Reinhard Russ y Heinrich Messner: ¿El fin de los Asesinos?

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Reinhard Russ y Heinrich Messner: ¿El fin de los Asesinos?

Mensaje por Saratai »

Dieter Gayer estaba decidido a acabar con las muertes. Tantos compañeros, tan jovenes muchos de ellos. Pero tenia la esperanza de encontrar a los responsables y hacerles arrepentirse de haber nacido...

Dieter Gayer

-Al menos tengo buenas noticias. Hay muchos reclutas que están enviando al Sur, para asegurar de que no mueran en la guerra del Norte y conseguir asi la seguridad que se va a necesitar en la posguerra, que tiene mala pinta. Siempre podemos escoger unos cuantos, por jovenes que sean son mejor que nada


Por el camino al cuartel se encuentran numerosos puestos de comida, que falta hace con el hambre que teneis. Tambien encontrais tiendas de amuletos, vegetales, ropas y armas. Un establo corona el camino de salida de la ciudad y el aroma de capital esta presente en todo el Distrito Sur, lleno de casas de distintos pisos.
Última edición por Saratai el 04 Mar 2009, 10:49, editado 3 veces en total.
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Mensaje por Saratai »

Al llegar a los establos, agarrais las riendas de los caballos y os poneis en marcha. Aun queda mucha mañana que aprovechar, y el tiempo juega en vuestra contra. Dieter está notablemente cansado, pero no tiene intención de descansar hasta que termine lo que tiene encomendado.

El camino hacia Ruhgsdorf parece peligroso. En más de una ocasión ois ruidos extraños, parecidos al de pisadas entre los matorrales y los arboles que ocasionalmente encontrais. Una densa niebla cubre los pastizales y el pantano que debeis cruzar, y Dieter parece agresivo ante cada ruido, el esfuerzo que lleva a cabo y la presión bajo la que está sometido desde hace dias le vuelve violento.

Hasta que no llegais a una granja apartada no os sentis tranquilos. Una pareja de granjeros desconfiados os cierra las puertas de su casa hasta reconocer el uniforme de Dieter.
Una cosa es cierta, ser patrullero es muy peligroso, pero al mismo tiempo se disfruta de ciertos privilegios de los que otras personas no disponen. En un mundo donde la muerte y la degeneración están a la orden del dia, hombres dispuestos a poner esperanza en los corazones de los desamparados suelen recibir algo de cobijo en algunos hogares, como el presente.

Tras una charla acerca de los peligros de los caminos y un poco de cocido de carne y zanahoria, proseguis vuestra marcha hacia el cuartel. Sin embargo, no llegais a entrar en el pueblo de Ruhgsdorf. Justo antes de introduciros en la pequeña aldea, un hombre a caballo se acerca a vosotros entre la niebla acompañado de una carreta en su retaguardia. Dieter hecha mano de su pistola, y cuando el desconocido os grita un ¡Alto!, los caballos se encabritan y Dieter desenfunda.

Ambos jinetes galopan hasta llegar el uno al otro, para fundirse en un abrazo... Si, un abrazo. Ante los perplejos ojos del ayudante a Fiscal, el desconocido era otro patrullero, y al parecer, buen amigo de Dieter. Ambos saltan del caballo con lágrimas en los ojos. El otro patrullero parece llamarse Dajertik, o al menos asi lo llama Dieter en su efusivo saludo

-Te juró que pensaba que estabas muerto, ''el cazarratas'' me dijo que no habiais vuelto de la última misión, y después de tantos asesinatos me temia lo peor. ¡Cómo me alegro de verte, cabronazo con suerte! - Parloteaba Dieter con alegría.

-De suerte nada, amigo. El resto de nuestros compañeros murieron. No me quedó mas remedio que huir, pues me habian herido de gravedad y ya no podia luchar de manera adecuada. Además, el resto ya estaban muertos asi que no tenia razón para morir en aquel camino. Arreé al caballo y gracias a que los atacantes ivan a pie pude salvarme. Este maldito semental me ha salvado el culo más veces que yo a él - Dajertik sonrie con entusiasmo, aunque se mantiene algo más serio que Dieter - Pero aun asi, tengo malas noticias. Después de casi 40 asesinatos, apenas quedamos 9 patrulleros, contando sargentos y reclutas, en todo Averland. No damos abasto, y si no solucionamos el problema, nadie querrá alistarse en nuestro cuerpo y los caminos de la provincia estaran indefensos ante salteadores y gobos.

-He pasado por el cuartel de este pueblo, pero al llegar lo único que me he econtrado es a Ülif Hapder ahorcado en el techo de la comisaria. Guardaba su dinero y su uniforme, pero los asesinos que lo hayan hecho le habian arrancado los brazos y se los habian llevado. No es agradable de ver, y si vosotros dos veniais por ese motivo, ya le he enterrado asi que ahorraos el mal trago.

-En el pueblo nadie sabe nada, y por la experiencia del combate de hace unos dias se que los cabrones que nos estan masacrando son muy numerosos. Nos enfrentamos en proporción de cuatro contra uno, y con nuestro numero actual, me atreveria a decir que hay cinco asesinos por cada patrullero, es algo inconcebible.


-Sin ayuda es imposible hacer nada y menos con los pocos que somos, pero tengo un as en la manga para esta situación. Los mineros de Monheim han sufrido mucho estos problemas. Les roban el material y amenazan a sus familias. Ellos nos pueden ayudar con comida, munición para nuestras armas y su ayuda esporádica. Se están armando como si fueran una orden paramilitar, pues ya no hay nadie que les proteja en sus viajes desde las minas a sus destinos, por lo que cuentan con cocheros armados y jovenes mineros que tienen la fuerza de un toro. Precisamente, hay un par de esos muchachos a los que ayude en el pasado, y nos ofrecen colaboración para coger a esos malnacidos. No queria involuclarlos, pero no queda más remedio si queremos ir tranquilos
- Dice señalando una carreta detrás suya con dos figuras llenas de carbón. Estos se acercan y podeis observar las marcas de la mina en sus rostros y ropas. Uno de ellos es un fornido muchacho de enormes brazos. Parece bien fuerte, pues carga con pico del tamaño de un enano. El otro muchacho lleva un trabuco y un cinturón lleno de dagas. Se presentan como Reinhard Russ y Betrer Nohan, respectivamente.

Berter Nohan

-Nosotros vamos a cazar a esos malditos. Si venis a ayudarnos nos vendriais de anillo al dedo, los hombres de la capital son bien recibidos en nuestras aldeas. Su gesto es lo más educado que le permiten sus modales.




FDI:Eldril, ya puedes postear. Weiss, puedes ir comentando todas tus impresiones desde el principio del post, y si antes de llegar al pueblo querias decir algo a Dieter puedes.
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Mensaje por Eldril »

Reinhard Russ

Sacando el pico a dos manos, y apoyando los brazos encima de él.
-Cuanta más gente seamos para acabar con esos condenados, más sufriran ellos, y dejaran a nuestra gente en paz! Suerte que aún queda gente con determinación suficiente!
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Weiss
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Mensaje por Weiss »

Heinrich Messner

Heinrich caminó por las calles de Averheim junto al Patrullero. Cuando éste paró en un establo a recoger su caballo, Messner le dijo que el suyo estaba en los establos del Palacio de Justicia. Dieter afirmó que no yenían tiempo que perder, y haciendo valer su condición de Patrullero, requisó un caballo para Messner. Los dos partieron al galope por los caminos. En verdad era cierto que la situación de los Patrulleros debía ser preocupante, pues cuando lo normal habría sido cruzarse con dos o tres, no vieron ninguno en todo el camino.

Messner no cruzó demasiadas palabras con Dieter, pues moviéndose a la velocidad que iban, hablar resultaba incómodo. Solo aminoraban el paso cuando escuchaban algún sonido en el camino, momentos en los que Dieter se ponía tenso y echaba mano a su arma. Comieron en una casa de unos campesinos, casi siempre hospitalarios con los Patrulleros, y hablaron con ellos un rato mientras descansaban antes de partir otra vez.

Entonces pasó lo que más sorprendió a Messner de todo el viaje. Un jinete les dio el alto. Debajo de la capa, Messner llevó la mano a la espada, listo para atacar si hacía falta. Sin embargo, el que cargó contra el desconocido fue Dieter... para fundirse en un abrazo... Al parecer era un viejo amigo del Patrullero, y ese momento alegró un poco la aburrida tarde de Messner, pero las noticias que traía no eran para nada buenas.

El cuartel al que si dirigían había sido atacado, los Patrulleros estaban mucho más mermados de lo que parecía, y el número de enemigos no parecía dejar de crecer. Todas estas nuevas preocuparon a Messner de tal forma que casi no atendió cuando aquellos dos jóvenes se presntaron. Al parecer ahora se dirigirían a un asentamiento minero, donde pretendían defenderse de los supuestos asesinos de Patrulleros.

Messner seguía a los demás desde detrás, pensando, hasta que al final tomó una decisión y preguntó a Dieter si podía hablar un momento con él en privado. Diciendo al otro Patrullero que sería un momento solo, se apartó del grupo y escuchó las palabras de Messner.

"Herr Gayer, siento dejarle ahora, pero hay demasiadas preguntas sin respuesta, y no pueden ser contestadas allá donde nos dirigimos. Perdóneme por cualquier perjuicio que pueda causarle, pero si alguien puede descubrir si hay algún cargo importante implicado en todo esto, soy yo. Espero que lo entienda. Me imagino que se las arreglará bien con su compañero y esos dos chicos. Avisaré a los de la ciudad de que se encuentra aquí, si lo desea. Le juro que haré todo lo que pueda para averiguar quién esta detrás de todo esto, pero para saberlo, solo puedo dirigirme a un sitio. A Averheim"


Quitándose el guante y tendiéndole la mano a Gayer, al igual que lo había hecho con Dortmund, Messner dijo.

"Buena suerte, Herr Gayer. Cuídese y, por favor, perdóneme."

Messner esperaba solo la respuesta del Patrullero antes de partir al galope.

Si de verdad hay alguien implicado, es necesario descubrirlo ya. Si no lo hago, será capaz de manipular y entorpecer la investigación a sus anchas. Esto es mucho peor de lo que pensaba...

El pensar que uno de los culpables de todo aquello podría ser incluso algún conocido suyo, enfurecía a Messner. Estaba dipuesto a descubrir que se tramaba allí. Aunque eso significase enfrentarse a todo el sistema legal de la ciudad...

Había que hacer justicia.
"Ninguno de vosotros lo entiende. Yo no estoy encerrado aquí­ con vosotros. Sois vosotros los que estáis encerrados aquí­ conmigo"
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Mensaje por Saratai »

Dieter Gayer

-Tienes valor, abogado. Y eres listo, ojala nos acompañaras el resto del camino. Es cierto que nosotros no tenemos cultura ni sabemos ni leer ni escribir, no podemos luchar con papeles, pero si te apoyaremos en nuestro medio, acabando con los asesinos. Acaba tu con los corruptos de nuestra parte.


Dieter se quedó mirando el camino que Messner deberia de tomar de regreso.

-Esos caminos son peligrosos, pase lo que pase, no te pares y no te bajes del caballo. Es peligroso que vayas solo, pero no podemos prescindir de nadie para que te ayude, debemos capturar a esos bastardos. Nos veremos en la capital cuando todo esto haya terminado. Buena suerte.


Dicho esto, el ayudante del Fiscal volvio a partir. No sabia que le estaria ocurriendo a sus compañeros, pero el sin duda se estaba hartando a viajar. El grupo de patrulleros y mineros elevó una plegaria al cielo en su nombre, rezando para que no le ocurriera nada

Dajertik Wover ''Siete Vidas''

-Lástima que se haya marchado el compañero de Dieter, en fin, nos quedamos nosotros cuatro solos. Vamos a buscar al cazarratas a Monheim, tal vez él pueda hechar una mano, a no ser que vosotros sepais de algun sitio mejor donde buscar

Los cuatro hombres se dirigieron a Monheim, lugar de patrulla del guardia conocido como ''Cazarratas''. Monheim estaba relativamente cerca, a una hora más o menos si se iva con los caballos, y desde alli se podria planear una búsqueda y limpieza de los caminos. Si los asesinos se estaban ocultando, no tardarian en ser descubiertos.



FDI:Messner postea a partir de ahora en ''Muerte en los caminos''. Eldril, postea cuando te avise en ''Odio de Alquiler'' (A vosotros dos os ha tocado cambiar de tema unas cuantas veces XD )
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