
Aventura.
En lugar de oro, los hombres de Wyville se toparon con una caverna húmeda, que en su momento estuvo conectada al vasto y cavernoso acuífero, y que era el hogar de una gran bestia de cieno y corrupción, un mímico reluciente especialmente grande, que masacró y devoró a los trabajadores. A pesar de las súplicas demandando ayuda de sus señores, Wyville fue abandonado a su suerte; el propósito de las generosas licencias concedidas era que los señores no tuviesen que mover un solo dedo para conseguir su parte. Sin más remedio, la mina tuvo que ser abandonada. Con el tiempo, la bestia avanzó hacia el acuífero y la mina, colapsando la caverna y dejándola sellada y aislada. Wyville, desprovisto de todo y endeudado, murió en las calles de Chalice, dejando a su familia sin hogar y desesperada mientras su cadáver era arrastrado a las alcantarillas.
Charles Wyville, un exitoso pero modesto granjero del Valle se vio cautivado por la idea. Bajo las licencias ofrecidas, incluso un exiguo éxito le podría proporcionar, en apenas unos pocos años la suma de todo lo que podría ganar en una vida como granjero, y cualquier fortuna mayor haría que él y su familia mejorasen su estatus de forma perpetua, un sueño vago e imposible para la mayoría de los de su clase. Wyville vendió su granja, su ganado, sus herramientas y su hogar, y se dispuso a conseguir los picos, los barrenos y los trabajadores.