La reconquista de Ostland

Para los que leéis todas la novelas, y las devoráis aunque la cera de las velas se agote.

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Nocturno
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La reconquista de Ostland

Mensaje por Nocturno »

Hola a todos, después de "el invierno averlandés" os dejo por aquí el inicio de "la reconquista de Ostland". Sinceramente no sé si se está leyendo o si está gustando, pero bueno, iré posteando hasta que me aburra.

La fecha es la misma que de la otra historia (invierno de 2522) así que los sucesos están ocurriendo simultáneamente. Es la situación después de la Tormenta del Caos tal y como se comenta en el libro "Herederos de Sigmar", aunque ya sabéis que cojo lo que me interesa y el resto lo ignoro :mrgreen: .

El mapa de Wolfenburgo que uso es de la campaña "A personal war" que anda rulando por ahí (aunque sin leyenda). Lo enlazo de gitzmansgallery que seguro que ya todos conocéis como proveedor de mapas.
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Wolfenburgo ha caído y seres mutados y extraños han quedado dentro de la ciudad. La población se ha refugiado en un campamento fuera de la ciudad, en la orilla Norte del río Wolfen. La poca guardia que queda ha prohibido entrar en la ciudad para evitar los saqueos, pero algunos burlan la prohibición...

¿Y por dónde anda el Elector Raukov? Tal vez para el siguiente, esta es sólo una entradilla de 500 palabras:
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Erich saltó el muro a través de una sección derruida que no se elevaba más de un metro del suelo, pero no paró de correr sabiendo que lo que le perseguía no iba a detenerse por un obstáculo tan pequeño. Miró hacia su derecha sin detener su carrera y se fijó en la puerta comercial para intuir su posición entre tantas casas en ruinas. Aún le quedaba una buena carrera hasta llegar a la zona de las caravanas, pero sus pulmones podían resistir un poco más.

La puerta estaba abierta y agradeció no tener que correr hacia el callejón sin salida para improvisar un salto. La zona de las caravanas era unos meses antes el sitio dónde se tenían que detener al llegar a Wolfenburgo si querían pasar la noche o vender su mercancía en la ciudad. Tras el paso de los ejércitos de Archaón la habían convertido en una base para saquear la ciudad evitando a las horrendas criaturas que ahora moraban en ella.

Erich no era un chico con suerte. No sabía qué edad tenía, porque en la calle no se celebran los cumpleaños. Sobrevivió como pudo y cuándo atacaron la ciudad se escondió dónde los atacantes no pudieron encontrarlo. Muchos de los suyos, como los habitantes que se quedaron a defenderla, no tuvieron tanta suerte. Cuando pasaron los ejércitos sólo quedó miseria, pero para él era lo que había vivido siempre.

Los supervivientes se establecieron fuera de la muralla, en la orilla Norte del río Wolfen, y se unió a ellos como cualquier otro desplazado. Los monstruos dominaban la ciudad y ni siquiera los supervivientes de la guardia se atrevieron a intentar expulsarlos.
Al menos la guardia estableció orden dentro de un improvisado campamento y gestionó la comida para que nadie pasara hambre. Era la primera vez que no se tenía que procurar su comida, y eso hizo que pensara en cómo sacarle ventaja a la situación.

No fue el único que se aventuró dentro de la ciudad para saquearla. Pronto se cruzó con otros mercenarios o buscafortunas que, desobedeciendo las órdenes, entraron en la ciudad para enriquecerse. Los más listos se organizaron entre ellos y pronto saquearon y prepararon una zona, la de las caravanas que quedaba al lado de la puerta comercial y lejos del campamento, para usar como base dentro de la ciudad.

Erich cruzó el arco de la puerta y el bicho que lo perseguía apenas tardó diez segundos en cruzarla. Varias flechas y virotes se clavaron en el pelaje de la bestia, que aulló de dolor y se derrumbó bien muerta. Aún así el fortachón de Max le seccionó la cabeza con un fuerte hachazo.
Cerraron la puerta de entrada para evitar ser sorprendidos y Rudolf le preguntó si había conseguido algo. Se vació los bolsillos: Una bolsa con catorce coronas de oro y varios anillos eran todo el botín y lo pusieron junto al resto. Le palmearon la espalda y le felicitaron antes de sortear quién se quedaba esa noche en las caravanas y quienes volvían a su tienda del campamento.
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Nocturno
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Re: La reconquista de Ostland

Mensaje por Nocturno »

Recuerdo haber sacado el mapa del Ostland de la página de Madalfred (aunque ahora parece que ya no anda por allí) y el index de nobles que no aparecen en "Herederos de Sigmar". Los familiares y ocupaciones ya son cosa mía.

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Espero que os guste, cualquier errata o cosa que no os parezca lógica avisar sin problema :mrgreen: .


Gustavus Seeckt era el sobrino del Barón Philipp von Seeckt, señor de la baronía de Vandengart y uno de los nobles más afines a Valmir von Raukov de Ostland. Apenas contaba con diecisiete años, y con sólo quince ya se había unido a la fuerza de vigilantes de caminos de la provincia. Algunos pensaban que había tenido un trabajo fácil, porque su padre Hildebrand era el Capitán de los vigilantes de caminos de la provincia, pero nada más lejos de la realidad dónde había siempre acompañado a los vigilantes más activos y en las rutas más duras. Tras la invasión de Archaón se replegó hacia el Norte como la mayoría de activos de Ostland y se estableció en Salkalten hasta que el propio Elector, con su tío mediante, le hizo partícipe de sus planes.

Tres fuerzas a caballo partieron del Salkalten el 19 de gelidario tratando de aprovechar los primeros días del invierno antes de que el clima afectase a los desplazamientos. No sabía el motivo de la prisa del Conde, pero en cuanto volvieron los exploradores había empezado a organizar la reconquista hacia el Sur de manera inmediata.
Él dirigía una de las fuerzas, no como comandante sino como guía. El Margrave Quintus von Dobreiner era el comandante de la expedición y las fuerzas respondían ante él, aunque también había hombres del Conde Otto von Obelstein y del Barón Bern Guderian, que no se sabía muy bien ante quién respondían. Ante la lucha de egos, que se desarrolló desde el primer momento con el Conde objetando que su título era superior al del Margrave, él objetó que les mostraría el camino y que el resto no era cosa suya.

El primer día se detuvieron en el cruce de caminos entre la carreteda de Middenheim y el desvío hacia Wolfenburgo tal y como Gustavus había programado. El grupo que iba hacia Bokenhof y el que seguiría hasta Wolfenburgo les adelantaron tratando de ganar terreno al invierno, cada uno por sus propios motivos. Por una parte en Bokenhof había una buena cantidad de refugiados y era imperativo ponerlos en marcha, mientras que Wolfenburgo quedaba demasiado lejos y tenían miedo de que les sorprendiera una nevada apresurada.
En cualquier caso ellos prepararon el campamento y repartieron las guardias para pasar la noche.

El tiempo les respetó un día más y avanzaron hacia el Sur tratando de cubrir la distancia que les separaba del ramal que iba a Bohsenfels. Eso les permitiría llegar a Ferlangen al día siguiente con margen antes de que se pusiera el sol. Casi doscientas millas en tres días era una buena distancia. En apenas unas horas llegaron a la linde del bosque de las sombras y se sumergieron en la penumbra y el frío del camino entre los árboles dónde el sol no llegaba a calentar los días de invierno. Poco antes de detenerse a comer vieron varios árboles tirados al lado del camino. Gustavus aminoró la marcha y trató de que el resto hicieran lo mismo. Lo que le alarmó era que no se veía el sitio dónde habían cortado o habían caído los árboles, y eso sólo podía significar que habían movido los troncos. Los hombres del Margrave aminoraron la marcha, pero el resto continuaron cabalgando a la misma velocidad rebasando al guia.

La cuerda la levantaron ya enrollada en dos postes que metieron en sendos agujeros. Quedó a la altura de la cabeza de los caballos y los primeros se estamparon contra ella con todas las fuerzas de su carrera. El caos y la confusión fue suficiente para que el primer impulso de los hombres bestia se llevara por delante a varios hombres. El Margrave Quintus y sus hombres, que al reducir la marcha estaban intactos, se organizaron en una línea y cargaron contra las bestias, cosa que permitió que los hombres de Obelstein y Guderian se replegaran. Tras perder el impulso de la carga los hombres del Margrave desenfundaron las espadas y entablaron batalla.
Los caballeros que iban con Gustavus tardaron más en reaccionar pero pronto cargaron por el otro lado de la senda. Los hombres bestia no esperaban tanta resistencia y pronto se volvieron para huir a las profundidades del bosque. Dobreiner gritó a los hombres para que no los siguieran a una trampa y la pequeña escaramuza acabó en apenas un par de minutos.

Las quejas que se oyeron a continuación fueron seguidas de fuertes reproches. El Margrave Quintus von Dobreiner afeó la conducta de los otros nobles, que tras ignorar la advertencia de Gustavus y caer de lleno en la trampa, se replegaron buscando su seguridad en vez de combatir al enemigo. La bronca entre los nobles acabó sólo con malas caras, tal vez porque les quedaban menos de dos días de viaje. Continuaron un buen rato por el camino hacia el Sur antes de parar a comer para evitar que les sorprendieran con un nuevo ataque y continuaron su camino a un paso ligeramente más lento para evitar o minimizar las emboscadas que pudieran sufrir. En cualquier caso llegaron al desvío hacia Bohsenfels antes de que se hiciera de noche y levantaron allí su campamento guareciéndose entre los árboles.

El 22 de gelidario se presentó un viento frío que les caló los huesos a pesar de encontrarse entre los árboles. Levantaron rápido el campamento y avanzaron hacia el Sur por el camino sabiendo que en pocas horas llegarían a su destino. Apenas un par de horas después de comer llegaron a Ferlangen. Desde una de las torres advirtieron su llegada y cuando atravesaron las puertas ya los estaban esperando. El Conde Obelstein y el Barón Guderian ignoraron a las fuerzas que los esperaban y siguieron hacia el interior de la ciudad hacia sus respectivos destinos.

El Margrave Quintus le hizo un gesto a Gustavus para que lo acompañara y descabalgó para estrechar las manos de los soldados que guardaban la población. Apenas diez grandes espaderos y diez trabucos de Ferlangen, dirigidos por el Sargento Tobias Hustler, componían la fuerza central de la defensa, ayudados por menos de cincuenta alabarderos y exploradores. Como no podían defender las murallas de la ciudad, que antes contaba con dos mil quinientas almas y que apenas quedaban cien en esos momentos, se habían fortificado en el distrito comercial, ocupando los templos de Sigmar y Ulric que estaban vacíos como si fueran fortalezas.
Cuando el Margrave les informó de que el propio Raukov estaba en marcha con una gran fuerza de hombres de Ostland y que llegaría a Ferlangen en unos días el Sargento se emocionó y por fin vio una luz de esperanza en el horizonte.

Mientras tanto, en el distrito antiguo de la ciudad, el Conde Otto von Obelstein y el Barón Bernd Guderian entraron en sus mansiones con las fuerzas que les quedaban al tiempo que planeaban seguir hacia el Sur para comprobar la situación de sus feudos. La inclusión del Margrave Quintus von Dobreiner en el grupo había frustrado sus planes de hacerse fuertes en Ferlangen para tratar de conseguir el favor del Elector, así que no tenían más remedio que seguir adelante y buscar aliados que les ayudaran con sus propios planes de poder y traición.
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Re: La reconquista de Ostland

Mensaje por igest »

Estaría bien saber si en esa parada las "tensiones" se profundizan :D
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Re: La reconquista de Ostland

Mensaje por Nocturno »

igest escribió: 16 Oct 2019, 08:51 Estaría bien saber si en esa parada las "tensiones" se profundizan :D
Aún queda bastante para acabar. Además pasan bastantes cosas a la vez, lo cual es un problema para narrar. En cualquier caso seguramente acabe pronto la segunda parte.
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