Nosotros

En estricto orden alfabético… estos son solo un pequeño ejemplo de las almas que han dejado que los Príncipes Abisales les muestren el camino. Un camino incierto, pero al auspicio de sus grandes dones…

Alfonso Pinedo

Domador de pinceles, discípulo del “Movimiento Fulci”

El bebé nació más tarde de lo que se le esperaba, como si no quisiese ver el mundo al que lo enviaban. Creció con una extraña marca de nacimiento que ocupaba toda su nuca, recordaba vagamente a un lápiz y un pincel cruzados en forma de X. Sus padres horrorizados no pudieron si no abandonarlo en las puertas de una tenebrosa institución llamada escuela de artes.

Allí creció con rencor y desprecio. Años más tarde viajó lejos para continuar recorriendo su camino, enmascarado se infiltró en una sociedad llamada Facultad de Bellas Artes donde se instruyó y aprendió todo lo que pudo antes de borrar de la faz del mundo aquella impía secta.

En aquel tiempo se convirtió además en el “máster” de otros, mentor sólo en la locura.

Durante todos estos años, ha implantado la semilla de la sedición, la traición y el horror en múltiples panfletos, cómics, revistas y juegos de rol, con sus sacrílegos bosquejos.

Su nombre se pronuncia en susurros, con temor… Alfonso Pinedo.

Ignacio Sariego Alvarez “Igest”

El que busca el saber, autómata de la interpretación de textos.

El día que nació sonaron gritos de dolor, lamentos… quizás una obra del mismísimo Abismo. Y desde una tierna edad tuvo acceso a ciertos grimorios de conocimiento que le introdujeron en el mundo de eso que en susurros y lenguas oscuras, algunos llaman “rol”.

Los años de aventuras en distintas tierras le llevaron a recalar en una oscura biblioteca donde ha estado atesorando manuscritos de conocimiento sobre el Viejo Mundo. Obrando también como parte de los alborotadores que distribuyen esa perseguida publicación que es el Heraldo de Altdorf y afanado en la traducción de múltiples manuscritos recogidos en la pérfida lengua de Albión.

Sin embargo, su obra más grandilocuente aún está por llegar. Por ahora, ha aceptado el trato faustiano que los Príncipes Abisales le han ofrecido para descifrar los conocimientos oscuros y siniestros que un gran legajo contenía, con la promesa de alcanzar grandes metas… o caer irremediablemente en el Pozo.

Jose Francisco Riera Diaz “Fian”

El artesano del papiro, el maestro de la incentivación.

Dicen que las meigas gallegas profetizaron la llegada de un joven de sonrisa encantadora, habilidad sin par y un alma más negra que la tez. Podrían ser chismes de viejas, pero sin duda nació un zagal de mirada curiosa, sonrisa fácil e imaginación infinita.

A tierna edad, sus otros amigos le hicieron un regalo, uno que sin duda le costó el alma. Una caja negra, con dragones y héroes ilustrando su tapa. Desde aquel día, el joven ascendió a dios gracias a aquel tomo arcano llamando Dragones y Mazmorras. Creó mundos, vivió otras vidas, corrió aventuras. No contento con todo eso, descubrió un mundo en miniatura donde comandó ejércitos de elfos y enanos, pero el tiempo pasó rápidamente.

Las eras de fantasía terminaron dando lugar a un mundo de tinieblas, donde el muchacho encontró calma y belleza en la oscuridad así como sus habilidades artísticas, las cuales desarrolló en una gran escuela.

Tras juntarse con auténticas almas oscuras, desempeñó diversas labores para ganarse el sustento, repartidor, ilustrador, maquetador de inefables juegos de rol, y tras muchas peripecias, ofreciéndose como mercenario de la imagen, abrió un emporio de miniaturas y aquellos «juegos de rol» en una grandiosa y solitaria Fortaleza.

Sergio de la Cruz “Terrax”

Artífice de igualdades, visionario de las tildes, maestro de la palabra.

Era una tarde sombría y lluviosa cuando aquel grimorio, que hablaba de una tierra subyugada por los designios de un señor oscuro al que le habían arrebatado su anillo mágico, se abrió para dispersar sus oscuros conocimientos entre los presentes. Para entonces, el alma de Terrax ya libaba el dulce néctar demoníaco que le ofrecían los Príncipes Abisales.

Tres décadas transcurrieron desde entonces y no hubo un día en que no se esforzara por adquirir los conocimientos necesarios para propagar la palabra del Abismo. Cursó la carrera de filología clásica para obtener el saber de las lenguas muertas y después comenzó a trabajar en diversas administraciones para mantener una fachada desde la que cumplir sus verdaderos objetivos: crear obras literarias e ilustradas que desafiaran la cordura de quienes las contemplaran.

Desde entonces, su mente enajenada ha erigido una cáustica Torre de Salfumán, cartografió los mapas de la Tumba del Rey Toro, así como otros grimorios sobre laberintos y minotauros.

También ilustró los rincones más tenebrosos de la región de Hexplora y ahora dicen que revisa los textos monolíticos de Zweihänder y que continúa esforzándose por expandir sus conocimientos sobre otros mundos y entidades de más allá de las estrellas.