Etapa Enanil

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igest
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Mensaje por igest »

El desarrollo de los enanos

Poco a poco los enanos construyeron un pequeño fuerte en las cercanías de la mina y una empalizada que protegía el promontorio de roca en el cual se encontraban. Ciertamente la situación en la que se encontraban emplazados era ventajosa, pues a excepción de un camino que ascendía al promontorio por la ladera sudoeste, el acceso a la cima del mismo no era nada fácil. Las laderas eran muy escarpadas y actuaban como barrera natural para casi cualquier intruso. Sin embargo no todo sería coser y cantar, pues las bandas de Goblins abundaban en aquel entonces en la zona y los asaltos eran casi continuos. La disposición del asentamiento enano, en lo alto del promontorio, permitió que los enanos pudieran defenderse con gran facilidad de prácticamente todos los ataques. Tan sólo en unas pocas ocasiones los Goblins lograron atravesar las defensas enanas, y en ellas fueron rápidamente repelidos. Poco a poco los Goblins empezaron a reducir la intensidad y el número de sus ataques, al tiempo que los enanos aprovecharon para construir mejores defensas. Fue en el año – 120 cuando comenzaron la construcción de la muralla que hoy en día todavía perdura inamovible ante el paso del tiempo.

De esta forma llegó un clima de cierta tranquilidad a la comunidad enana, y poco a poco los enanos pudieron ir dejando a un lado las armas, para dedicarse a una vida algo más tranquila. La ciudadela enana fue bautizada por los enanos con el nombre de Kazad a Bryn que en viejomundano se podría traducir como “La fortaleza de las riquezas brillantes”. Acompañados por esta relativa tranquilidad, los enanos aprovecharon para excavar galerías cada vez más profundas en la mina. Los primero talleres empezaron a construirse, y las primeras expediciones enanas fueron enviadas para establecer contacto con los humanos de asentamientos cercanos. De esta forma poco a poco se establecieron contactos con algunas tribus humanas de la zona, y los lazos con estas fueron estrechándose poco a poco.

El nacimiento del reino de Obregón

Por aquel entonces la península de Estalia (y para que negarlo, también en la actualidad) estaba envuelta en un conflicto continuo, con tribus humanas en combate casi constante con Orcos y Goblins, e incluso entre ellas mismas. Esto último era bastante habitual, y hacía que el clima de inestabilidad de la zona fuese muy grande. Sin embargo, en esta época sería cuando empezarían a fundarse los primeros reinos, y entre ellos el de Obregón, que se erigiría como el más poderoso en el Noroeste de Estalia. Esto permitiría que poco a poco Orcos y Goblins fuesen rechazados y aniquilados en gran parte de la península, reduciéndose su presencia a los pocos lugares donde aún los conflictos entre humanos eran más habituales y a la cordillera de las montañas Irrana.

Por aquel entonces el reino de Obregón estaba gobernado por Fernando II conocido como “El Justo” por su gran imparcialidad. Con este rey el reino estaba logrando un crecimiento muy rápido, favorecido por los muchos tratos que cerraba con las diferentes tribus en crecimiento, que de esta forma pasaban rápidamente a formar parte del reino de Obregón. Este fue poco a poco creciendo desde las costas del Gran Océano del Oeste hacia el interior. Y así fue como en el año – 103 se produciría el primer contacto entre el reino de Obregón y los enanos de Kazad a Bryn. Una expedición enviada por el rey, fue asaltada por una banda de Goblins y la aparición de un grupo de enanos de la ciudadela enana fue lo único que les salvó de la muerte. Los enanos en un gesto de amabilidad acogieron a los exploradores, para que pudieran recuperarse de sus heridas.

¿Un gesto poco agradecido?

Mientras tanto los jefes militares del reino ya daban por desaparecidos a los exploradores y estaban planeando una segunda expedición. Sin embargo antes que esta partiera, los exploradores que habían sido dados por desaparecidos regresaron. Y no sólo eso, sino que portaban noticias de grandes diamantes y de una fortaleza enana en la frontera norte del reino. La noticia fue recibida con recelo por los líderes militares, pues a excepción de uno de ellos el resto no se fiaba de la raza enana. Y aún a pesar de los testimonios del os exploradores, que aseguraban haber recibido un buen trato, se decidió organizar un ejercito que invadiría la ciudadela enana para así poder contar con una inestimable fuente de riqueza. Aquella mina de diamantes debería formar parte del reino de Obregón y ningún enano debería controlarla. Esta decisión fue tomada sin el consentimiento de Fernando II que en ese momento se encontraba en la ciudad de Muros, que por aquel entonces era la capital del reino de Obregón.

Sin embargo el destino quiso que el líder militar en desacuerdo con la decisión hiciera llegar el aviso al rey con la intención de evitar un enfrentamiento con los enanos. Envió para ello a uno de los exploradores que habían sido rescatados por los enanos, para que él mismo contase de viva voz los sucesos e hiciese ver al rey que dicho enfrentamiento era completamente innecesario. No se equivocó, pues una vez Fernando II escucho el mensaje, partió hacia el norte para evitar el acto de guerra.

Los líderes militares del norte, cegados por la ambición, comenzaron a reunir un ejército con el cual expulsar a los enanos de su fortaleza y así poder ganar para el reino aquella mina de diamantes que pensaban por derecho les pertenecía. En dos días habían logrado reunir un total de mil quinientos hombres aproximadamente que partirían de inmediato hacia el norte. Por suerte, el ejército estaba compuesto en su práctica totalidad por infantería, que además debía llevar grandes cargamentos para poder realizar el asedio a la fortaleza enana. Esto dio la posibilidad de que Fernando II y su séquito diera alcance al ejército a tan solo media jornada de Kazad a Bryn .

Los líderes militares que organizaron el ataque a la ciudadela enana, escaparon acompañados de aquellos que consideraban necesario atacar a los enanos. Liderados por Luis de Hazaña, se refugiaron en las montes del norte, desde donde comenzarían su enfrentamiento con el reino de Obregón. Tres años después de este acontecimiento se fundaba el Ducado de San Luis, dirigido por los desertores que acompañaron a Luis de Hazaña después del intento de atacar la fortaleza enana. Sin lugar a duda, estos acontecimientos serían los que marcaron la enemistad continua entre el reino de Obregón y sus vecinos del norte, del Ducado de San Luis.

El cuarto de los líderes, que se había opuesto en todo momento al enfrentamiento con los enanos, fue ascendido por su acción, pues había logrado evitar un enfrentamiento innecesario. Estos sucesos nunca serían relatados a los enanos, siguiendo el consejo de los consejeros reales, pues probablemente habrían supuesto un agravio para los enanos el simple hecho de haber organizado un ejército en su contra y haber pensado siquiera la posibilidad de expulsarlos de su mina.

Así fue como finalmente el que debería haber sido un ataque contra los enanos, se convirtió en una reunión amistosa entre el líder de estos y el rey de Obregón. Fernando II fue invitado a la ciudadela, y allí estrecho vínculos de amistad con Rigmi Rigmison. Los enanos podrían seguir en paz en su fortaleza, y por otra parte se convertirían en un apoyo en el norte para el reino de Obregón. El acuerdo se selló con la entrega de una corona coronado por un gran diamante tallado en su parte delantera, que se convertiría en la corona de todos y cada uno de los reyes de Obregón. Por su parte Fernando II ofreció el apoyo de sus ejércitos a los líderes enanos siempre que estos lo necesitasen.
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