La guerra de Ostland: La batalla de Kienbaum
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La guerra de Ostland: La batalla de Kienbaum
A pesar de que no seguí escribiendo "La reconquista de Ostland" creo que esta batalla os puede interesar
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17 de ulricario de 2522, a las afueras de Kienbaum
Una pequeña niebla se levantaba desde el cauce de Lobos y ocultaba la visión a demasiada distancia. El Elector Valmir von Raukov observó como pudo la fortificación que habían preparado los hombres de Talabecland y le pareció que sería complicado tomarla. En cualquier caso esperaba que los hombres de Feuerbach, o incluso el propio Elector de Talabheim, se retiraran en el último momento para evitar una batalla sin sentido.
Tras el paso del ejército de Archaón había avanzado con el ejército hacia el sur tan rápido como había podido. Al llegar a Wolfenburgo pensó que por fin recuperaría el control de su provincia, pero la sorpresa le esperaba un poco más al sur. Las noticias que llegaban desde el río eran que Fort Korver, Wurzen y Steinhof estaban ocupadas por las fuerzas de Talabheim; Y más al norte, Kienbaum, Boven y puede que Zundap estaban también en sus manos.
Observó que las tropas de Feuerbach estaban formando y entendió la maniobra. Lucharían en el llano y si la batalla tenía mal desarrollo se retirarían dentro de la empalizada. Eso le beneficiaba pues sus hombres no tenían donde retirarse; Si perdían la batalla les perseguirían hasta la propia Wolfenburgo.
Vio el grupo de mando del ejército enemigo y avisó a su portaestandarte, al Gran Maestre Aldred Treitszaur y al leal Barón Oswald Lynen para que se acercaran con él hasta el centro del que podría ser el campo de batalla. A lo lejos vio como varios hombres junto con el portaestandarte se acercaban simétricamente hasta donde ellos estaban.
La primera sorpresa fue reconocer a Helmut Feuerbach como uno de ellos. No fue la única: A su lado estaba el Barón Reiner von Holderlin, antiguo terrateniente de la época cuando los von Tasseninck regían la provincia. Aguantó el tipo a pesar de las ganas que le surgieron de desenvainar la espada y cargar contra tan infame grupo.
—Buen día —Saludó Feuerbach con gran humor; Se notaba que creía que todo le iba de perlas—. Si retiráis vuestro ejército me complaceré de invitaros a un desayuno digno de un Elector.
—Elector Helmut Feuerbach —Le llamó por su nombre para mantener la formalidad—. Estaré encantado de desayunar con vos y con vuestros esbirros cuando abandonéis las tierras de mi provincia y paguéis por la guerra que habéis provocado.
—Siento que ese sea tu punto de vista —Contestó el Elector de Talabheim—. Aquí mi amigo Reiner von Holderlin dice que tiene derecho a esta tierra, y yo lo apoyo en sus reivindicaciones.
—En ese caso no tenemos más que hablar —Bramó Valmir; y tirando de las riendas dieron vuelta y volvieron a sus filas
Pronto los ejércitos terminaron de desplegarse y observó que los cobardes nobles de Talabheim se mantenían detrás de sus filas. En los centros estaban desplegados alabarderos y lanceros por ambos bandos, mientras que en el flanco derecho (a la orilla del río) Feuerbach colocó la caballería pesada y Raukov sus arqueros a caballo; En el otro flanco (hacia el bosque) Raukov acompañaba a su caballería pesada mientras que enfrente tenían un grupo de herreruelos. Valmir esperaba que el límite del bosque no dejara maniobrar a los harreruelos, mientras que el flanco del río estaba embarrado y no era el mejor sitio para la caballería pesada.
Levantó el brazo y los tambores empezaron a sonar, recibiendo en unos segundos la respuesta desde el otro lado del campo de batalla. Bajó el brazo y empezaron a avanzar al paso. Las caballerías se mantuvieron a la altura de la infantería y pronto llegaron a la distancia de los arcos. Las flechas volaron y varios hombres cayeron en ambos lados, pero continuaron avanzando hacia el enfrentamiento. De nuevo las flechas volaron en una segunda tanda y pronto llegaron al alcance de las cargas. Las tropas chocaron violentamente y un vendaval de sangre y espadas surgió donde contactaron. Los disparos de los herreruelos no fueron muy eficaces, pero Valmir y sus hombres no lograron arrollarlos como era su intención. En el otro flanco las cosas no fueron mejor: Los lanceros amagaron una huída rápida y perdieron distancia con la caballería pesada talabeclandesa. Le pareció al Conde von Raukov que el centro de su ejército retrocedía y arengó a sus hombres con un grito para que siguieran luchando con valor.
Las tornas cambiaron en apenas un parpadeo cuando el centro del ejército, arengado por su Conde, hizo retroceder apreciablemente a sus homólogos talabeclandeses. La caballería de Valmir consiguió trabar a los herreruelos y como se esperaba la caballería pesada de Talabecland no pudo maniobrar en el barro de las orillas del río y una lluvia de flechas de la caballería ostlandesa hizo caer a dos de ellos.
Otro instante y el centro Tabeclandés se rompió y sus hombres empezaron a huir. No pudo verlo von Raukov porque las pistolas de los herreruelos derribaron a sus hombres y se encontró solo entre enemigos. No tuvo tiempo de ver como el grupo del Elector Feuerbach huía del campo dando por perdida la batalla.
Los hombres de Talabecland huyeron hacia la empalizada y su caballería optó por imitarles, aunque los ostlandeses no tuvieron valor de perseguirlos después de haber ganado la batalla. Mientras tanto el grupo de jóvenes nobles que conformaban los herreruelos rodearon al Elector Raukov y descargaron sus pistolas sobre él, convirtiéndole en una masa sangrienta antes de retirarse al galope hacia su fortaleza. El Gran Maestre Treitszaur coordinó el repliegue de las tropas al campamento y envió un mensaje urgente a Wolfenburgo.
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17 de ulricario de 2522, a las afueras de Kienbaum
Una pequeña niebla se levantaba desde el cauce de Lobos y ocultaba la visión a demasiada distancia. El Elector Valmir von Raukov observó como pudo la fortificación que habían preparado los hombres de Talabecland y le pareció que sería complicado tomarla. En cualquier caso esperaba que los hombres de Feuerbach, o incluso el propio Elector de Talabheim, se retiraran en el último momento para evitar una batalla sin sentido.
Tras el paso del ejército de Archaón había avanzado con el ejército hacia el sur tan rápido como había podido. Al llegar a Wolfenburgo pensó que por fin recuperaría el control de su provincia, pero la sorpresa le esperaba un poco más al sur. Las noticias que llegaban desde el río eran que Fort Korver, Wurzen y Steinhof estaban ocupadas por las fuerzas de Talabheim; Y más al norte, Kienbaum, Boven y puede que Zundap estaban también en sus manos.
Observó que las tropas de Feuerbach estaban formando y entendió la maniobra. Lucharían en el llano y si la batalla tenía mal desarrollo se retirarían dentro de la empalizada. Eso le beneficiaba pues sus hombres no tenían donde retirarse; Si perdían la batalla les perseguirían hasta la propia Wolfenburgo.
Vio el grupo de mando del ejército enemigo y avisó a su portaestandarte, al Gran Maestre Aldred Treitszaur y al leal Barón Oswald Lynen para que se acercaran con él hasta el centro del que podría ser el campo de batalla. A lo lejos vio como varios hombres junto con el portaestandarte se acercaban simétricamente hasta donde ellos estaban.
La primera sorpresa fue reconocer a Helmut Feuerbach como uno de ellos. No fue la única: A su lado estaba el Barón Reiner von Holderlin, antiguo terrateniente de la época cuando los von Tasseninck regían la provincia. Aguantó el tipo a pesar de las ganas que le surgieron de desenvainar la espada y cargar contra tan infame grupo.
—Buen día —Saludó Feuerbach con gran humor; Se notaba que creía que todo le iba de perlas—. Si retiráis vuestro ejército me complaceré de invitaros a un desayuno digno de un Elector.
—Elector Helmut Feuerbach —Le llamó por su nombre para mantener la formalidad—. Estaré encantado de desayunar con vos y con vuestros esbirros cuando abandonéis las tierras de mi provincia y paguéis por la guerra que habéis provocado.
—Siento que ese sea tu punto de vista —Contestó el Elector de Talabheim—. Aquí mi amigo Reiner von Holderlin dice que tiene derecho a esta tierra, y yo lo apoyo en sus reivindicaciones.
—En ese caso no tenemos más que hablar —Bramó Valmir; y tirando de las riendas dieron vuelta y volvieron a sus filas
Pronto los ejércitos terminaron de desplegarse y observó que los cobardes nobles de Talabheim se mantenían detrás de sus filas. En los centros estaban desplegados alabarderos y lanceros por ambos bandos, mientras que en el flanco derecho (a la orilla del río) Feuerbach colocó la caballería pesada y Raukov sus arqueros a caballo; En el otro flanco (hacia el bosque) Raukov acompañaba a su caballería pesada mientras que enfrente tenían un grupo de herreruelos. Valmir esperaba que el límite del bosque no dejara maniobrar a los harreruelos, mientras que el flanco del río estaba embarrado y no era el mejor sitio para la caballería pesada.
Levantó el brazo y los tambores empezaron a sonar, recibiendo en unos segundos la respuesta desde el otro lado del campo de batalla. Bajó el brazo y empezaron a avanzar al paso. Las caballerías se mantuvieron a la altura de la infantería y pronto llegaron a la distancia de los arcos. Las flechas volaron y varios hombres cayeron en ambos lados, pero continuaron avanzando hacia el enfrentamiento. De nuevo las flechas volaron en una segunda tanda y pronto llegaron al alcance de las cargas. Las tropas chocaron violentamente y un vendaval de sangre y espadas surgió donde contactaron. Los disparos de los herreruelos no fueron muy eficaces, pero Valmir y sus hombres no lograron arrollarlos como era su intención. En el otro flanco las cosas no fueron mejor: Los lanceros amagaron una huída rápida y perdieron distancia con la caballería pesada talabeclandesa. Le pareció al Conde von Raukov que el centro de su ejército retrocedía y arengó a sus hombres con un grito para que siguieran luchando con valor.
Las tornas cambiaron en apenas un parpadeo cuando el centro del ejército, arengado por su Conde, hizo retroceder apreciablemente a sus homólogos talabeclandeses. La caballería de Valmir consiguió trabar a los herreruelos y como se esperaba la caballería pesada de Talabecland no pudo maniobrar en el barro de las orillas del río y una lluvia de flechas de la caballería ostlandesa hizo caer a dos de ellos.
Otro instante y el centro Tabeclandés se rompió y sus hombres empezaron a huir. No pudo verlo von Raukov porque las pistolas de los herreruelos derribaron a sus hombres y se encontró solo entre enemigos. No tuvo tiempo de ver como el grupo del Elector Feuerbach huía del campo dando por perdida la batalla.
Los hombres de Talabecland huyeron hacia la empalizada y su caballería optó por imitarles, aunque los ostlandeses no tuvieron valor de perseguirlos después de haber ganado la batalla. Mientras tanto el grupo de jóvenes nobles que conformaban los herreruelos rodearon al Elector Raukov y descargaron sus pistolas sobre él, convirtiéndole en una masa sangrienta antes de retirarse al galope hacia su fortaleza. El Gran Maestre Treitszaur coordinó el repliegue de las tropas al campamento y envió un mensaje urgente a Wolfenburgo.
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Re: La guerra de Ostland: La batalla de Kienbaum
Y así llega el final de un líder valiente que acompaño a sus tropas en el fragor del combate.
Re: La guerra de Ostland: La batalla de Kienbaum
Es uno de esos momentos en los que tiras dados mientras te preguntas ¿Por qué las leyes de la probabilidad me odian? Tenía proyectado bastantes cosas con el bueno de Valmir Raukov: La flota de guerra que estaba creando en Salkalten, los dos barcos Wolfilas buscándose la vida en el norte, doce enanos y un mago (¡Y un halfling!) haciendo gañanadas en las Montañas Centrales...
Hay un gran ganador que es Helmut Feuerbach, pero se queda a las puertas de crear la gran Talabecland; Tal vez si se pudiera hacer con el control de la vieja Mordheim...
Hay un gran ganador que es Helmut Feuerbach, pero se queda a las puertas de crear la gran Talabecland; Tal vez si se pudiera hacer con el control de la vieja Mordheim...
Re: La guerra de Ostland: La batalla de Kienbaum
Lo que no termino de entender es por qué matar a Raukov en lugar de capturarle y pedir un rescate. Seguro que la cabeza de un Elector vale algo.
- Un verdadero guerrero nunca teme al desafío de una batalla. Pero siempre recuerda que no puedes escapar a tu destino.
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Re: La guerra de Ostland: La batalla de Kienbaum
A
Sin duda, a menos que alguna deshonra anterior fuese tan flagrante como para concederle la muerte
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Re: La guerra de Ostland: La batalla de Kienbaum
Y seguro que Raukov se resistiría a dejarse capturar!!
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Re: La guerra de Ostland: La batalla de Kienbaum
Que genial, me encanta este tema y asi podemos teneerlo para el Pasto Sintetico Santiago