Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

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Saratai
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Saratai »

El olor a pan recién hecho y carnes tiernas y sabrosas inundó las fosas nasales de ambos cazavampiros. Miller entró manchando de barro la alfombra roja que cubria el suelo, mientras Fonseca le daba un ligero tirón de orejas al mayordomo relamiendose los labios con los deliciosos aromas que de la cocina provenian.

-Ni te imaginas como lo hemos pasado hasta venir aqui, pequeño cabroncete.

Una vez dentro, pasaron por donde un sirviente les esperaba, llevandoles a través de unas escaleras hasta donde las cocinas se encontraban. Alli, una cocinera joven preparaba todo tipo de comidas, desde pucheros calientes llenos de garbanzos y carnes magras, hasta pequeñas costillas de cordero, todo un manjar que ni en años habia pasado por las gargantas de los cazavampiros, los cuales no pudieron sino comer hasta hartarse. Todo estaba aderezado con finas hierbas y frutas frescas para rebajar una vez terminaran.

Una vez ambos compañeros se hubieron hartado de tragar (lo que fue más tarde que pronto, pues el tileano enlantecia la comida mientras reia y gastaba bromas metiendo y metiendo mas trozos de pato en la boca y salpicando a todos los presentes), el mayordomo les ofreció descansar en un enorme sofá en la sala principal del ala de cocinas, mientras les hablaba de las ganas de la Condesa por conocer a los invitados:

-Se ve que vuestras mercedes estaban hambrientas. A la Condesa le placerá saber que sus manjares han sido de su agrado. Sin embargo, y a pesar de que no queremos importunarles, será mejor que suban a visitar los despachos de la Condesa, la cual estará encantada de tener una charla con sus ilustres personas.

-Si, lo que tu digas - Contestó Fonseca mientras eructaba, desajustada la correa para aguantar el peso de la comida en su estómago.

Mientras tanto, Miller pudo apreciar que los rayos del sol empezaban a hacer clarear la noche. No tardaria en amanecer, y la luz diurna alcanzaria tambien a aquel extraño lugar lleno de elegantes sirvientes y deliciosa comida.




19 von Brauzeit, 2527. Angestag, Palacio en Tandern, areas de Loningbruck.

El joven mayordomo llevó a los dos hombres hasta el estudio del palacio, donde esperaban tener la entrevista con la dueña de aquel bizarro lugar. Finos candelabros de plata hacian acto de presencia por los pasillos que llevaban al lugar, en la torre más alta de todo el complejo. Al llegar, una humilde puerta fue abierta por el mayordomo:

-Pasen, señores. La Condesa les espera dentro...

Los hombres entraron en el estudio, un lugar viejo y mal cuidado, repleto de libros y mapas. Prácticamente todos los lugares del Viejo mundo estaban cartografiados en las paredes de la estancia, entre estanteria y estanteria. Justo en el centro, de espaldas a una ventana cerrada con gruesas cortinas, la mujer más hermosa que ninguno de los dos hombres hubiera visto en toda su miserable existencia se encontraba sentada, tranquila y con el pelo recogido, en una silla tapizada frente a una enorme mesa-escritorio de madera maciza.

La mujer vestia un largo traje blanco, pelo moreno repleto de tirabuzones y recogido en una peineta negra. Sus labios eran finos y hermosos, delimitados por una linea roja que contrastaba con los ojos oscuros, perfectamente perfilados. Su piel, algo tostada, reflejaba la luz de la vela que le ayudaba a leer el libro que tenia abierto entre sus manos.

Al entrar los hombres, la condesa no pudo sin abrir sus bellos ojos de par en par, y levantarse con gesto educado.

Condesa Sandoval

-¡Queridos caballeros! ¿Os encontrais bien? -
La efusividad de la condesa era envidiable, más teniendo en cuenta que los problemas que habian encontrado ambos hombres habia sido en su propio jardín.

-Mis más sinceras disculpas, no sabeis lo apenada que me encuentro por lo que os ha sucedido. ¿Quereis un té, algo de leche, vino tal vez?

Fonseca estuvo a punto de levantar la mano y pedir un whisky, pero algo en la mirada de Miller lo detuvo de hacerlo.

Por último, la condesa añadió - Perdonad mis modales, tuteandoos incluso... Pero es que hacia mucho tiempo que dos caballeros no venian a cortejarme a mi propia casa, y me he sentido muy alagada...

Ambos compañeros apreciaron como la condesa se sonrojaba poco a poco.

-Soy la Condesa Sandoval, pero podeis llamarme Maria. ¿Cuales son vuestros nombres?

Algo estaba claro, y es que las normas de decoro nobiliario no eran del agrado de la Condesa...
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Van Hoffman
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Van Hoffman »

Franz Miller

El stirlandés comió como no había comido nunca. Tal fue el ansia del cazavampiros, que llegó a usar una costilla a modo de cuchara para engullir el puchero. Tras una cantidad de tiempo indeterminada, ambos hombres dejaron la mesa limpia de comida. Miller cogió un palillo de madera para luego y se lo guardó en un bolsillo.

Tras el atracón, el mayordomo los condujo a través de toda la mansión hasta el estudio de la condesa. Miller contemplaba con ojos críticos cada milímetro del palacio, memorizando tanto como pudiese el camino Finalmente, llegaron a la torre más alta del lugar, donde se encontraba el estudio. El mayordomo abrió la humilde puerta y les invitó a entrar.

Miller entró, y analizó el lugar. Bueno, lo analizó hasta que sus ojos dieron con la Condesa. Nunca antes había sentido nada por ninguna mujer, aunque tampoco es que ahora sintiera nada, era solo que había algo que era extremadamente atractivo en aquella mujer. Miller tuvo que sacudir la cabeza para volver en si.

- ¿Quereis un té, algo de leche, vino tal vez?

- Sólo té, gracias. -Miller, aunque aún estaba algo impresionado por la belleza de la condesa, no había perdido su toque alerta, y quería mantener ocupada a la joven noble mientras analizaba la situación.

Mientras preparaba lo que había pedido, la condesa seguía hablando. Miller fue paseando por la habitación, contemplando las estanterías fingiendo estar leyendo los títulos de los libros, curioseando los mapas y analizandolo todo. Él respondió con voz calmada mientras paseaba, urgandose entre los dientes con el palillo de madera.

- La verdad, fraulien María, es que ni somos caballeros, ni hemos venido a cortejarla. Simplemente, pasabamos por aquí, y las leyendas del lugar animaron nuestros aventureros corazones, así que vinimos a ver qué encontrabamos. Y la sorpresa ha sido grata, no se lo voy a negar -finalmente, llegó a la ventana tras el escritorio-. Esto está muy alto, ¿no es así condesa? Las vistas desde aquí deben ser maravillosas. Está a punto de amanecer, ¿le importa si descorro las cortinas para poder admirarlo? -Miller no esperó confirmación, y descorrió con brusquedad las gruesas cortinas, con la esperanza de que los rayos del sol naciente penetraran en el estudio.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Saratai »

Los dos hombres, tras haber llenado el estómago, fueron introducidos al estudio donde la Condesa pasaba las horas. Ésta, lejos de ser refinada, habló con ellos de manera muy natural y cercana, y tanto Miller como Fonseca devolvieron la naturalidad y la frescura a la primera.

Mientras el tileano eructaba y se rascaba la entrepierna, ojeando los papeles encima de la mesa de la Condesa, Miller iba haciendo comentarios de la posición del piso al tiempo que la condesa traia unas tazas de té de un pequeño armario de debajo de la mesa. Lo que la buena Condesa no esperaba es que el stirlandés fuera tan directo a la cortina, sin siquera dar algo de conversación inteligente. De todos los aventureros jamas habidos, estos eran sin duda los más estupidos y directos que la hermosa mujer hubiera visto en su existencia.

La cortina se abrió de par en par, y los rayos de luz penetraron como saetas dentro de la oscuridad reinante de la habitación. La Condesa dejó de hechar te en las tacitas, y se apretó la mandibula con fuerza, dejando de sonreir en el mismo instante. Cerca como estaba Miller (a menos de un metro, para ser exactos), se podian ver sus venas apretandose y su puño cerrandose con fuerza.

Y sin embargo no paso nada más. Fonseca esperaba que empezara a arder, y que tuvieran que rematarla alli mismo, matando a todos sus oscuros siervos. O que se convirtiera en un monstruo de verdad y ese hermoso rostro desapareciera como una fragil máscara. Pero no, la Condesa solo cambió su humor y su tono, ante tal invasión de su espacio personal.


Condesa Sandoval

-Que horrible sorpresa hemos debido llevarnos todos, ¿no creeis? -
dijo la bella noble con gesto serio, lejos de la sonrisa de antes. -Mira por la ventana y lo comprenderás.

Desde la ventana se podia ver un patio interior, donde ni más ni menos que diez hombres practicaban con las armas. Tres de ellos disparaban con la ballesta a una diana (con notable punteria), otros dos luchaban con espadas de punta redonda, practicando esgrima. Y otros cuatro corrian con sacos alrededor del patio, bajo la atenta mirada de un mayordomo, que daba ordenes e indicaciones de como llevar a cabo los ejercicios. Desde la ventana, Miller apreció también otro detalle que habria pasado de largo para otra persona: En la torre de enfrente se podian ver varias mujeres tocando instrumentos y cantando, aunque en la distancia no se apreciaba la música.

Todo aquello era desconcertante ¿Qué demonios era aquel lugar, y por qué habia tanta gente en un Palacio a priori abandonado? ¿Era esa gente las personas que habian desaparecido sin volver a dar rastros de vida?

-Apreciaria mucho que guardaras más las distancias. Ni siquiera os habeis presentado, y te has puesto tan cerca mia que puedo oler de lleno el apestoso aroma que traes encima - añadió al rato la condesa, clavando los ojos con furia sobre Miller, el cual pudo sentir la terrible personalidad que podia llegar a desatar aquella mujer. Sin duda su humor era variable como el viento, y poderoso en extremos como una cuchilla bien afilada.

-Os he tratado con amabilidad, lejos de las normas de protocolo, y vosotros me habeis recompensado con gestos de burdos y patanes ladrones. ¿De verdad creeis que me impresionais con vuestros andares de prepotencia y vuestros gestos engreidos? Mis hombres podrian acabar con vuestra vida en un segundo, torturaros para toda la duración durante vuestras cortas y miserables existencias, e incluso si consiguierais salir del palacio con vida pereceriais en los jardines malditos al salir. Necios, solo sois una panda de necios. Os encomiendo a que me digais vuestros nombres y vuestras intenciones, o de lo contrario los dos hombres que están en la habitación de al lado no tardaran en dar cuenta de vosotros y hecharos a patadas de aqui.


La Condesa se incorporó, encarandose a Miller. Sus carnosos labios se acercaron al rostro del sucio stirlandés, y sus ojos, hermosos como puras y bien pulidas gemas, miraron a Miller con tal fuerza que creyó perder el control de si mismo durante ligeros instantes.

-Y no vayais a creer que mintiendome conseguiriais nada, me daria cuenta y seria peor para todos - concluyó tajante la bella mujer.


FDI: 02 en Percepción, consigues ver bastantes detalles adicionales de la escena del patio y la torre.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

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Franz Miller

Las cortinas se descorrieron bruscamente y los rayos de sol entraron en tromba en la sala. Miller sonrió y se dio la vuelta, pero su sonrisa de triunfo se convirtió en una mueca de decepción al ver a la Condesa sana y a salvo. Y no solo eso, si no que además, parecia ofendida. Una mirada de soslayo a Fonseca le dijo que él tampoco se lo esperaba.

-Que horrible sorpresa hemos debido llevarnos todos, ¿no creeis? Mira por la ventana y lo comprenderás.

Miller, confuso, se acercó a la ventana y echó un vistazo. Lo que vio lo dejó más confuso y sorprendido aún. Las vistas daban al patio de armas, donde un grupo de hombres, presumiblemente los soldados de la Condesa, entrenaban bajo la atenta mirada de los mayordomos. El stirlandés no entendía nada. Desde fuera, ellos no habían oído ni un solo ruido, y aquel lugar parecía tan abandonado que ya le costaba creer que pudiese vivir sólo la Condesa. Y para colmo, a lo lejos, advirtió varias mujeres jóvenes cantando y bailando. ¿Estaría soñando?

La Condesa siguió hablando, reprimiendo los actos descuidados y maleducados de Miller. Éste volvió la vista a la mujer, que estaba visiblemente ofendida. Un poco exagerada la Condesa, con un mal humor típico de la malcriada aristocrácia, tampoco había sido para tanto, ¿no?

Lejos de calmarse, la Condesa se levantó y se enfrentó con Miller, exigiendoles que se presentasen debidamente o llamaría a sus hombres para que los echasen a patadas. No sería la primera vez. La Condesa se detuvo a escasos centímetros de Miller, el cual sentía el aromático aliento de la mujer. Aquella situación era un poco incómoda. Miller, para qué engañarnos, nunca había estado tan cerca de una mujer. No le gustaba ir de fulanas con Fonseca en las noches de borrachera, así que aún no había yacido con mujer alguna. Y tampoco era algo que le preocupase en exceso. Su estilo de vida no estaba hecho para las relaciones amorosas. Pero allí, tan cerca de una tan hermosa como la Condesa, no pudo evitar que su mirada se deslizase hacia abajo, desde los ojos de la aristócrata, hasta la linea oscura y profunda como un abismo que formaban los senos de la mujer. Una gota de sudor frío cayó desde la nuca del stirlandés, atravesando todo su espinazo.

- Erm... -Miller miró suplicante a Valentino en busca de ayuda o auxilio- Esto... lo siendo Condesa... yo... no quería parecer maleducado... -Miller retrocedió unos pasos- Le pido mis mas sinceras disculpas... Mi nombre es Franz Miller, y mi compañero es Valentino Fonseca, somos caz... esto... vagabundos, si, eso, y como ya le he dicho antes, solo estabamos de paso.

Miller trató de parecer creible con una más que notablemente forzada sonrisa, al tiempo que le rezaba a todos los dioses para que le proporcionasen un poco de ayuda.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Saratai »

Sajar, rajar, buscar pistas, encontrar rastros, e incluso correr. Eran muchas las cosas que se le daban bien a Miller. Pero mentir, ni nada que tuviera que ver con relacionarse con los demás era una de esas aptitudes.

La mentira de vagabundos no coló para la hermosa mujer, para la cual no habia pasado desapercibida las miradas de los dos hombres. La expresión de la mujer se relajó por unos instantes, haciendo creer a los dos presentes que ella habia tragado el anzuelo.

Condesa Sandoval

-Mendigos, vaya... Lo habeis tenido que pasar muy mal, pero vais a tener suerte, vaya que si...: ¡¡Guardias!!


La condesa llamó a sus hombres, y en pocos segundos el estudio se vio inundado de tres hombres armados con espadas y pistolas, todos bien vestidos en camisas blancas y limpias y con perfectos afeitados. Si algo no faltaba en aquella mansión perdida era dinero y recursos.

-Os di la oportunidad de ser sinceros y buenos, pero parece que os empeñais en tomarme el pelo. ¿De verdad creeis que soy tan estupida para tragarme la historia de que dos vagabundos armados hasta los dientes con ballestas, escudos, espadas y cicatrices de guerra, que visten como si fueran a librar una guerra por si solos, han venido aqui de paso? Tanto si sois asesinos enviados por Saford como si sois simples rufianes en busca del oro de mi terreno, os habeis equivocado conmigo. No sali de mi pais, estudie años vuestro feo idioma ni me case con un horrible hombre para que unos patanes de tres al cuarto como vosotros vengan a molestarme. Si fuerais caballeros dignos de la presencia de una dama como yo, al menos tendriais la virtud de la sinceridad. Pero hasta que eso no pase, me temo que tendré que expulsaros de aqui, sin vuestras herramientas de maldad.

Los guardias avanzaron hasta rodear a la condesa, para protegerla. Una vez protegida ésta, miraron a los dos cazavampiros: Podian salir de alli por las buenas o por las malas, era cosa suya.


FDI: 79 en Carisma. Ahora aquel curso de venta y marketing de la Universidad de Averheim no parece tan estúpido.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

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Franz Miller

El avezado stirlandés tragó saliva y dio un paso atrás cuando los tres guardias entraron en tromba en el estudio, como bueyes en estampida. No pudo evitar levantar ligeramente las manos cuando dos pistolas lo encañonaron. Miró desesperadamente a Valentino, pero el tileano estaba como él.

- Calma, calma... No queremos problemas. Vale, lo admito, no somos vagabundos precisamente, pero lo último que esperabamos encontrar en un palacio alejado de la mano de Sigmar, en mitad de un jardin envuelto en una niebla siniestra y patrullado por criaturas del mas allá era una hermosa aristócrata de otro país rodeada de lujos y guardias bien armados... Eso tampoco es muy normal, menos aún que ver viajeros armados, y menos en estos tiempos...

Miller estaba algo nervioso. Había hablado sin pensar, expresando sus preocupaciones en voz alta, y aquello seguro que incomodaría a la Condesa. Aunque, la mujer había dicho un nombre, "Saford". ¿Asesinos de Saford? Aquel nombre le sonaba, ya lo había oído antes, pero no estaba seguro donde. El cazavampiros tragó saliva de nuevo y rezó para que no lo llenasen de plomo.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Saratai »

Las palabras de Miller intentaron calmar el ambiente, pero aquellos guardias no parecian precisamente calmados. Sentian una devoción ferviente por su señora, y harian cualquier cosa por ella, pues la condesa los mantenia a ellos y a su estilo de vida.

Lo que Miller jamás habria predecido fue el efecto de sus palabras en Valentino. Durante los últimos dias habia notado al tileano diferente, pero no estaba preparado para lo que su compañero de infatigables aventuras iba a decir.

Valentino Fonseca

-Estoy harto, Miller. Te he acompañado durante años para pagar los crimenes que cometi en el pasado. He matado, he robado y he mentido, he hecho daño a mucha gente y me he beneficiado con ello. Pero ya he pagado el precio, contigo he perdido mi cordura, mi realidad personal, mis objetivos y hasta un ojo. He perdido el tiempo, el dinero que gané y me he asalvajado retribuyendo mis crimenes más que si me hubieran ahorcado o encerrado. Y no lo aguanto más. No volveré a ser un criminal, pero tampoco me iré al garete como tú. Te has vuelto loco Miller, completamente chiflado, y estoy harto.


Fonseca dejó de mirar a su compañero. Ya no hacia bromas ni se reia. Habia aguantado mucho, se dedicaba casi exclusivamente a recibir ordenes de Miller, y además de no cobrar por ello, le ayudaba economicamente y era el objeto de sus neuras. Fonseca nunca estuvo deacuerdo de aquella misión, pero jamás habria podido contradecir a Miller, porque este habria ido solo. Fonseca tenia mucho cariño puesto en el cazavampiros, pero habia llegado a su limite. Dejó de mirar al stirlandés, y con las manos en alto, habló a la condesa:

-Señora, este hombre y yo nos dedicamos a eliminar monstruos sobrenaturales. Teniendo lo que tiene en sus jardines bien sabe de lo que hablo. Teniamos pistas de que en este Palacio habia un ser maldito, pues mucha gente habia desaparecido sin dejar rastro, pero veo que nos equivocamos. Le imploro perdón, haré lo que me pida, pero no me despoje de mis armas para dejarme en esos jardines otra vez. Ya he tenido bastante. Aqui tiene usted muchos hombres armados, no se para que los necesitará, pero me presento voluntario por si quiere requiere alguno más.

El tileano bajó la mirada, y susurró unas palabras, ligeras, casi imperceptibles, pero que salieron de su boca como un disparo por la espalda.

-Lo siento Franz.

La condesa, más tranquila, y con el control de la situación en sus manos, relajó su expresión e incluso se permitió el beneficio de una sonrisa. Contenta con la actitudo del tileano, volvió a hablar con voz firme.

Condesa Sandoval

-Herr Fonseca, has hecho bien en sincerarte. Te premiaré, y a diferencia de tu compañero, tu podrás quedarte en mis tierras un tiempo. Que creyerais que soy un monstruo chupasangres es algo que me ofende e irrita, pero tal vez pueda perdonarte dada tu actitud. Ahora, Valentino, tira tus armas.


El antiguo mercenario tileano comenzó a desarmarse, para sorpresa de Miller que vió atonito como su compañero de tantos años se rendia ante aquella mujer, y en cambio habia aguantado el tipo contra esqueletos, brujos y monstruos de pesadilla. Aquello no tenia ningún sentido para el stirlandés.

-Ahora- continuó la Condesa mirando a Miller -es tu turno, Franz. Si es que ese es tu nombre real. Desarmate, y con las manos levantadas, ve andando hacia puerta de la casa. Mis guardias te ayudarán, para que no te pierdas por el camino. En cuanto a tus preguntas, no tengo ninguna necesidad de contestarte.

En eso momento se dió cuenta el stirlandés del gran problema en el que estaba metido. Aquella impulsiva y adinerada mujer iba a dejarle tirado por los jardines mientras retendria a Fonseca para Sigmar sabe que propósito, y para colmo, dos hombres irian encañonandole con sus pistolas todo el camino hacia fuera. Puede que el final hubiera llegado.

Mientras todo esto acontecia, guardias y condesa esperaban la reacción del stirlandés. Según actuara, moriria alli mismo o seria llevado a las afueras, donde nadie le aseguraba que fuera a tener un fin distinto.


FDI: Jodida está la cosa. Por cierto, has sacado un 50 en Carisma, provocando pocas sonrisas.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Van Hoffman »

Franz Miller

El stirlandés retrocedió. Las últimas palabras de aquel al que consideraba su unico amigo habían sido más letales que el disparo de cualquiera de aquellas pistolas. Miller no daba crédito a lo que acababa de oir. Valentino Fonseca, el hombre más duro y curtido que había conocido, el único capaz de compartir una dura y peligrosa vida de cazador con él, lo acababa de dejar de lado. Pero lo peor de todo era que el tileano tenía razón. Miller no había vuelto a ser el mismo desde aquella vez, en Tilea, en la que se enfrentaron por primera vez a un auténtico vampiro. Uno muy debilitado, pero un vampiro al fin y al cabo. Era una bestia parecida a un murcielago y tras varios días, lograron acabar con ella. Allí fue donde Fonseca perdió su ojo, y donde Miller perdió la cordura.

El stirlandés agachó la cabeza con un suspiro. Fonseca se rendía, deponía sus armas, y se ofrecía a servir a la Condesa. Y ésta ahora instaba a Miller a hacer lo mismo. Aquello era el fin. Despacio, y sin mirar a quienes lo rodeaban, se desabrochó la vaina de la espada y se descolgó la ballesta y la aljaba con las saetas. Con un rostro deshecho en una mueca de tristeza, arrojó sus armas a los pies de la Condesa, como un general derrotado rindiendose ante su vencedor.

- Está bien, me marcharé, y no volvereis a verme jamás. Pero solo os pido una cosa, Condesa. Esta espada -Miller se llevó la mano a la vaina de su espada de plata, con pomo de rosa y lechuzas en la cruceta-, os imploro que me permitais conservarla, pues es mi bien más preciado. Si sois tan benevolente y magnánima como asegurais, permitidme este último capricho antes de caer en vergüenza y desgracia...

En aquel momento de lucided y cordura, Miller comprendió que la opción más sensata era reconocer su error y marcharse de allí, con o sin Valentino.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Saratai »

Las palabras de Miller no cayeron en saco roto. La Condesa Sandoval sabia que lo estaba mandando a una muerte segura, dejandolo sin la ballesta ni la daga. Sin embargo, cuando el stirlandés enseñó la bendita espada, el gesto de la mujer se estremeció de nuevo, esta vez con algo más de disimulo por su parte.

Condesa Sandoval

-Está bien, apreciarás que soy benevolente, pues podrás mantener tu cacharro contigo. Ahora, largo de mis dependencias, y que no se te ocurra volver por aqui jamás.


Los guardias recogieron la ballesta, virotes, espada y daga del stirlandés, y lo acompañaron hacia la salida, siempre encañonado por alguno de ellos, para asegurar que no se pusiera gallito en algún descuido. Mientras tanto, la puerta del escritorio de la condesa se cerró de un portazo, quedando Fonseca y la hermosa mujer a solas.

Tras bajar las escalinatas y llegar al porche de la recia puerta, los guardias tiraron al suelo la espada de Miller, y entre risas cerraron la puerta a cal y canto de nuevo.

-Estúpido desharrapado, intenta salir ahora.

Ahora, el cazavampiros se encontraba solo, herido y contando con únicamente su fiel espada como compañia y defensa ante los peligros de aquel madlito jardín azulado.

Como anteriormente, Miller tenia tres opciones para salir de allí: El brumoso sendero de en medio, el tortuoso camino por donde habia venido con Fonseca, y donde habia encontrado al esqueleto, y el camino ancho donde hubieran visto las huellas al entrar.

La decisión era dificil, pues fuera como fuera nadie le aseguraba que la puerta de salida del jardín estuviera al otro lado de ninguno de los caminos...

Sin embargo, ahora estaba de día, y la luminosidad de la mañana ayudaria notablemente a su tarea.
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Van Hoffman
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

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Franz Miller


El stirlandés avanzó por la casa, seguido por los dos guardias que lo encañonaban. Sin embargo, Miller no había perdido del todo su orgullo. Aún caminaba con la cabeza alta y sin encorvarse. No era un hombre noble ni de alta cuna, pero era un hombre orgulloso. No perdió la compostura ni cuando lo dejaron tirado fuera de la mansión mientras se burlaban de él.

Miller se quedó un instante de pie de espaldas a la puerta, contemplando el basto y peligroso jardín. Miró hacia atrás, a la puerta cerrada y silenciosa, y como dirigiendose a alguien, habló en susurros.

- Oh, Valentino... ¿pero qué has hecho?

El abatido stirlandés negó y suspiró, y recobrando fuerzas, caminó, directo al camino ancho, rezando para que los dioses benevolentes le permitiesen salir de allí con vida.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Saratai »

El cansancio estaba empezando a hacer mella en el stirlandés. Llevaba tiempo sin dormir, y sabia Sigmar cuanto más sin haber descansado apaciblemente. De entre todas los caminos, Miller podia haber elegido el tortuoso sendero por donde horas atrás hubiera caminado con el que fue su mejor amigo, Valentino Fonseca. Por ese camino, dficilmente podria haberse perdido, pues ya lo conocia, por no hablar de que no encontraria sorpresas (el monstruo que por el moraba no volveria a aparecer).

Tampoco elegió el stirlandés el sendero de en medio. A pesar de la densa niebla, no habia visto el cazavampiros huellas en él, y era poco probable que encontrara un imprevisto.

Pero no. Miller elegió el camino ancho, donde hubiera visto huellas y pisadas lentas. Era más que probable que estuviera poblado, y bien seguro que por seres poco amistosos. Tan probable como que la Condesa era muy consciente de ello, y alimentaba a esos seres del infierno como si de perros guardianes se tratara. Si a esta elección del sendero se le unia el haber irrumpido en una mansión tan sospechosa, en la que quien entraba no salia con vida, sin preparación, sin plan, y a la luz de la luna (que no era precisamente un momento propicio para atrapar amos de la noche), todo indicaba que Miller habia perdido la cabeza por completo, y no buscaba más que la muerte. No era de extrañar que Valentino le hubiera abandonado, pues de no haberlo hecho habria acabado tan loco como su inestable compañero de andanzas.

El sol de la mañana daba nuevos tonos al jardín con sus débiles rayos, más verdoso ahora que la noche anterior. La perenne neblina se habia transformado en un fino manto de seda translúcido, que dejaba entrever el entorno como a través de un cristal roto, dando la imagen de una visión cuasi onirica. Sin embargo, que la vista de tal sendero fuera agradable o no ya dependia del estado mental de quien se atreviera a contemplarlo.

Donde quiera que pisara Miller hayaba barro y suciedad, pusiera donde pusiera su vista solo encontraba musgo pegado a las enredaderas de los muros, que lejos estaban del empalagoso y endulzado olor de la noche anterior. Lo que estaba claro es que tal camino era mucho más directo que el tortuoso sendero donde hayaran al esqueletico monstruo, y bastante más amplio. Durante unos minutos, la caminata fue tranquila, e incluso pudo oir el sonido de algun pajaro, piando a la mañana. Ya pensaba el viajero stirlandés que tal vez los dioses se habian apiadado de él, cuando unos lentos quejidos se oyeron como los aullidos de una manada de lobos. Un miedo primigenio atravesó el cuerpo de Miller como una lanza helada, pero el miedo no consiguió el control de su cuerpo. En pocos segundos, a través del translucido manto de bruma, varias figuras humanas se dejaron ver enfrente del cazavampiros, a un ritmo lento y pausado. Uno, dos, tres, cuatro... Miller perdió la cuenta a partir del décimo.

La primera de las siluetas vestia un peto rojo de campesino y sombrero de paja para resguardar del sol unos ojos que nunca más verian los campos en primavera. La segunda pertenecia a una frágil niña con el pelo trenzado y piel putrida de tenebroso marrón oscuro, cuya mano derecha sostenia un palo atravesando una mano como macabro jugete. La tercera era una oronda ama de casa de gruesos muslos, que no tendria problemas en engullir la piel y carne del viajero sin masticar, al carecer de mandibula inferior. Otro pertenecia a un viejo desdentado, que deberia partir los huesos de su alimento con una piedra para poder devorar el tuetano sin dificultad. Todos y cada uno de aquellos cadaveres que se movian torcidos y torpes cual titeres de carne estaba en un estado de descomposición poco avanzado, y tanto ropas como rostros eran aun distinguibles. La visión no podia ser más horrorosa, salida de la más terrible de las pesadillas de un demente. Ningún enfrentamiento anterior habia recogido muertos de forma semihumana, y ahora Miller tendria que atravesar con su espada rostros infantiles e inocentes y rezar por que estos no fueran veloces en machacar su craneo si queria salir vivo de alli.

Si era capaz de ello, claro está...
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Van Hoffman
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

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Franz Miller

El agotado stirlandés caminaba arrastrando los pies, cabizbajo como un alma en pena. Ni siquiera fue consciente del camino que había tomado hasta que fue demasiado tarde. El silencio matinal fue roto de pronto por lastimosos quejídos y gemidos. Miller alzó la mirada y se le heló el corazón. De entre la bruma, tambaleantes, aparecieron varias figuras. No hacía falta ser un estudioso erudito para darse cuenta de lo que eran. Cadáveres reanimados por artes brujescas.

Mierda, mierda, mierda, mierda... He de salir de aquí.

Los tambaleantes cadáveres se iban acercando más y más. Miller miró a su alrededor, nervioso, buscando alguna manera de escapar. No podía enfrentarse a ellos, por muy loco que estuviese, así que optó por la opción más sensata.

Miller se dio la vuelta como un rayó y hechó a correr como alma que lleva el diablo. Cuando llegó a la encrucijada se detuvo un momento, pensativo. Por un momento, la razón analítica se apoderó del demente sritlandés, así que hechó a correr por el camino sinuoso por el que había llegado allí, asumiendo que ya no habría peligro, y encontraría la salida.

Miller rezó a todo el panteón a la vez que corría con todas sus fuerzas. Deseaba sobrevivir por encima de cualquier nimiedad.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Saratai »

El stirlandes corrió como un halfling detrás de un carro de tartas, mientras a su espalda una congregación de zombies le perseguia arrastrando los pies lentamente, incansables en su busqueda de cerebros (fueran estos más o menos frescos y sanos, el de Miller valdria como almuerzo matutino).

Miller se percató que corriendo, no activaba las puas del suelo que le hubieran atravesado, y también que el camino se hacia más corto. Ahora se percató que habria sido más util haber corrido todo el camino desde el principio, pero poco importaba eso cuando los gemidos y gritos de cadaveres andantes se oian aun a sus espaldas.

El derrotado cazavampiros corrió por el sendero tortuoso, girando y girando entre curvas y setos, hasta llegar al lugar por donde entró al jardín. Nada de niebla habia ya, solamente la salida, abierta de par en par para que el stirlandes huyera de alli y... dos muertos vivientes que salian del sendero ancho.

Bien cierto era que los zombies no podian pensar, pero si quien demonios los dirigiera. Si quien los dirigia sabia que el cazavampiros buscaba huir del jardin, dirigir a los cadavericos monstruos hasta la salida era relativamente facil, más aun sabiendo que el camino ancho donde deambulaban era con creces más rapido que el tortuoso sendero que Miller habia usado para evadirlos.

Ya se encontraba Miller saliendo de aquel jardín infernal, cuando de lo setos dos cadaveres salieron abalanzandose contra el stirlandés. El primero, el cadaver de una mujer anciana e hinchada, cuyos ojos parecian apunto de explotar, intentó clavar sus garras en el, pero el stirlandés la esquivo con suma facilidad. Sin embargo, segundos más tarde, otro zombie atacó a Miller, justo cuando éste se encontraba saliendo del jardin de vuelta a los caminos. El zombie habia esperado fuera, para atacar al cazavampiros si este huia. El cadaver pertenecia a un muchacho joven, y se encontraba en un estado de descomposición muy avanzado, por lo que no era posible reconocer rasgo alguno entre cartilagos podridos y cuencas vacias, a excepción de un par de cucarachas.

Miller intentó evadirlo, pero el cadaver mordió en su craneo con tal fuerza, que sus dientes se clavaron partiendose y atravesando el cuero. El stirlandés mantuvo la compostura con valor, pero al notar los colmillos del ser en su cuero cabelludo, y la sangre manar de éste, el dolor le causo una ligera conmoción. Pero tal era la fuerza de voluntad del stirlandés, que ni siquiera sintió la necesidad de gritar, desembarazandose del monstruo y huyendo de alli.

Lejos de la escena, una pequeña figura armada tan solo de un pequeño violin, observaba como su presa escapaba de la gran trampa con forma de jardín, desde lo alto de la torre central de la mansión.

Tendré que reforzar el suelo, la condesa no estará contenta con el resultado...




19 von Brauzeit, 2527. Rivera del Río Reik.

Por fin. Por fin Miller estaba a salvo, lejos de aquella pesadilla. Habian sido unas pocas horas en el jardin de la Condesa Sandoval, pero habian parecido dias. Gravenemente herido, y con los tachones de la armadura rotos en la parte donde el cadaver habia dado la dentellada, Miller se dirigió a Tandern para reposar y tratar sus heridas, caminando por la rivera del rio por la que anduvo con Fonseca la noche anterior, entre el agua y los árboles que conformaban el bosque. En el camino encontró a un par de soldados de uniformes rojo y negro.

Al pasar más cerca de ellos, Miller se percató que sostenian a una muchacha joven, la cual miraba cabizbaja. Uno de los soldados le gritó a Miller, cuando este se encontraba a distancia prudencial:

-Tú, ¡no te salgas del camino si no quieres que te devore el comecabras!.

El compañero de quien habia hablado rio el comentario sin muchas ganas, mientras le metia mano a la muchacha. Ésta no parecia muy contenta, pero nadie iba a salvarla de aquellos bastardos, y de poco le serviria pedirle ayuda a Miller.


FDI: Dudo que quieras ayudar a la muchacha, pero por si acaso te doy la opción. Si actuas como un buen imperial resignado, encontrarás Tander muy cerca, y la posada donde te hospedaste donde podrás comer y descansar.

Has pasado todas las tiradas de Voluntad habidas y por haber, asi como una tirada de esquivar del zombie con complejo de abuela, pero el último zombie te ha pillado bien mientras intentaba masticarte la cabeza (NOM NOM NOM) y te ha hecho 15 puntos de daño en un golpe critico. Has recibido un critico en la cabeza de 4, y por ello pierdes un punto de armadura en la cabeza y ganas a cambio un punto de locura.

Aun asi, siendo serio, deberias sentirte afortunado de conservar el Punto de Destino, todo indicaba a que ibas a perderlo xD.

Por cierto, en Tandern encontrarás mucha gente gritando en la plaza, con garrotes, antorchas y rastrillos, reunidas no sabes para qué ^^.

EDIT: Se me olvidó decirlo, pasas una tirada de Voluntad (23), y durante el dia 19 no sufrirás de locura.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Van Hoffman »

Franz Miller

Por fin, había logrado escapar. El corazón le latía a velocidades pasmosas, y la herida de la cabeza le palpitaba y le producía un dolor muy desagradable. De no haber sido por el gorro de cuero, se habría convertido en el desayuno de aquel par de zombies.

Una vez lejos del maldito palacio, Miller aflojó la marcha. Llegó a la orilla del Reik, por donde, horas antes, había pasado con Valentino. Valentino... El muy idiota... No solo se había rajado en el último momento, si no que le había apuñalado por la espalda! Vale, si, él mismo no estaba muy bien de ahí arriba, pero tampoco era razón para hacer lo que había hecho el tileano, ¿no? Al fin y al cabo, llevaban cinco años juntos, y Miller creía conocer bien a su compañero. Su rendición le había cogido completamente por sorpresa. Y claro, al encontrarse solo no le quedó más opción que deponer sus armas a la Condesa. Claro, toda la culpa era de la Condesa. Estaba claro que no era trigo limpio. Vale, no había caído en el viejo truco de la luz solar, pues había oído historias de vampiros a los que no les afectaban los rayos del sol. Historias que no había creído hasta entonces. Pero estaba convencido de que la Condesa era una criatura de la noche.

Y mientras Miller pensaba en silencio, algo ajeno a su alrededor, una voz desagradable y algo ébria le abofeteó.

-Tú, ¡no te salgas del camino si no quieres que te devore el comecabras!.

¿El comequé?

Miller miró al tipo que le había gritado. Un soldaducho; no, dos. Y uno de ellos pretendía hacerle cosas cochinas a una muchacha con cara de no estar muy contenta. Malditos bastardos... Aquello no hizo más que hervirle la sangre al stirlandés. Miller no era, ni mucho menos, un caballero de brillante armadura, ni un galante hidalgo de hermosas palabras, pero aún así, tenía un mínimo código moral. Y ese código le impedía permitir que ese par de malnacidos abusaran de aquella pobre jovencita. Un par de vistazos sirvieron para considerar la situación.

Un tipo desarmado, a unos diez metros de distancia. Un poco más allá, una alabarda apoyada al tronco de un árbol, a aproximadamente veinte metros. Finalmente, a unos cincuenta metros, el otro soldado ocupado con magrear a la chica. Miller tragó saliva y actuó, con la esperanza de ser más rápido que ellos.

El stirlandés se lanzó todo lo rápido que pudo contra la alabarda. Cuando llegó junto al tronco, la cogió con las dos manos, y encaró la punta afilada contra el soldado que tenía más cerca.

- ¡¡NI SE OS OCURRA MOVEROS PERROS ASQUEROSOS!! ¡¡AHORA HAREIS LO QUE YO OS DIGA!! ¡¡SOLTAD AHORA MISMO A ESA CHICA Y DEJARLA IR!! ¡¡Y AL QUE HAGA MOVIMIENTOS BRUSCOS ME LO CARGO!!


FDI: Así es señores. Miller con 0 heridas, y vacilandole a dos soldados. El que diga que no es un héroe, merece ser fusilado. Por cierto, como es obvio, uso mi habilidad de Intimidar con los soldados borrachos, gastando un punto de suerte para asegurar el éxito.
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Re: Viajero Stirlandés IV: Terrores Nocturnos

Mensaje por Saratai »

Soldado Carroburgués Markhausen

El soldado rió de su advertencia, orgulloso de no tenerle miedo a nadie. Vio como el herido stirlandes, hecho un flan seguia su camino, acojonado por dos soldados tan imponentes. Cerró los ojos, y sintió la brisa de la rivera acariciando sus rizos, y pensando en el festin que se montarian con aquella campesina.

Oh Sigmar, gracias por haberme traido a esta tierra
pensó el soldado, mientras se estiraba y sonreia.

¿¿¿Pero que mierda haces, inutil???

Un grito le despertó de su ensoñación, el grito de su compañero. Primero vió que el tipejo de antes no estaba en el camino, y, antes de girarse, ya sabia que habia ocurrido. Cierto que las gentes de Averland le parecian cobardes y estupidas, pero este tiempo, Markhausen se habia descuidado demasiado. Vió a Miller agarrando la alabarda, gritando Sigmar sabe que acerca de muchachas y perros sarnosos.

-Tranquilizate, muchacho, no hagas ninguna tonte...

Ya iba el soldado a sacar la espada, cuando se dió cuenta de que se la habia dejado donde estaba la niña y su compañero. Y lo peor no era eso. Aunque los gritos de aquel zamarro no le habian causado ninguna impresión, a su compañero no le habian parecido igual de adorables, y no habia pensado otra cosa que ponerse de pie con las manos en la cabeza.

Vaya dia...


Ya iba el soldado a acercarse a donde estaba su espada, ignorando la advertencia de Miller, y preparandose para rajar a aquel insolente que habia osado tocar su arma, cuando vio a la niña coger una sartén de entre los enseres del barril, y asestarle tremendo golpe al soldado que la habia manoseado, en plena cabeza.

Bien, ahora si que tengo un problema...

La niña, tras haber dejado a su raptor tendido en el suelo, con una fea brecha en la cabeza, corrió hacia su salvador, que aun sostenia la alabarda en posición amenazadora.

Campesina Nina

-¡Gracias señor!-
exclamó la muchacha, poniendose al lado de Miller y agarrando aun la sartén.

El soldado Markhaussen, viendo tamaño desproposito, salió por pies de la escena del crimen. No se encontraba muy bien de salud, y aquel tipejo con la herida en la cabeza parecia peligroso, por lo que mas valia no arriesgarse. En cambio, su compañero, no tardo en recobrar la compostura, e ignorando que Makrhaussen se habia largado, agarro la espada que se encontraba cerca.

Soldado Carroburgués Muller

-Ayy, zorra, casi me abres el craneo...-
El soldado, un tipo con bigote y poco pelo en la cabeza, estaba intimidado por Miller, pero sabia que si la muchacha volvia a su aldea y contaba lo que habian intentado hacerle, le quemarian vivo. Pensó entonces en recurrir a la avaricia del stirlandés:

-Escuche buen hombre, hare lo que me dice, pero permitame darle algo de dinero a cambio de la muchacha. Con lo que le daré podrá pagar a una buena ramera, se que en Loningbruck hay algunas exquisitas, y aun le sobrara para un par de cenas. Por favor, entregueme a la muchacha, y todos quedaremos tan contentos...



FDI: Buenta tirada de Intimidar, tras repetir sacas un 12. Solo intimidas al soldado Muller, el que estaba tocando a la cria. El otro no ha sido intimidado, pero no tenia ganas de meterse en un lio que ni le iba ni le venia, y menos por lo que le pagan. La muchacha tambien ha tenido su suerte, y le ha regalado un buen ostión al soldado. Ahora que la ves de cerca, crees que no tendrá ni quince años.

PD: Ole tus cojones xDD
Cerrado

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