Prisión de Almas: Acto I (Desarrollo)

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valafor
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Mensaje por valafor »

Fabian Dortmund

Maneverb cumplió con la predicción, pero lo mismo no ocurrió con Poblito. Era posible que, al ser un halfling en tierra de humanos, el cocinero estuviera acostumbrado a ser objetivo de burlas e insultos constantes, con lo cual, que hubiera sorteado con suma facilidad el ataque del cloaquero era algo de lo más normal.

“¡Gusarapo inmundo!”

Mientras Maneverb ambientaba el discurso del halfling con un surtido elenco de insultos, a cada cual más perspicaz y cáustico, Fabian atendía con sumo interés a la explicación de Poblito, registrándola punto por punto a fin de poder analizarla.

“¡Abrazafarolas!”

El mediano no tardó en concluir. Fue conciso, como la tolerancia de Maneverb hacia otras razas y la esperanza de Fabian de hallar en las palabras del halfling una prueba determinante que lo inculpara. Y es que, pese a tener la firme corazonada de que el cocinero mentía, el joven averlandés no podía demostrar su culpabilidad de ningún modo. Tal y como estaba la situación, cualquiera de los tres sospechosos podía haber ayudado a los Quober a huir de la prisión. No había testigos, no había pistas… y lo peor: no había tiempo para más preguntas. La infiltración en el quinto nivel no debía demorarse más y, por seguridad, el asunto del traidor debía ser solucionado cuanto antes.

“¡Forúnculo de perra sarnosa!”

Decepcionado al ser incapaz de demostrar la culpabilidad de Poblito, Fabian dejó perdida la mirada en el infinito. El mediano empezaba a impacientarse por la enajenación del vigilante, cuando un nuevo insulto del cloaquero, superior en grosería a los ya proferidos, le hizo salir de su trance. De repente, retomó consciencia en su sentido de la vista y vio lo que sus ojos enfocaban: el cerrojo de la puerta. Fue entonces cuando, de manera instantánea, los recuerdos empezaron a fluir rápidos en su mente, arrojando algo de luz sobre aquel intrincado rompecabezas. Por fin creía haber pillado al escurridizo halfling.

“La comida se la lanzamos por unos agujeros que conectan el cuarto y quinto nivel, pero…”

Con ánimo retomado, Fabian se aproximó a Maneverb y, asegurándose de ocultar su cara a ojos de Poblito, le reprendió con tono condescendiente pero firme.

“Por favor, señor Sufrt, creo que será mejor que abandone la sala. Es normal perder los nervios después de tantas horas de trabajo, así que caminar un poco le hará bien.”

Cuando el cloaquero se disponía, en clara postura defensiva a la reprimenda, a recriminar el repentino y totalmente inoportuno interés por la cocina mediana que su compañero había demostrado momentos antes, se topó con un rápido guiño de complicidad. Maneverb dubitativo interrumpió el gesto y, mientras lanzaba una mirada de profundo odio hacia el halfling, asintió y se dirigió hacia la puerta. Se encontraba a escasos centímetros de Fabian, cuando escuchó que este le susurraba.

“Habla con ese tal Otipp y comprueba si lo dicho por Redebeck es cierto. Después regresa a aquí con él y Navenül. Va siendo hora de poner fin a todo esto.”

Tras un portazo de ira contenida, Maneverb dejó al halfling y al humano solos, cara a cara. Empezaba el segundo round.

“En nombre de mi compañero, le pido disculpas. Todos estamos muy nerviosos con este asunto y es inevitable perder un poco los estribos.”

Fabian emitió un profundo suspiro y volvió a retomar la conversación con una gentil sonrisa en los labios.

“Recapitulemos. Usted llegó al nivel cinco de la prisión como siempre hace una vez por semana, abrió la puerta, dejó la comida y se fue. Después regresó y fue entonces cuando ya se había dado la voz de alarma. ¿Es así?”

Fabian intercambio la sonrisa gentil por una mueca de sorpresa. Estaba claro que la interpretación no era lo suyo, pero para el caso que le ocupaba aquella pantomima era más que suficiente.

“No me diga que además de hacer la comida, usted también tiene la obligación de repartirla nivel por nivel. ¡Menudo abuso! Debe ser peligroso exponerse así a los reclusos, sobre todo a los del quinto piso.”

Mientras esperaba a que Poblito contestara, mentalmente, el vigilante cruzó los dedos.
Saratai
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Mensaje por Saratai »

El halfling puso una cara de malestar profundo, como si poco a poco fuera poniéndose enfermo. Habia metido la pata, y aquel vigilante se habia dado cuenta. Alguien debia haberle dicho como funcionaba el sistema, algún cretino tenia que haberle dicho el sistema de aprovisionamiento.

Poblito

-Yo... Sólo queria un poco de dinero extra para comprar medicinas. Mi madre se muere y los remedios son caros.





24 de Trasbrujo de 2522. Prisión de Almas (Averheim), Backertag.


Los gritos del mediano aun retumbaban en el despacho de Navenül, impidiendole escribir con tranquilidad. Tenia que rellenar un montón de formularios, y para colmo, mandarle la carta al gran maestre. Si Efferman no recibia el documento de inscripción a tiempo, a Puptitgtrer se le caeria el pelo, y con razón. Pero es que el halfling era un quejica, y cada mañana, al recibir la primera vuelta a la rueda, empezaba a quejarse como un cerdo. Cierto era que Lars era un bestia con los castigos matutinos, pero el flagelante pagaba con los prisioneros sus propias cefaleas.

El interrogador Navenül respetaba la justicia como el que más, cierto, pero era de los que pensaba que si un criminal, con su delito, ahogaba la justicia de los demás, seria injusto para las victimas que no existiera retribución igual al daño percibido. Con esta filosofia justificaba los brutales castigos de la Prisión de Almas, y las ''reprimendas'' diarias que en ella se celebraban.

Quitandose tales pensamientos de la cabeza, comenzó a escribir la carta al Maestre de la Orden Vereana de la Balanza. El maestre, Efferman, era un experto abogado, gran conocedor de todas las leyes imperiales, y para más inri el jefe de Navenül. Ahora, el interrogador debia detallar, en su carta, los pormenores de la inscripción de Fabian Dortmund en la Santa Orden Vereana. Aquel vigilante era bueno, vaya que si. Gracias a él, Navenül habia limpiado de traidores la cárcel, y aunque al final la misión del Quinto Nivel se abortó por considerarse extremadamante peligrosa. Aun asi, fue Lars (un flagelante que habia perdido el rumbo en su vida, y que tras entrar en la Prisión de Almas encontró su devoción en la tortura) el que encontró la solución a tal problema. El muy loco se cargó de pólvora, y entró en el subterráneo, diciendole a los que alli vivian que él iba a hacer un estudio de las condiciones del nivel y que no se les ocurriera hacer nada. Los presos, temerosos de que si atacaban al flagelante podrian reventar sus cajas de pólvora, no se le acercaron, y el muy demente terminó su peculiar estudio.

Pero en definitiva, Fabian Dortmund no se quedó a trabajar en la cárcel, como era el objetivo del interrogador. En su lugar, ayudó en la reconstrucción de la iglesia de Verena, y aceptando un puesto en la sociedad que Efferman regentaba. La sede de la sociedad se estableceria en la misma iglesia, para controlar de cerca a la población de Averheim y evitar que sucesos como los del Ulricario del pasado año se repitieran. Como contrapartida, Dortmund tuvo que rechazar un puesto de sargento en Bieswang, pues la sociedad exigia que sus miembros pasaran tiempo en la iglesia, documentandose, aprendiendo a leer y a escribir y adquiriendo conocimientos intelectuales tanto teóricos como prácticos, lo que convirtió al templo en una segunda Universidad.

El interrogador colocó otra vela en su sombrero, pues la otra se le estaba acabando, y si no la cambiaba su cabeza estallaria en llamas, lo que iba en prejuicio de su salud. La carta habia quedado bien, asi que llamó a Johann para que fuera a la iglesia y la entregara. El bueno de Johann Burss se habia convertido en su nuevo aprendiz. Era un tipo calmado, con mentre fria, de mente curiosa y de mente sincera. Un perfecto interrogador, refutó Navenül. Johann recogió la carta, y salió a caballo de la Prisión. Lo que Navenül no sabia es que Johann estaba aprendiendo a leer en la iglesia de Verena, y su curiosidad natural le obligó a hecharle un vistazo a la carta que llevaba en la cartera.

''24 de Trasbrujo de 2522

Estimado Herr Efferman,

Como me pidió en su útlimo requerimento, le remito por la presente misiva las causas por las que creo que Fabian debe encargarse del asunto en cuestión. Como bien sabe vuestra merced, mi nuevo ayudante era fiel siervo de cierto cazabrujas ya difunto. Éste, en sus investigaciones, llegó a la conclusión de que una fuerte secta se habia hecho fuerte en nuestra ciudad, introduciéndose en cargos importantes del actual gobierno, y hasta en miembros de mi cuidada prisión. Tras las investigaciones que estoy llevando a cabo, no puedo sino confirmar mis temores de que tal secta, conocida como la sierpe morada o la serpiente púrpura, tiene numerosos efectivos.

Y como también conoce su ilustrísima, Herr Dortmund tuvo trato con el cazador de brujas reiklandés y con varios de sus ayudantes, como el maese Azhelhof o mi ayudante Lars, por no hablar de que tiene documentación acerca de los subterráneos y que sigue trabajando en la guardia de la ciudad. Además, no se vió envuelto en el escándalo de Alan Friedsgoth, escándalo que estudio con cuidado. Por tanto, es el hombre con más conocimiento de el proyecto que usted tiene entre manos, y lo nomino como el más preparado para el espionaje de los altos cargos de la guardia: Jaran Troptker, Wolveger Twin, Pieter Tretmund, Jobb Alptraum y sobre todo, Augoste Getter. Su labor, si Dortumnd acepta, será investigar a estos cargos y controlar que no tengan relación con ''usted ya sabe quién'', para asegurarnos que son de fiar. En caso de que la investigación de Fabian sea negativa, tendremos que pasar a la segunda parte del plan, y trabajar como ''halcones culebreros''.

Sin más, me despido de usted, deseando que Sigmar guie sus senderos y que Verena le de sabiduria para no tropezar por ellos.

Atentamente,
Puptitgtrer Navenül''


Johann Burss se quedó de piedra. Lentamente, y mirando de un lado a otro de la calle, volvió a meter la carta en su sobre, y éste en su cartera, asegurandose de que nadie le hubiera visto leer la carta para seguir con su trayecto. En su camino, se encontró a un grupo de muchachos jovenes, lanzando tomates podridos a una tienda de la casa Fahen y gritando consignas revolucionarias. La vida en la capital habia cambiado mucho en los últimos dias, y las revueltas anarquistas se sucedian una detrás de otra. Si a eso se le sumaba lo que el carcelero acababa de leer en la carta, las cosas se ponian muy interesantes...
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