazar? ¡Atrévete!

(Básicamente intento una segunda tirada de Intimidación, blandiendo la maza. No me atrevo a atacar porque si corre sangre seguramente se lanzará toda la turba sobre mi, pero intento dar la imagen de que no me importa morir luchando... Que es totalmente falsa, a la mínima intentaré huir).
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Re: Acto 1: Una interesante invitación

Mensaje por igest »

Los gritos, empujones y los insultos habían alcanzado un nivel demasiado intenso. El brazo del Mathías, no sangraba mucho, pero con el agua de la lluvia, aquel ligero corte parecía algo realmente más aparatoso. Frente a el, el segundo estibador al escuchar las palabras del norlandes:
- ¡Venga! ¡Venga pequeño idiota! - gritaba el nordlandés, intentando acallar su propio miedo. -¿Acaso se atreves a hacer algo más que amenazar? ¡Atrévete!
no se lo pensó ni un solo segundo más (nuevo fracaso de Mathias con un 48) y se disponía a estampar el cristal de la botella sobre el rostro del hombre. Por su parte Dieter continuaba intentando calmar a la enfurecida masa de hombres que les rodeaban a su compañero y a él.
- Amigos, por favor, no hay porque llegar a la violencia...
Se sucedían los empujones, e incluso algún puño pareció intentar acertar sobre Dieter, sin embargo, quizás Sigmar estuviese en este momento de su lado, porqué a trompicones, fue apartado y sin poder hacer nada contra la masa de hombres enfurecidos que lo mecía, se encontró de pronto fuera del círculo de hombres (26 en su tirada, que evitó que la cosa siguiese con él).

Ante la actitud de Julius, más por fomentar el linchamiento que por evitarlo, Theo decida dirigirse tán rapidamente como puede sus pasos hacia el gremio de estibadores, que ahora con el movimiento de la tumultuosa masa en otra dirección, parece incluso un lugar tranquilo. En las ventanas del edificio se observa luz, y la puerta permanece completamente abierta. De su interior surgen voces, groseras y rudas, como podría esperarse de un lugar donde hay estibadores, pero ante los acontecimientos que se producen en este momento en el exterior, es como un arrullo.

Cuando Theo entra puede observar a varios hombres, que apenas si levantan la mirada de los asuntos que tienen entre manos. Parecen estar discutiendo sobre un pago del último barco descargado en los muelles.
- Espero que esté usted contento, señor Storm -le dijo Konrad, con ese habitual tono de sarcasmo-. Hoy, sus compañeros van a darle su merecido a un importante miembro de la nobleza local, así como a un distinguido trabajador extranjero cuyo único crimen ha sido pasear por el Suiddock. Para que luego hablen de la reputación del barrio. En cualquier caso, cuando los amables guardias del Elfsgemeente vengan a preguntar por qué uno de los suyos apareció linchado flotando en algún canal, yo podré decirles que fue el valeroso Julius Storm, autoproclamado líder gremial, el que les incitó a hacerlo.
Las palabras de Konrad al igual que las de sus compañeros parecían no despertar mucho interés en Julius (nuevo fracaso con un 42), que se había adentrado un poco en el grupo de enfurecidos estibadores y ahora de cuando en cuando desaparecía de su vista. Konrad había decidido mantener una actitud conservadora y visto como estaba desarrollándose la situación parecía que cuanto menos, le evitaría un montón de magulladuras y quizás algún que otro hueso roto.

Jacob permanecía atento al tumulto y vió como Dieter era casi "escupido" de la turba enfurecida, justo en ese momento pudo ver como se abría ante el un pequeño hueco que le permitió ver de nuevo a Mathías y como uno de los estibadores estaba dirigiendo una botella hacia él:
-¡Eh, eh! ¡Por mí como si enterráis a ese malparido, pero estos dos hombres se vienen conmigo! -bramó, al tiempo que tendía un brazo en dirección a Mathias- Si os digo la verdad, el Elfsgemeente nos debe trabajo y dinero a todos, ¡a todos! -continuó- Pero matando a un compañero no conseguiréis nada, Julius lo sabe, ¿verdad, Julius?
Por suerte, o quizás más bien, por los litros de alcohól que corrían por las venas de aquél hombre, su intentó de estrellar la botella contra Mathías se convirtió en un casi cómico tropezón que acabaría con el hombre cayendo todo lo largo que era sobre el empedrado (98 en su tirada). Justo en ese momento Jacob tendió su mano, y logró arrebatar a Mathías del grupo (14 en su tirada) que rápidamente se volvía a cerrar en torno al elfo.

Si no sucedía nada (y que la guardía apareciese por aquella parte del Suiddock se antojaba menos probable, que la posibilidad de que un enano te regalase una corona) aquella noche, el elfo pagaría la ira de aquel tumulto de enfurecidos estibadores. Y posiblemente el estibador que había intentado golpear a Mathias con la botella también sufriese en sus carnes unas cuantas magulladuras y pisotones.

RESUMEN: finalmente, Dieter y Mathias se han logrado apartar del elfo y ahora este se encuentra atrapado en la masa de hombres enfurecidos. Su destino parece decidido... Konrad y Jacob se encuentran ahora junto a sus dos compañeros viendo como el desenlace parece inmediato. Por su parte Theo se encuentra dentro del gremio de estibadores, donde nadie parece muy interesado en su presencia. ¿Está echada la suerte del pobre elfo? ¿Alguién osará intentar cambiar su destino y enfrentarse a la masa de estibadores?
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Re: Acto 1: Una interesante invitación

Mensaje por Nocturno »

Theo Lobster

El gremio de estibadores era probablemente el más influyente de la ciudad portuaria. Todos los días se cargaban y descargaban cientos de barcos en sus puertos, muchos de ellos imperiales o bretonianos y algunos de tierras lejanas, moviendo la mercancía tan necesaria para el desarrollo de las naciones del viejo mundo. Es cierto que tanto con el Imperio como con Bretonia existían vías terrestres y que el gremio de carreteros tenía cierta influencia en la ciudad, pero incluso las barcazas del río Reik superaban con creces el comercio terrestre.

Además de la influencia del gremio debido a su necesario trabajo, el número de estibadores era bastante grande con respecto a otras ciudades, lo que provocaba que no actuaran como una masa conjunta. Como era obvio los marineros elfos traían mercancías que difícilmente se podían conseguir en otros puertos y generaban una riqueza importante el la ciudad, de manera que los dirigentes tendían a mantener una actitud extremadamante tolerante con ellos, al menos de cara a la galería. Esto era extensible a los líderes gremiales, y la actitud pública era de tolerancia y respeto. Sin embargo siempre surgían alborotadores con labia, sobre todo en épocas difíciles, que trataban de encontrar un puesto público que les permitiera medrar en la vida. Julius debía de ser uno de estos alborotadores, y su discurso se le había ido de las manos. O no. Dependiendo de las circunstancias podría salir el sol siendo candidato a líder gremial o aparecer flotando boca abajo en el río. A Theo no le importaba qué sucediese con Julius, pero no iba a permitir que le sucediese algo a sus compañeros. No eran los mejores, pero al menos ya sabía de qué pié cojeaban.

Theo mantenía cierto contacto con los estibadores. Como barquero su trabajo le había llevado a frecuentar los muelles y a mezclarse en las tabernas con trabajadores de diversa índole, muchos de ellos alcohólicos reconocidos que no dudaban en gastarse el jornal en ingentes cantidades de cerveza o vino; Era lo bueno de vivir en una ciudad comercial, que se podía conseguir todo tipo de venenos para emborracharse (y también todo tipo de venenos de los otros).

Acababa de entrar en la planta baja del gremio de estibadores. A su alrededor, ignorantes de lo que sucedía fuera, negociaban algún trabajo sobre una carga o descarga. Pero Theo no buscaba músculos para parar la marabunta que se había formado fuera, buscaba autoridad. Observando el interior buscó alguna cara conocida o subiría las escaleras hacia algún despacho. Debía advertirles de lo que podía pasar, y estaba seguro de que les interesaría. Nadie en su sano juicio querría linchamientos de elfos o de otros trabajadores de los muelles. Theo tenía su carisma y estaba seguro de que lo conseguiría.

(Básicamente busco a alguien que pueda interesarle lo que puede suceder y le aviso de que van a linchar a un elfo usando mi empatía y mi carisma; Si puede ser el líder gremial pues perfecto, y si no alguno con cualquier responsabilidad. De no haberlo se lo contaré a alguien que conozca advirtiéndoles de que nuestros "amigos" están en medio del linchamiento.)
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Re: Acto 1: Una interesante invitación

Mensaje por igest »

Dentro del edificio del gremio el ruido de los alborotadores del exterior se amortiguó mientras Theo buscaba entre los rostros de los presentes a algún conocido. Tras un primer instante de desconcierto, finalmente dio con un rostro que le sonaba. Edrick, un tipo fornido y que con los años había ido dejando que su cintura creciese a un ritmo vertiginoso, ofreció a Theo la mejor de sus sonrisas. Eso incluía mostrar su desdentada boca en todo su esplendor, y varios trozos de arenque seco a medio masticar.

Theo se dirigió directamente hacia el, tras comprobar que aparte de los otros hombres no había nadie en aquel instante de cierta autoridad perteneciente al gremio. Que los mares escupiesen sobre ellos, justo cuando se necesitaba a alguien con autoridad ... seguro que estaban gastando su dinero en alcohol o disfrutando de los favores de alguna chica no muy lejos de allí, pero ahora no había tiempo para eso.

En el exterior la masa enfurecida, había acorralado por completo al elfo, y tanto Mathias, como Jacob, como Konrad y como Dieter, ahora veían como era como enfrentarse a la furia del mar. Se podría aguantar un rato, pero no para siempre... El destino de aquel Elfo escapaba, al menos, por ahora a cualquier posible intervención por su parte, a menos que quisieran enfrentarse a una suerte similar.

Edrick observó a Theo sin dejar de masticar el arenque, mientras este le hablaba atropelladamente:
Edric, ahí fuera están a punto de apalear a un elfo inocente, Julius les ha instigado a esos hombres para que descarguen su ira sobre él. No podemos dejar que lo hagan. El Gremio no puede permitirlo, los elfos son gente influyente en la ciudad, ¿acaso piensas que no habrá consecuencias?
Edrick seguía observando a Theo sin abrir la boca. En ese momento Theo se preguntó si no habría sido mejor, dirigirse a uno de los otros hombres que allí estaban, aunque no los conociesen de nada, quizás fuesen un poco más útiles que Edrick. De hecho, muchas veces se había preguntado si realmente Edrick no tendría algún problema dentro de esa cabeza, porque siempre había mostrado ser muy lento de pensamiento. Justo estaba a punto de apartarse cuando el hombre abrió la boca, mostrando nuevamente un trozo de arenque algo más masticado que antes:
¿Deja que se diviertan mi amigo Theo! Es mejor que pague ese pobre elfo con un buen revolcón y quizás un chapuzón, que dejar que esa rabia se contenga. Muchos de esos hombres tienen poco trabajo esta última temporada, y algunos han empezado a buscar culpables. Está claro que las historias que traen algunos barcos sobre abordajes de piratas no es algo que deba extrañarnos, pero quizás se han vuelto más recurrentes de lo habitual. Y hay quienes creen que las grandes familias, estan dando la espalda al mar y a los ríos para pensar en otras formas de hacer dinero. Y eso podría ser menos trabajo aún ¿no crees? Acaso no lo has notado tu en estos últimos tiempos... !Ah, no es cierto! A tí últimamente las cosas parecen irte bastante bien, y eso que apenas te veo por los muelles como antaño. ¿En que diantres andas metido? ¿Igual necesitas más manos que te ayuden?
Theo se quedó ligeramente sorprendido ante la repentina verborrea de Edrick, casi podría jugarse uno de sus dedos de la mano, a que nunca había escuchado tanto tiempo a ese hombre hablando de seguido. Lo que si estaba claro, es que no parecía muy dispuesto a ser de gran utilidad.

Mientras tanto en el exterior, el elfo de pronto reapareció aupado sobre la cabeza de los estibadores. Sus ropas habían sufrido varios desgarros, pero aparte de eso y el pelo totalmente enmarañado el elfo no mostraba signos de agresividad física. El grupo de hombres se dirigía llevando al Elfo en volandas hacia un canal cercano... su destino parece ser acabar remojado. En algunas de las casas cercanas, se han asomado algunos rostros dispuestos a contemplar el incidente, en la mayoría de casos con una amplia sonrisa en sus rostros. El elfo mira con rostro estoico y arrogancia, escupiendo incluso a la masa de hombres que lo lleva en volandas... hasta que se le escapa un repentino grito de sorpresa, cuando finalmente es arrojado al canal, seguido de un sonoro "chooof" al llegar al agua.

Los vítores, y gritos de alegría se extienden por el grupo de estibadores, que de nuevo bajo la guía de Julius se da ahora la vuelta pasando de nuevo junto a vosotros cuatro, que habéis contemplado sin poder hacer gran cosa lo que sucedía con el elfo. Eso si, más de uno y de dos estibadores os dedican una inquisitiva mirada y gestos de desprecio al pasar a vuestro lado.

En las casas de los alrededores las luces desaparecen y las contraventanas se cierran, el espectáculo ha terminado.
Theo, creo que ahí fuera ya ha terminado todo... espero que tus amigos estén bien. No seas rencoroso si les ha pasado algo, piensa que muchos de esos hombres apenas si tienen que llevarse algo a la boca.
Edrick, coge en ese momento un trozo de pan que había sobre la mesa junto a unos papeles (Theo duda con bastante razón que ese hombre pueda estar haciendo algo con esos papeles, y de no ser porqué no sabe que destino corren sus compañeros en el exterior, podría hasta reirse para si mismo imaginándose como Edrick podría usar algún tipo de documento oficial para limpiar su sucia boca sin darse cuenta de ello) y la miga del pan se mezclaría visiblemente con el arenque en su boca.
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Nocturno
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Re: Acto 1: Una interesante invitación

Mensaje por Nocturno »

Theo Lobster

-Gracias Edrick, no olvidaré tu amabilidad...

Theo se volvió seguro de que no entendería sus palabras y salió del gremio para ver cómo se había resuelto el incidente. Los ánimos parecían haberse calmado y el elfo, vivo aunque remojado, parecía ser la única víctima de la ira de los estibadores.

Esta ciudad se estaba volviendo loca. La ira y la podredumbre invadían las calles ante la mirada indiferente de sus habitantes mientras se formaban grupos de poder en la sombra. Para Theo el concepto de lealtad cada vez se reducía más a su propia familia, y lo que acababa de suceder lo reafirmaba.
Se encogió de hombros y habló al grupo.

-Señores, será mejor que no lleguemos tarde a nuestra cita.

Y seguidamente se echó a andar ppr la calle hacia su destino sin esperar contestación o reacción de sus compañeros.
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